Me
mira. Pero no desde la altura,
como el Otro miraba,
sino asentado en la terrena grava,
sobre la roca dura.
Sonríe con sonrisa tan impura,
que la reina de Saba
no era más seductora que Él; me alaba,
como a fruta madura.
Yo rehuyo sus ojos en el suave
espejo de la alberca,
pero estoy deseando, y Él lo sabe,
ceder. Me olvidaré de Buda y Cristo
por verle más de cerca.
¡Mi Señor, Lucifer, Satán, Mefisto!
como el Otro miraba,
sino asentado en la terrena grava,
sobre la roca dura.
Sonríe con sonrisa tan impura,
que la reina de Saba
no era más seductora que Él; me alaba,
como a fruta madura.
Yo rehuyo sus ojos en el suave
espejo de la alberca,
pero estoy deseando, y Él lo sabe,
ceder. Me olvidaré de Buda y Cristo
por verle más de cerca.
¡Mi Señor, Lucifer, Satán, Mefisto!
De "El ciclo satánico"
No hay comentarios:
Publicar un comentario