"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 8 de diciembre de 2015
BLANCA CASTELLÓN
Efectos
De tu muerte han germinado nuevos ojos
giran abiertos y prendidos a las agujas del reloj
Recuerdas que cortaste las alas a mi paz
para que no volara?
No sé como le crecieron
escapó
Y no he recuperado un pétalo siquiera
de la ternura rosa que destrocé aquella tarde
sobre tu cuerpo carbonizado
Desciende ahora que conoces los secretos de la llama
e incinera para siempre la insistencia de las alas.
De tu muerte han germinado nuevos ojos
giran abiertos y prendidos a las agujas del reloj
Recuerdas que cortaste las alas a mi paz
para que no volara?
No sé como le crecieron
escapó
Y no he recuperado un pétalo siquiera
de la ternura rosa que destrocé aquella tarde
sobre tu cuerpo carbonizado
Desciende ahora que conoces los secretos de la llama
e incinera para siempre la insistencia de las alas.
CARMEN JODRA DAVÓ
Me
mira. Pero no desde la altura,
como el Otro miraba,
sino asentado en la terrena grava,
sobre la roca dura.
Sonríe con sonrisa tan impura,
que la reina de Saba
no era más seductora que Él; me alaba,
como a fruta madura.
Yo rehuyo sus ojos en el suave
espejo de la alberca,
pero estoy deseando, y Él lo sabe,
ceder. Me olvidaré de Buda y Cristo
por verle más de cerca.
¡Mi Señor, Lucifer, Satán, Mefisto!
como el Otro miraba,
sino asentado en la terrena grava,
sobre la roca dura.
Sonríe con sonrisa tan impura,
que la reina de Saba
no era más seductora que Él; me alaba,
como a fruta madura.
Yo rehuyo sus ojos en el suave
espejo de la alberca,
pero estoy deseando, y Él lo sabe,
ceder. Me olvidaré de Buda y Cristo
por verle más de cerca.
¡Mi Señor, Lucifer, Satán, Mefisto!
De "El ciclo satánico"
ANA MARÍA MOIX
Nancy
Flor bailará siempre…
porque Johnny ya murió.
Un bribón le dio la muerte,
nadie sabe a dónde huyó.
Fue testigo un pistolero
rey en los bares de New York,
pasado luego a carcelero
contó la historia en un block.
Jim, Johnny y Nancy Flor
tres personajes de antología,
de apología,
extraña historia del terror.
Ella tenía los ojos grises,
Johnny pintaba flores de azahar,
Jim era dulce, un soñador.
Ella bailaba todas las noches,
Jim la soñaba en un bazar
rodeada de otros muñecos
que la adoraban por su candor.
Eran hermanos los dos adoradores de Nancy Flor.
Por la calle caminaban
los tres en silencio,
mas el corazón no calla, traidor.
Y Jim lo supo.
Daban las doce en el cuco.
Caía el sol en la acera
y Dulce Jim vio un gran amor
en las dos sombras de Johnny y Nancy Flor
unidas a ras de tierra.
El dolor apenas quema
cuando nada queda en el hueco
de un antiguo corazón.
El asesino huyó de la justicia
pero le persigue el eco
de una loca ilusión
que con diabólica malicia
persiste en tener razón.
Una flor era Nancy para Jim,
mas una flor pintada antaño
por un solo enamorado
que no fue Jim, sino John.
LUIS ALBERTO DE CUENCA
4.
Conversación
Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto, y cada vez que surgen
de dentro -0 de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amarte y de sentirme desamado.
Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto, y cada vez que surgen
de dentro -0 de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amarte y de sentirme desamado.
De "La caja de plata"
CONCHA GARCÍA
Alegoría
del tiempo
Somos
moderadamente felices,
los dos vivíamos en una afinidad
absoluta: las palabras
no pueden expresar la experiencia.
Yo tampoco.
los dos vivíamos en una afinidad
absoluta: las palabras
no pueden expresar la experiencia.
Yo tampoco.
1994
De "Ayer y calles"
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