"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 28 de agosto de 2022
MYRIAM ALBISU
Quiero
No
quiero beber el agua del mismo río.
Quiero corrientes nuevas
con brincos de canto y piedra.
Abrir canales profundos
hasta dar con aguas frescas
que me traigan desde el fondo
esencias desconocidas
con fragancias de las flores
que no han visto todavía
el mundo que nos rodea.
Yo sé que hay otras tierras
otras aguas, otros ríos
y quiero desconocerme
para poder descubrirme.
¡No quiero beber el agua del mismo río!
TERESA AMY
Isla
de Jersey
(a Ya ar O˘guzcan)
en
la ciudad vieja de Rodas te busqué
luego en el jardín de Durrell
luego en una calle de Rangoon
luego en el hotel del león de piedra
luego en el mercado de Hvar
pero en la isla de Jersey te esperé
en mis oídos el rumor de la orilla del mar:
eras como cuchillos afilados en mi tiniebla
eras un cuerpo lejano
quizás eras un puñado de cal en mi garganta
me dabas tanta sed
ni el agua del mar, ni de los viejos ríos recorridos
me saciaban
encontré pescadores que me enseñaron sus artes
y dormí con ellos
estaba recelosa
estaba abatida
tenía miedo
era yo hasta mis huesos
me transformé en una cueva junto a la casa de mi abuelo
y en la marea
los pulpos y mi zorro no pueden consolarme
LUIS CARLOS LÓPEZ
A Rosalbina
¡Ay,
Señor, y que frágiles nacimos!
Bien
sabéis, adorable Rosalbina,
que ante vuestro mirar de ojos de gato,
me sentí como calle sin esquina,
bizco y sordo y maltrecho y turulato!
…¿Por
qué sois para mi luciferina?…
¡Si ha mucho tiempo estoy que disparato
bajo el piramidon y la morfina
y del bromuro y del bicarbonato!
Tanta
hiel guarda el fondo de copa,
que hasta en un corredor del “Club la Tapa”,
vuestro marido viéndome patojo
y
con ganas de hacer un disparate,
me preguntó solicito: —¿Que hay vate?
Y yo le dije irónico: —Un mal de ajo.
ARMANDO RUBIO HUIDOBRO
Biografía
anónima
Soy
un oscuro ciudadano
abandonado en medio de las calles
por el cuchillo sin pan de mediodía,
despojado y marchito
como el reloj de las iglesias,
sin otro oficio que vagar entre disfraces.
Soy
el familiar venido a menos,
enraizado a las tabernas
y a la complicidad del bandolero.
Mi voz naufraga en los cristales de las tiendas,
y he perdido la vista en los periódicos,
pero tengo los pies bien puestos sobre la tierra
y una almohada que vuela por los hospitales
y por los dormitorios del oscuro hogar de nadie.
Tengo una celda amable en las comisarías,
y suelo bailar a hurtadillas bajo la noche
con mi camisa blanca
y mi corbata deshojada.
Soy
un oscuro ciudadano
extraviado por el mundo:
voy cogiendo colillas de cigarros,
y canto en los tranvías,
y me peino hacia atrás, valientemente,
para mostrar mi noble frente anónima
en los baños públicos y en los circos de mi barrio.
Soy
un oscuro habitante; no soy nadie;
en nada me distingo de algún otro ciudadano;
tengo abuelas y parientes que se han ido
y una espalda ancha que socava
la pared amiga de las cervecerías.
Soy
una ola entre todas las olas,
una ola que se levanta
a las seis de la mañana
porque ya no puede
oler el polvo de su casa,
una ola que se alza, alborozaba
hacia las playas
para un retorno interminable al centro de las cosas
donde las olas todas
se empujan mutuamente
estériles y solas.
Porque
no soy digno de mi semen,
Señor, yo no soy nadie;
estoy en medio de las calles
girando como un organillero
con mi camisa gastada, inamovible,
mirándome la punta del zapato
por si alguien quiere darme
una moneda que no quiero,
aunque nadie me ha visto pasar
esta tarde ni nunca,
porque nunca soy alguien,
ni siquiera un oscuro ciudadano
resucitado por el hombre.
Mi
voz ha muerto en los cristales de las tiendas,
y tengo una espuma de mar aquí en la boca, ebrio,
porque soy una ola entre todas las olas,
que viene a morir en esta arena de miseria
decentemente con su traje de franela
y su ciega corbata
como buen hombre que era.
Fui
un oscuro ciudadano,
Señor, no lo divulgues,
cesante, ¡sí!
Hasta aquí llegó la vida,
pero recuerda al fin:
yo nunca pedí nada
porque tuve camisa blanca.
E. E. CUMMINGS
Me
gusta mi cuerpo cuando…
Me
gusta cuando mi cuerpo esta junto
al tuyo. Es algo tan nuevo.
Mejores músculos y más nervioso.
Me gusta tu cuerpo. Lo que hace,
sus modos. Me gusta sentir la columna
de tu cuerpo y sus huesos, y la tembladera
–firme- delicadeza y de la cual
vez y vez y vez
besare, me gusta besar esto y eso de ti,
me gusta, lentamente acariciar, la pelusa chocante
de tu piel eléctrica, y de lo-que-es que
viene sobre tu carne abierta. . . . Y los ojos grandes de amorosas migajas,
y
posiblemente me gusta el encanto
bajo
el mío del tuyo tan nuevo
Nota:
Edward Estlin Cummings nombre del poeta conocido como E. E. Cummings
MAGDA PORTAL
Cuando
llegó la hora, cayeron sobre sus pupilas los telones de la indiferencia
Le miró curiosamente —como una muñeca de biscuit
Tenía claridad de aurora en las pupilas, y las carnes suavemente rosadas
—Era una niña
Lloraba —estremeciendo la dulce masa de su carne
Le envolvió en unos trapos y se echó a andar por las calles —como siempre,
no llevaba dirección
Al fondo divisó en su mole blanca, el Hospicio de Huérfanos —Retrocedió
—Incubador de esclavos y asesinos
Caminó en sentido contrario —La masa negra del río, tan profunda y
tan negra, que parecía inmóvil, copiaba al panorama del cielo
Le miró largo rato recostada en un árbol
Después envolvió a la niña en su amplio abrigo, y sencillamente, la arrojó
El río se abrió en un punto para dejar pasar a la huésped —y se volvió
a cerrar
Solo un instante se quebraron las estrellas en sus ondas revueltas
La MADRE tomó el regreso a su posada —bañada de indiferencia—
Se insinuaba la aurora —como en los ojos de la niña
Todos los pájaros lloraban
