domingo, 12 de enero de 2025


 

ÁNGEL DÍAZ


 

 

 

No sé por qué lloro en el supermercado

cuando veo las aceitunas,

parece ridículo llorar por un fruto tan negro de pecho, tan verde como el color de tus ojos avinagrados

que se marcharon.

Alguna vez escuché a un poeta decir

que uno puede llorar con cualquier palabra o con cualquier cosa si se le da la gana.

Tal vez no se trata solo de llorar

sino de aceptar a esos días que no tenían que levantarse o intentar huir de esos aguaceros que caen

en medio de estos pasillos o quizás, aprender a caminar descalzo

como todos los viernes

cuando íbamos al supermercado.

Comprar tus días de verduras sin colores amarillos, llegar a casa y bebernos más allá del fondo

de una copa de cristal,

comer aceitunas lentamente,

de la misma manera

que caía nuestra ropa y el cansado trabajo de tu oficina, de la misma manera

que dejaba descansar las sombras

de tu diario morir discreto

antes de que te despertaras.

No sé por qué insisto en comprar aceitunas si en este momento cualquier cosa

que vea en el supermercado puede ser como activar una bomba de tiempo.

 

 

ARMANDO URIBE ARCE

 

 

 

Los ataúdes

 



I


/1/
Sic transit gloria mundi, y las miserias
también son transitorias -las frecuentes
desgracias y la muerte de las fuentes
que se secan -el pasto de las eras
se estraga -y en las ferias
de los vivientes danzan calaveras.

/2/
Los muertos sufren calambres, pruritos
y otros males. Nadie hay para atenderlos.
Están en el hotel deshabitado
que se llama Ataúd. Es un estado
sin parangón. Los acucian los hielos,
pero son insensibles y ríen con sus rictus.

/3/
Ex -hombre con caras de tiza
metidos en cajas que se abren
como los tarros de hojalata,
decid: cómo es ese otro mundo.
Es inmundo.
Propio para la rata.
Se sufren hambres.
No digáis más, que el corazón se triza.

/7/
(cfr. del griego)
"Aiai, aai", siempre habremos de morir,
somos tan transitorios como las flores,
como los perros, e iremos a dar
a los montones excrementicios o a los hoyos
de donde no se sale aplastados por un dedo
pulgar. Así se cesa.

/12/
(cfr. carta de Gabriela Mistral a M. M.)
"No dudo de Dios, no: dudo de mí."
"Un mundo que es una carroña fofa"
hizo de mí esta baja estofa,
esta calaña, esta ralea, y -
y lo que es peor, me gobernó el gusano.
No tengo un solo hueso sano.
"Fétidas de miseria" mis heridas
que ya no quiero llamar mías (miasmas)

/25/
De qué les sirve la poesía.
Ni siquiera la leen.
Creen que es mariposas
efímeras. Sentados en sus comités
arrellanados en sus fosas
cómodos cuidan sus hidropesías

[Cfr. Alte. Arancibia el 7 enero 2001.]
La poesía se mete en la boca
de los tontos, diciendo: "No tenemos
más destino". Lo dijo el almirante
con vestidura de muerte o de loca.
Los poetas estamos en veremos
Esperando que se saque los guantes.


II


Los asesinos a la espera
de cuerpos del delito.
Ay, no tenemos más destino,
dicen, lavándose las manos
en sangre tinta negra.
Mientras los muertos retuercen sus manos.


III


Nunca se supo del destino
de los muertos botados bajo el signo
de la desolación al agua sucia
de mares, ríos, lagos, ductos
de alcantarillas inconclusas.
Manando seguirán los vestidos de luto.

 

 

 

AGUSTÍN AGUILAR TAGLE

 

 


 

El amante de lo ajenjo

 


 

¿Qué es bloguesía?, dices mientras clavas

en my complete profile tus pupilas de miel.

¿Qué es bloguesía? ¡Y me lo preguntas ahora!

Bloguesía eres tú.

 

Baby, it’s you.

 

ARTURO CARRERA

 

 


 

La tardecita

 



Se acerca la primavera,

Marcia me odia, tanto
como yo amo a Lesbia, y
Catulo la amaba...

Ella dice que es obscena
la manera de referirme a mis amigos;
que soy, en resumidas cuentas de collar,
una máscara ya obscena y amenamente
indeseable

Una máscara del teatro de la infelicidad.

Pero estamos en el campo.

El sol alto y tardío.
El sexo en los cogollos del almendro.
La luna por despuntar...

...el durazno japonés relampagueante,
brillante rosado como nunca ví. Vacío,

vacío vertiginoso como tu voz brillante
contra el viento iluminado y el infierno musical
de tus estupideces.

Tu voz brillante. Tu voz ¡poética!

¿Recuerdas que dijiste que la prioridad del artista
estaba en hacerse reventar por los chongos
de Floresta y después "narrarlo" mientras
se posa, ante un pintor, como una mariposa
americana?

El cielo es una lámina que finge un color,
una desgracia, unos dibujos maravillosos para el feliz

embaucamiento de unos niños que involuntariamente
suspenden la credulidad; coléricos.

Oh poeta,
el pequeño vestigio de una tormenta atormentadora
te alimenta con su rayo

Te arrimás a los pies de un fulgor que quema como aquel
caballo blanco que veo, ahora, pegado a su destello

Estúpido caballo criollo del lenguaje.

Una mujer entrevé tu Vacío en su boca estrepitosa

Oh inebriante perrito faldero
llorando aún por la pérdida de su mamá
en las letrinas de Roma en una época cruel, en una época
de niños Heligábalos tan putos como él,
tan degenerados superiores como él. ¿Debí decir que
citaba a Pessoa (mucho más, mucho más inteligente que
yo. Más claro y menos oscuro en las razones de la amistad
obscena con la tierra y el aire y el sol y la eternidad)?

¿se acerca la primavera?

Sí, se acerca la revolución
de las florecillas de la amable locura
con sus sospechas escarlatas, con su Rimbaud, con sus
mejores mujeres y sus lolitas en flor también
a la sombra de un despertar anaranjado del verano
en medio de cada insoportable estación.

De todas maneras,
una carcajada embrujada por la dicha "engama" los
colores;
unas manos frágiles precipitan la luz que sostiene
las formas de unas serranías y unos árboles amarillos,

¿Vendrá?

Todas las formas en todas las formas y la cabeza en la
pica de la certidumbre,

la angustiosa serenidad momentánea de la certidumbre,

Una cierta sombra en las fantasías del amor. Unas
sombrías

siluetas en la cabeza abigarrada y pulsante,
la cabeza, la cabeza del amante

sea quien sea. La primavera.
El cielo como una lámpara en la mesita de luz y
el día como una noche dispuesta para el obsceno Dolor
y siempre unos niños bailando en un claro de mi sangre:
un arco iris del deseo en mis venas.

El cuerpo estratificado en el lecho ácido del pino,
las semillas turgentes bajo sus madres arraigadas;
el silbo de unas perdices mientras avanzo hacia la casa
cerrada y el galgo y las tunas mordidas por los toros.

El secreto en el aura de Alicia, la casera, que espanta
las vacas con su Citroën amarillo y sus alaridos
expertos.

El celo. Tres rojas muchachas y yo. El celo sereno,
el celo en la cabellera solar de la mujer

¿El hombre de mármol
quejumbroso?

¿Vendrá?

Todas las parteras oirían su nacimiento
si se decidiera a verse nacer,
estímulo de la pintura. Estímulo de las
estéticas anarquistas de la pasión...
Confuso esclavo de la maldad evaporando en la sombra
toda la Literatura y todo el Mal.

-Pero no pronuncies esa palabra obscena, por favor,
Arturito...

Ni dispongas puntos suspensivos donde políticamente
no hay suspenso.
Estamos en el campo y aquí me quedaría hasta ver
amanecer y que la vaca me dé la teta con sus innumerables
pezones...

Terco poeta como la luna en el agua que se agita,
el día se agita como yo.
Estamos en el campo.

-¿Qué somos?
-A-mi-gui-tos...

Sonrisa en el coral de las sonrisas que miradas
difícilmente se disuelven en el aire obsceno.
Obsceno el tacto del pico de los patos.
Obscena la algarabía de la quietud.
Obscena la tarde con sus mates lavados.
Obscena la invitación a la pintura en caballete.
Obsceno el caballete en el desván del campo.

Obsceno el diálogo más que el monólogo y más obsceno
que este coloquio entre perros de interior...

Obscena la mirada a la leña y el hacha,
obsceno el conejo con sus orejas enterradas en el barro;
obsceno el juego de repetir
la hartura de la pintura...
Del campo.

¿Vendrá?

Su caballito volvió solo al lugar

Espacio perfumado
no importa con qué
Estiércol de la atención humeante y perfumada

La mirada bosta circular de las vacas
como un cráter lunar en el aire
en el verde del aire-césped

Sangre en la pared.

Sangre en la nariz de la niñita que sale del agua,

Sangre escondida en los hilillos equidistantes
de las venas poéticas

Y es todo lo que no nos debería faltar.

 

 

MARIALUZ ALBUJA BAYAS

 

 


 

 

Réplica

 



A mamá no sé lo que le ocurre

cuando se asoma a la ventana y no consigue ver

lo que mis ojos, aun cerrados, adivinan.

Ha perdido el escalón, tal vez, la llave.

Será por eso que no vuelve y que me arrastra

sin saberlo

hasta su fondo.

Los amores de mi madre no comprenden lo que busca

se extravían en su belleza

no imaginan que sus ojos, clavados en el dintel,

sólo desean extinguirse.

Cuando se atreven a mirarla

a veces llegan hasta mí

con manos grandes me descifran

como si fuera yo una réplica tangible

 

mientras mi madre, al otro lado,

busca la forma de escapar

y no se entera.

 

De: “Doble filo”

 

ENRIQUE SOLINAS

 

 

 

 

Ascensión

 


Sopla el viento sopla

sobre el agua natal.

 

Descubre el silencio

tus palabras,

en el jardín

del bosque de la noche

ya no hay alegría.

 

(decime

cómo se hace

para poder vivir)

 

De repente los muertos

somos elevados

por la gracia,

 

animula, vagula,

blandula

 

hasta el bosque

 

del jardín

del día.