martes, 26 de enero de 2021


 

MAROSA DI GIORGIO

 

 

 

Misal de la virgen



-Usted nunca tuvo hijos. 
-No. Aunque, un día, cuando era chica, surgieron de mí, de mi pelvis, tres
lagartos. En cartílago grueso y anillado. Tres. 
-Eh. 
-Sí. Iban por la hierba. Al parecer tenían ojos, pero no pude saberlo. Se
hundieron en el piso. 
-Oh. 
-Pero antes oí un alarido, como si dijesen: ¡Mamá! ¡Ay, madre! ¡Ay! 
-Oh. 
-No volvieron nunca. En el momento de la parición, salían de mis pechos (del
izquierdo y del derecho), una gotita de sangre y una gotita de leche. 
-...! 
Y ella quedó impasible. Y aunque era completamente blanca, pareció lo que
siempre había parecido: 
Una princesa india, abajo de su anacahuita.

 

De: "Obra completa"

NÂZIM HIKMET

 

 

 

 

Me han cerrado todas las puertas...

 

 


Me han cerrado todas las puertas
todas las cortinas
ni un pañuelo de azul
ni un puñado de estrellas.
Amor mío, ¿es que va a sorprendernos aquí la muerte
                                   sin que podamos salir de esta ciudad?

 

Leipzig, 3 de agosto de 1959

 

De: "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo  
 

LUCILA NOGUEIRA

 

 

 

Movimientos de cuerdas en los remolcadores

 


Movimiento de cuerdas en los remolcadores

Hora europea de un calidoscópio de brumas

Dedos como submarinos entre sargazos

No es tan lejos

De Babilonia a Jerusalén

 

Ciudad- muelle de Saint-Nazaire

El atracar y partir de los navíos

Movimiento lento en agua quieta

Horizonte indefinido en el Loire

Balcón entre los andamios y las grúas

Éxtasis inesperado de las embarcaciones

 

Yo aquí soy solamente una extranjera

Y llevo la marca de la casualidad

Yo soy la transeúnte forastera

Y así como llegué debo partir

 

Yo soy aquí sólo la pasajera

Y por mas que me entregue

Permanecí ajena

Por más que te quiera

Yo soy farouche

Y esta ciudad es sólo mi trayecto

Foso muralla puente y centinela

Así como llegué debo volver

 

Nadie me saludará

Desde cualquier ventana

Aunque yo fuera

Muelle platónico de mí

Dimensión metafísica del sueño

Muelle metáfora del cuerpo pasaporte

Somos nosotros los barcos de esta noche

Muelle invisible de la resurrección

 

 

Poemas del Ainadamar

 

 

 

JEAN COCTEAU

 

 

 

Final

 


Por la mañana me inclino, me inclino y me dejo caer. Caigo por la fatiga, el dolor, el sueño. Soy inculto, nulo. No conozco ninguna cifra, ningún dato, ni nombres de ríos ni lenguas vivas o muertas. Cosecho ceros en historia y geografía. Si no fuera por algunos milagros, me perseguirían. Por otra parte he robado los papeles a un tal J. C. nacido en M. L. el… muerto con 18 años tras una brillante carrera poética.

 

Esta cabellera, este sistema nervioso mal plantado, esta Francia, esta tierra, no me pertenecen. Me repugnan. Los cancelo mientras sueño de noche.

 

La madre no ve más que fuego. La amo. Me lo da. No digáis que la engaño. Como contrapartida le doy la ilusión de tener un hijo.

 

He dejado el paquete. Que me encierren, que me linchen. Que lo entienda quien quiera: Soy una mentira que siempre dice la verdad.

 

 

 

LUIS ANTONIO DE VILLENA

 

 

 

El invierno de la edad media

 

 

Desaté tus sandalias
y te besé los pies. Fríos, estaban fríos
y hermosamente rojos de la nieve.
Tumbados junto a un fuego de encina,
entre ese olor vegetal y cálido del mundo,
oíamos a los monjes cantar salmos, muy oscuramente...
¡Tu cuerpo hermoso! ¡Cómo besé tu cuerpo,
tan blanco, dulce y fuerte, mientras te entredormías!
Tragué tu sexo entero.
No podía olvidar que caminábamos juntos, flagelantes,
hacia el perdón y hacia la penitencia...
El silencio parecía un gigante
y el rezo de los monjes el retumbe de un barco en la galerna.
No sé si me decías:
¿Estamos cerca ya del final de los tiempos?
Tu cuerpo de tan recio me parecía dulce.
Dulces fríos tus pies. Dulce tu axila.
Tu cuerpo, con el sayal subido.
Tu cuerpo erecto allí.
No sé adónde íbamos. Era el más duro invierno.
La nieve más profunda. y la voz de los monjes
retumbaba en la piedra.
La música -dijiste- la música...
Tus labios eran rosas, suavemente rojos
como tu dulce cuerpo...
Hermano mío de tiempo y penitencia.
¿Qué hacemos los dos juntos? ¿Dónde vamos?
¿Dónde nos lleva el miedo? No es la peste, no el hambre.
El viento ruge en el claustro de piedra.
Los monjes cantan en plegaria de sombra.
Estamos solos, tú y yo, hermano. Solos...
Es una Edad media interminable. Fuego ahí, en la noche oscura.

 

YAMILE PAZ PAREDES

 

  

Coloquio

 

La soledad es una mentira

muy útil.

Roque Dalton

 

 

La soledad no es

un perro infernal

poetizado

 

golpea nada más

                                    madura

 

sencillamente   

                          cae

 

         como la edad

                                      el fruto                                      

                                                      y

                                                           la catástrofe.