miércoles, 29 de septiembre de 2021

REINALDO BUSTILLO

 

  

 

Decrepita musicalidad de mis sonetos

 

  

Conozco mis historias,

mis pocos triunfos y fracasos muchos;

los sueños que se aferran a mis ansias,

como lianas a árboles añosos.

Sé el nombre del lugar de donde vengo,

el número de casas del poblado,

el nombre de sus arroyos y sus calles,

y el  de todos sus vecinos.

Pero no sé o no quiero recordar

el nombre que me dieron,

el que dicen los papeles que es el mío.

Por eso me hice pordiosero

para que digan de mí que soy un viejo

que anda por las calles mendigando.

Mas cuando estoy solo

y nadie repara en mi presencia,

me siento en los andenes de las casas

a regurgitar sonetos.

Entonces me río de los que de mí se ríen,

sin importarme que me tiren monedas,

que no quieren, porque rompen sus bolsillos.

A veces ni yo mismo creo

que los sonetos que musito

sean los mismos que nacieron de mi mente,

cuando mi mente era poderosa y ágil

como corrientes invernales de mi arroyo.

No sé cuántas primaveras hace

que renuncié al tedio de la vida cotidiana,

para buscar entre los extraños

lo que no pude encontrar entre los míos.

No me importa, me tiene sin cuidado,

que los adultos me miren con desprecios,

que digan de mí que soy chéchere viejo,

¿acaso no dicen lo mismo de los versos?

Sigo caminando por las calles,

con el pecado atroz de la renuncia,

esperando que oídos impacientes

quieran escuchar lo que musito,

para equiparar sus angustias reprimidas

con la decrépita musicalidad de mis sonetos.

 

 

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