sábado, 22 de agosto de 2020


ALEX FLEITES





noche que vela los espejos

para reina maría despierta en ánimas



noche cerrada como un puño
que nada contiene
ni una tos  ni una risa
ni el gorjeo de un niño

noche por donde no circulan autos
ni nadie canta como si peleara
en medio de la calle
ni una radio ha quedado encendida
derramando noticias
que no importan
pues no hablan
de ninguno de nosotros
ni de nuestros enemigos
ni siquiera de los seres que amábamos

noche como rosa nonata
que ni perfuma ni estalla en color

noche que vela los espejos

noche que devora
las minúsculas plantas de la sala
los cuadros donde se asomaron
espantados los amigos

noche que sabe que vigilo
que salgo al balcón
como quien mira
a través del retrato de la hija

noche previa a la noche de la noche
disuélvete en mi pecho
y no permitas que ponga un pie
más allá de la marca sangrienta
donde ya no hacen falta los misterios

*


JUAN CLEMENTE ZENEA Y FORNARIS





Un Niágara de luz y la toga glacial



Un Niágara de luz y la toga glacial de los volcanes
y la Ilion de los lagos y son frases que bastan
para acreditar a un poeta.

Imposible parece que un vate de tan robusta
entonación y arranque, y de tanto lujo descrip-
tivo, haya conseguido asimilarse el espíritu de
fray Luis de León, hasta el grado de pureza y
tersura, que se admira, por ejemplo, en estas
gallardas liras:

Beato el que se aleja
de las flores de Abril, que el deleite abre,
y cual próvida abeja,
con las que el juicio entreabre,
panal de ciencia y de virtud se labrel

Tú que del alma mía
eres íntimo afán, ansia primera;
á quien prudente guía
materna consejera
por los pensiles de la edad ligera;


JOSEPH BRODSKY





Divertimento mexicano

A Octavio Paz



Cuernavaca
En el jardín donde M., un protegé francés
mantuvo a una beldad de espesa sangre indígena
hoy canta un hombre venido de muy lejos.
En el jardín tupido como un trazo cirílico
un mirlo nos recuerda al ceño cejijunto.
El aire de la noche suena como cristal.

El cristal ya está roto, notémoslo de paso.
Aquí Maximiliano fue emperador tres años.
Introdujo el cristal, la champaña, los bailes
y todas esas cosas que adornan la existencia.
Pero la infantería de los republicanos
lo fusiló después. Dolorosos graznidos

llegan del denso azul.
Los campesinos sacuden sus perales.
Tres patos blancos nadan en el estanque.
El oído percibe en la hojarasca
la jerga de las almas que conversan
en un infierno densamente poblado.

*

Omitamos las palmas. Destaquemos el sauce.
Imaginemos que M. deja a un lado la pluma,
se despoja, sereno, de su bata de seda
y se pregunta lo que hará su hermano
Francisco José (también emperador),
mientras silba, quejoso, Mi marmota.

«Saludos desde México. Mi esposa
enloqueció en París. En las afueras
de palacio oigo tiros, crepitan las llamas.
La capital, querido hermano, está rodeada
y mi marmota, fiel, permanece conmigo.
El revólver, de moda, ha vencido al arado.

Qué otra cosa decirte, la caliza terciaria
es famosa por ser un suelo hostil.
Agreguémosle a esto el calor tropical
donde los disparos son la ventilación.
Se resienten mis pobres pulmones y riñones,
sudo tanto estos días que se me cae la piel.

Como si fuera poco, se me antoja largarme,
extraño demasiado nuestros tugurios patrios.
Envíame almanaques y libros de poemas.
Todo parece indicar que ya di con la tumba
en donde una marmota será mi compañía.
Mi mestiza te manda los debidos saludos.»

*

Julio llega a su fin y se oculta en la lluvia
como un conversador entre sus pensamientos,
lo cual, por supuesto, nada afecta a un país
con mucho más pasado que futuro.
Una guitarra gime. Las calles tienen lodo.
Un paseante se hunde en un velo amarillo.

Incluido el estanque, todo se ha enyerbado.
Alrededor pululan culebras y lagartos.
En las ramas hay pájaros con nidos y sin ellos.
Todas las dinastías declinan por la cifra
tan grande de herederos y la falta de tronos.
El bosque nos invade como las elecciones.

M. no reconocería el lugar. No hay bustos
en los nichos, los pórticos están desvencijados,
los muros desdentados muerden la ladera.
Puedes saciar la vista, mas no los pensamientos.
El parque y el jardín se convierten en selva.
De los labios se escapa una palabra: «Cáncer».



BALDO RAMOS





Quita versos al poema



Quita palabras al verso.

Que la palabra signifique
por lo que es,
no por lo que significa.

Y que ser
no sea
un simple juego de palabras.



ELMAN TREVIZO




  
Muerte



Basta con sentirla para regresar a la infancia
dejar caer el grito y recoger la herida
la grieta que le da forma al dolor
el badajo que tercamente golpea la secuencia del pretérito:
el aletear enmohecido del recuerdo.

Basta con oír el crujir de la puerta
el ojo de la cerradura parpadeando en su miedo
para ver a la noche que pasea a la oscuridad para hacerla más negra.

Huracán petrificado
la muerte
dolor umbilical
lamento sujetado al cuerpo.

Quiero escapar para no existirte
Para no mirar cuando tú me hagas cerrar los ojos
Para no buscar hacia adentro el pincel que trae consigo la desmemoria
Y no gritar que eres la grieta que la tarde necesita para abrir sus alas
para romperse como un cántaro arrojado desde el vacío de un ventanal.




ALTAÍR TEJEDA DE TAMEZ





El cuadro



Pienso a veces que somos
como esos cuadros que exhiben
en los museos.
Les ponen marco dorado,
les buscan el mejor sitio
y el público que acude a contemplarlos
comenta complacido los errores o aciertos
y da un juicio final sobre el artista
que en el lienzo dejó algo de sí mismo
para que el mundo sepa su existencia
cuando él ya se haya ido.
Pero sucede a veces que alguno de los críticos
sabe más que los otros y algo advierte…
Descuelga el cuadro
quita el marco dorado y sin ningún miramiento
principia a trabajar sobre del lienzo;
y luego ve cómo van surgiendo
cual fantasmas ignotos, nuevos seres
que sin ser advertidos, coexistían
envueltos en penumbra
junto a los rostros por la luz bañados;
y aparecen de pronto, casi impúdicamente
mostrando su dolor o su alegría
en una escena en la que son intrusos.

A veces pienso, que así somos nosotros:
con fantasmas adentro
que un pintor aterrado
había ocultado antes para pintar sobre ellos
agradables figuras
que en el mundo pasearan su decoro y respeto.