viernes, 25 de diciembre de 2020

NIKOLAI GUMILIOV

 


 

 

Sé que no te merezco...

 

 


Sé que no te merezco,
Vine de otro país,
Prefiero la salvaje melodía
De la cítara, a la guitarra.

Yo no voy por salas y salones
Vestido de chamarra y traje oscuro;
Leyendo versos a los dragones
A las cascadas y a las nubes.

Prefiero a un árabe que en el desierto
Cae ante el agua y bebe;
Y no a un caballero que mientras espera
Mira las estrellas en el paisaje.

No moriré sobre una cama
Ante un médico y un notario, 
Sino en alguna trinchera salvaje
Hundida en una felpa espesa.

Yo no estoy para entrar al paraíso
Abierto, protestante y ordenado;
Sino para ir allá donde la ramera, el bandido
Y el atormentado gritan esperanzados.

 


Versión de Jorge Bustamante

 

WILLIAM BLAKE

 

 

 

El tigre

 

 

Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?

 

¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

 

¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?

 

¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?

 

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?

 

Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?

 

ANA PELAYO

 



Memoria


«Porque tus palabras
son disfraz de sombra
De lo que te callas.»
José Bergamín

 



Perdí la memoria,
gané otro suelo.
La blancura aquí
en esta hoja que escribo.

El polvo lo llevo dentro,
sólo cambia el vecino.

La cal me sirve de alimento.
Lejana,
la memoria está más viva,
menos tormento.

Me basta por ahora
con saber lo que no digo
y callar lo que no sé.

Valor solitario
del que se cree valiente
por haber desenmascarado la sombra
del doble sentido de las palabras.

 

 

WILLS AMA

 

 


Chanti

 

 

Vení viento y volvete tempestad
vení nube y volvete oscuridad
vení tiempo y volvete cenizas
que mientras más fuerte me golpees
más aguanto la desdicha

 

Vení pobreza, tocá a mi puerta
porque te debo hasta las maderas
y si querés llévate hasta los cimientos
que, aunque no lo creas
el suelo no me hará chillar
yo no necesito casa
yo soy mi propio hogar

 

Aunque muchos no han comprendido
que la vida no es labrar y trabajar
yo te digo mi amigo
vení y dormite conmigo
que pa’ levantarse también hay que descansar

 

Si alguien te deja a tu suerte
no le eches la culpa de lo que haga
es solo que no entiende
que dejarte libre no te ofende
más ofende, el que esclaviza y poco paga

 

Si tu vida se derrumba
y te vuelves indigente
tendrás amigo mío
más tiempo de madurar
y si maligno un día te azota de casualidad
podrás decir, amigo mío con toda seguridad
¡Yo soy la ternura, el viento, la lluvia
Yo soy la tempestad!

 

 

RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA

 

  

 

Dime, amigo Johnny


 


Dime, amigo Johnny
¿a qué sabe el metal molido?
¿a qué saben las piedras que tienes en medio de la garganta?
¿a qué sabe la sangre del plomo?
¿a qué la tierra cuando se te estrella la cara contra las piedras?

Dime ¿a qué sabe el silencio que llevas dormido en los ojos?
¿a qué sabe el pan frío?
¿a qué el llanto podrido de los días que estuviste solo?
¿a qué sabe la muerte helada que se te cuaja poco a poco
a la mitad de los dientes?


Amigo Johnny, dímelo

dime ¿a qué sabe la mierda?

¿a qué saben los palos debajo de la lluvia?

¿a qué saben las punzadas en el ombligo

y los gritos que arrojaste en medio de esa madrugada de fuego?

 

Dímelo, amigo Johnny, dímelo
creo que yo los viví también
Viví en las lágrimas de las madres que lloraron a sus hijos muertos
en su saliva seca
en la costillas consumidas por el dolor
y en el alarido de un cuerpo hinchado
que se marchita en una carretera seca, tapada de incertidumbre y costra.

Solo somos sueños que terminan cuando decidimos despertarnos
pero tú no despertaste, Johnny, tú no fuiste sueño
fuiste un hijo bastardo del recuerdo
y una mirada de dolor y rabia
Solo somos eso, Johnny
Solo somos eso:
Un puñado de ganas
Ahora solo sigue durmiendo, amigo
ya no te pregunto más de eso.

 

CARLOS CAÑAS

 

  

 

Con la voz, la alegría llega

 

 

Nueva voz nace
de la rosa y de los pasos.
Voz abierta en campana
y surgida de la tierra, de los cuerpos
y de las horas vacías.

Voz que de estrella viene en la noche
y de vientos y ramas en la aurora.
Voz que de los cuentos y de los niños
con flores, frutos y pájaros viene.
Voz que, trágica y tierna,
emerge de la sombra y de las abejas.

Voz extraña, voz de cosas secretas,
que en metálicas sonoridades
viene del ángel y del triángulo.

Y con la voz, la alegría llega.

La alegría llega: yo lo creo.
¿Y por qué no habré de creerlo
si todos, en mi rededor sonríen?

Sí, todos sonríen.
Sonríen aun dentro de las cavernas del dolor.

Sonríe el ángel de las calles sucias
y el panadero vestido de harina,
y el vendedor de diarios y la costurera,
el burócrata y el capitalista.

Todos ríen. Entonces, ¿por qué no he de reír?

Sí, tengo que reír. Tengo que reír,
porque tengo adquirido el derecho de reírme;
el derecho de reírme de mí mismo,
reírme del dolor y de la miseria,
del automóvil y de la carreta.
Tengo la Cédula y la Vialidad, y un diploma venido a menos,
es decir:
tengo el derecho de andar libre por las calles,
con la gracia de ser un ciudadano más.

Sin embargo, para ser feliz,
¿qué ley me acredita?

Sólo la risa existe
y he de reír.
La risa es mía.
La risa es mi llanto.
La risa es mi alegría.

La risa es mi capitana
en el muelle de las horas dislocadas.

Sí, he de reírme.
He de reírme desde mi negra raíz
a mi levantada copa.
He de reírme, porque hoy tengo
en las manos y en la cara
el mapa de la risa.
Mapa nacido por el llanto de la sangre
y por mi nombre de letras antiguas.

Y con el delirio de un náufrago
veo la flor del aire crecida en el paisaje.
Y luego, sin quererlo, escucho un relinchar de celestiales caballos.

Al mismo tiempo, una espada de verde fuego
me anuncia el camino de la esperanza.

Y espero:
una voz me llama
y la esperanza es mía.

 

San Salvador, 1949.