lunes, 14 de febrero de 2022


 

JULES LAFORGUE

 


 

A un cráneo que había perdido su mandíbula inferior

 

 

¡Hermano! -¿Dónde vivías? ¿En qué siglo? ¿Cómo?
¿Qué vivió el cerebro alojado en esta caja?
¿El infinito? ¿La locura? ¿O el limitado pensamiento
Que permite al hombre pasar y morir sin asombro alguno?

Casi todo el mundo, cierto es, fatalmente sigue todo,
Sin soñar más allí del círculo que explota.
El tan conocido y recto sendero del instinto,
También lo seguiste tú – hasta el postrer instante.

¡Ah, ese instante lo es todo!¡Es la hora solemne
En que, en un supremo y despavorido salto, partiste
Maravillados tus ojos de lejanos paraísos!

¡Oh! Tu vida es bien poco, ¡Ve! ¡Por muy negra que fuera!
Hermano, creíste ascender al eterno festín
y ¿quién puede despertar tus traicionados átomos?

 

 

FRANCES HARPER

 


 

Canciones para el pueblo

 

 

Permítanme hacer las canciones para el pueblo,
Canciones para el viejo y el joven;
Canciones para agitar como un grito de batalla
Dondequiera que se canten.
No para el choque de sables,
Para la carnicería, ni para la lucha;
Pero las canciones son para emocionar los corazones de los hombres
Con una vida más abundante.
Permítanme hacer canciones para los cansados,
En medio de la fiebre por la vida y por la preocupación,
Hasta que el corazón relaje su tensión,
Y para los frentes atravesados, endurecidos y olvidados.

Déjame cantar para los niños pequeños,
Antes de los pasos perdidos,
Himnos dulces de amor y deber,
Para flotar sobre la carretera de la vida.
Cantaría para los pobres y los ancianos,
Cuando sus ojos se oscurezcan por las sombras;
De las mansiones brillantes y tranquilas,
Donde no habrá noche.
Nuestro mundo, tan gastado y cansado
Con La necesidad de música, pura y fuerte,
Para silenciar el sonido metálico y las discordias
Del llanto, el dolor, y el mal.
Música para calmar todo su llanto,
Hasta la guerra y el crimen cesará;
Y los corazones de los hombres se harán tiernos
Rodeando al mundo de paz.

 

 

RAÚL ZURITA

 

 


El verdor de la madrugada

 

 

Irredentos Chile entero lloraba los amarillos pastos que se iban perdiendo
en plena noche sin luz con todas estas llanuras clamando los nuevos
pastos de la madrugada

I. Y qué si redimidos nosotros fuésemos los pastos de la madrugada

II. Y qué si nos viésemos a nosotros mismos amaneciendo sobre
el valle

III. Y qué si de luz. la madrugada reviviera los muertos valles de Chile

Porque alboradas de luz podrían hacerse los pastos sobre Chile y los
muertos amanecerían entonces riendo por estas llanuras de madrugada
iluminados cantándose la renacida

IV. Todos podrán saber así porque ríe la madrugada

V. Y qué si Chile entero amaneciese resucitado con sus muertos

VI. Todos podrían saber entonces si amaneció el nuevo día sobre
Chile

Porque amanecidos nosotros llegaríamos a ser el despertar que ríe sobre
Chile y los pastos la resucitada final de estos muertos al alba relumbrosos
de luz detrás de los Andes despuntando ellos como un verdor la madrugada.

 

 

RENÉ SEGURA

 

  

Por fin



Por fin encontré sabiduría y libertad
Una sabiduría maldita y una libertad que asesina.
La sabiduría de la sobredosis
Y una sobredosis de libertad
Una libertad Que me vuelve una llama muy fuerte
Que se extinguirá muy rápido.

 

 

JORGE LOBILLO

 

  

A imagen mía y semejanza

Para Felix Báez -Jorge

 

Yo soy mi propio autor. Descubrimiento
y réplica de una sola añoranza.
Lo que de mí hicieron es invento,
estallido de esta triste tardanza.

Negra la luz, gruta el conocimiento,
cuando no acierto giros en la danza,
lejano voy, amargo el pensamiento:
desatendido, pues, en mi esperanza.

Entre mar y ciudad, grito quién vive
el arsenal archivo de mis horas.
Sólo contesta un nudo que prohíbe

al sueño hacerse. Y la pasión se encierra
en el dominio oscuro de las moras.
Yo soy mi propio autor. Yo soy la tierra.

 

 

ALEJANDRO ROEMMERS

 

 

  

Como la arena…

 

 

Como la arena
que arrastra un viento incierto
cubro el vacío de tus pasos…
Regresarás, aunque digas «nunca»,
y retomaré tus formas.
Volverás a partir, aunque jures, «siempre»,
y ocultaré tus huellas.

Como esa arena
que depura el tiempo,
seré paciente
al escudriñar las olas…

Distingo la tuya
por el rumor alegre.
Llega precedida de aves blancas,
flamante el sol en su cresta de plata.

Y en mi piel de arena
tu caricia fresca
recobra la memoria
de infinitas caracolas.