miércoles, 29 de septiembre de 2021



 

RICARDO LABRA

 


La máscara que le defiende, la máscara que le reafirma, la máscara que le otorga su identidad.

 


BASILIO SÁNCHEZ

 

  

Nevada

 

 

Yo descanso en el blanco de la nieve.

 

Mientras todos dormimos,

ella erige sobre limos oscuros

su ciudad silenciosa,

sus casas inestables, sus jardines austeros.

 

En la nieve arde siempre,

para todos nosotros,

una imagen comprensible del mundo,

un pensamiento claro,

una forma universal y cercana de belleza.

 

Una casa en la nieve es una casa

que oculta entre sus muros el secreto del sol.

 

Las cosas más hermosas,

las más conmovedoras, lo son sin pretenderlo,

sin recurrir a nada que no sea

la verdad de ellas mismas.

 

Le agradezco a la luz de la mañana que nos calme con nieve.

  

De: “El baile de los pájaros”

 

 

 

ENRIQUE WINTER

  

 

 

Este cassette toca su vida

 



Luego de cinco órdenes de arresto

mi mamá invita a mi papá a la casa,

se pone linda, le cocina rico.

Con tres borgoñas y solos

mi papá me confiesa lo que eso indica: que lo ha hecho bien,

que las piernas que abre se mantienen abiertas.

Lo dice porque le conté del viernes:

cinco años sin verla y me tomó la mano.

Este cassette toca su vida

vida que rozo apenas

si con el dedo rebobino.

Mi papá y yo seguimos solos.

 

 

MARÍA MARTÍNEZ BAUTISTA

 

 

 

 

En las casas sin barrio
que ensanchan el vacío de las grandes ciudades,
con sus cuerpos enormes y sus ojos enanos,
¿fui la que decidieron en las zonas comunes?
Allí lo personal nunca es privado.
Lo privado es un viento
que levanta sospechas

 

Fragmento del poema “Casitas”

 

 

REINALDO BUSTILLO

 

  

 

Decrepita musicalidad de mis sonetos

 

  

Conozco mis historias,

mis pocos triunfos y fracasos muchos;

los sueños que se aferran a mis ansias,

como lianas a árboles añosos.

Sé el nombre del lugar de donde vengo,

el número de casas del poblado,

el nombre de sus arroyos y sus calles,

y el  de todos sus vecinos.

Pero no sé o no quiero recordar

el nombre que me dieron,

el que dicen los papeles que es el mío.

Por eso me hice pordiosero

para que digan de mí que soy un viejo

que anda por las calles mendigando.

Mas cuando estoy solo

y nadie repara en mi presencia,

me siento en los andenes de las casas

a regurgitar sonetos.

Entonces me río de los que de mí se ríen,

sin importarme que me tiren monedas,

que no quieren, porque rompen sus bolsillos.

A veces ni yo mismo creo

que los sonetos que musito

sean los mismos que nacieron de mi mente,

cuando mi mente era poderosa y ágil

como corrientes invernales de mi arroyo.

No sé cuántas primaveras hace

que renuncié al tedio de la vida cotidiana,

para buscar entre los extraños

lo que no pude encontrar entre los míos.

No me importa, me tiene sin cuidado,

que los adultos me miren con desprecios,

que digan de mí que soy chéchere viejo,

¿acaso no dicen lo mismo de los versos?

Sigo caminando por las calles,

con el pecado atroz de la renuncia,

esperando que oídos impacientes

quieran escuchar lo que musito,

para equiparar sus angustias reprimidas

con la decrépita musicalidad de mis sonetos.

 

 

ROSSANA ARELLANO HASSON

 

  

A dos manos y cuatro pechos libres

 


Dije yo, ven, quiero probarte,

Sentir a que sabe el bosque que te crece

En la entrepierna

Entrar en ti una y mil veces

Cuando el amanecer y al ocaso.

 

Si la fatiga no puede expresar

Aquella saciedad de sexo, al viento

Renácete una vez más, bajo el sol,

No sea que la nostalgia

Ocupe toda memoria.

 

Nada deseo para mi

O tal vez, juntar el tiempo

Y esparcir al aire tantas abstinencias

A dos manos

Y cuatro pechos libres.

 

Hice mi huerto

En el árbol sagrado del olvido

Con el corazón incompleto

Y un gran vacío

Que jamás ha de ser revelado.

 

Bebo ahora de tus pechos

El calostro vital que regenera

Y respiro

En la curva del destete

De tu cálido ombligo.

 

Adán y Eva, sin vicio

Ni necedad,

Regándose del bien de las cosas

Gozándose hasta el desvarío,

Edificando hacia el canto.

 

Sembrada ya mi alma

Al tiempo de curar

En tu esternón

Hueso soy y membrana

Con hambre de tu pezón purpúreo.