domingo, 11 de marzo de 2018


GABRIELA D’ARBEL






Fuera de la nave, Irradio claustrofobia y calor, sólo con tocar el lado trémulo de las cosas.
(No hay forma de poner pause a la fuerza del vendaval)



Cero absoluto.
¡El casco huele a rayos!

Conozco el punto ciego del escenario, las cartas selladas
por una gota de cera y duda, la tierra como utilería.
Llegan preguntas bien formuladas.
Pero ¿y las respuestas? ¿Quién las robo del cajón
de la hégira extraviada?          Hipótesis.

No puedo acariciar la órbita que me apresa.
Mi velocidad de fuga es cero.
Escucho mi respiración y el roce de mis giros involuntarios.
Quiero hacer algo que me saque de este paisaje sideral.
Un sofá, seguramente, donde platicarte mi odisea.


LILIANA BELLONE





Lo numinoso



I

Es la tarde y el otoño entra en la catedral

Repite hermana tu rosario
Que rezaban los abuelos
Y tu madre en tardes tristes
Nonas
Repite las letanías hija
Como tu madre
Y tu abuela


II

Suena el órgano
Sube a los cielos
Jesús resucitado
Llama a sus apóstoles
Subió a los cielos
E n una nube
Y nadie más lo vio


Pero vendrá de nuevo
De la misma manera
Y repetiremos
Las tardes
Las tardes


JACK KEROUAC





La luna
es un
limón ciego


De: “American Haiku”


JEANNETTE CLARIOND





Estancias



Oscuridad
del mar en el que habito,
oscuridad, niebla,
mar
y furia en este vuelo,
oscuridad
y ni gaviota lejana,
ni certeza…
sólo pasos de muerto en mar abierto.



ALFREDO R. PLACENCIA





Abre bien las compuertas



El hilillo de agua, rompedizo y ligero
abre la entraña obscura
de la peña, de suyo, tan tenaz y tan dura,
y da en la peña misma con algún lloradero.

Señor: entra en mi alma y alza Tú las compuertas
que imposible es que dejen que fluya mi amargura.
Quiero que estén abiertas
las compuertas
de mi alma de roca, tan rebelde y tan dura.

Soy Tomás; necesito registrar tu costado.
Soy Simón Pedro, y debo desbaratarme en lloro.
Dimas soy, y es mi ansia morir crucificado.
Soy Zaqueo, que anda todo desazonado,
viendo, por si pasares, dónde habrá un sicómoro.

"Tocad, que si tocareis, se os abrirá", dijiste.
Por eso llego y toco
y tus misericordias seculares invoco.
Señor: cúmpleme ahora lo que me prometiste.

Alza bien las compuertas, Señor; lo necesito.
Deben estar abiertas
las compuertas del llanto que purgará el delito.
Abre bien las compuertas.

El hilillo de agua, rompedizo y ligero,
¿cuándo no dio en la peña con algún lloradero...?


DAVID ESCOBAR GALINDO





Húndete en la ceniza, perra de hielo...



Húndete en la ceniza, perra de hielo,
que te trague la noche, que te corrompa
la oscuridad; nosotros, hombres de lágrimas,
maldecimos tu paso por nuestras horas.

Más que las sombras francas, como las minas
de un campo abandonado, furia alevosa;
la luz no te conoce, por eso estamos
doblemente ofendidos de lo que escombras.

Por la sangre en el viento, no entre las venas,
donde nazcas, violencia, maldita seas.

Caminamos desnudos hacia el destino,
nos juntamos en valles de ardiente idioma
y si la estrella olvida su edad sin mancha,
si el fuego se abalanza con sed inhóspita,
si el rencor enarbola ciegas repúblicas,
cómo hablarán los días de justas formas.

¡Ah silencio infranqueable de los violentos,
nunca seremos altos si nos dominas,
nunca seremos dignos del aire inmune,
nunca seremos ojos llenos de vida,
sino que en lava inmunda vegetaremos,
entre un sol de gusanos que se descuelgan,
mientras la sangre brota de mil espejos,
oscureciendo el agua con sangre muerta.

Por la sangre en el agua, no entre las venas,
donde nazcas, violencia, maldita seas.

No, no intentes doblarnos sobre otro polvo,
no sacudas las hojas de nuestras puertas,
te lanzamos, hirviente, todo lo vivo,
todo lo humano y puro que nos preserva.

No, no confundiéramos savia y vinagre;
los ojos se te pudran, te ahogue el humo,
las ciudades se cierren igual que flores
inviolables al solo recuerdo tuyo.

Roja peste, violencia, nada ni nadie
será habitante claro donde tú reines;
desdichada agonía del hombre falso,
húndete en la ceniza, sorda serpiente.

Las espaldas, los pechos te den la espalda;
cierren tu paso frentes, ojos, ideas.
es tiempo de sonidos que instalen música.
No, no asomes tu río de manos negras.

Por la sangre en el polvo, no entre las venas,
donde nazcas, violencia, maldita seas.

Ah si el violento asume la ley del aire,
si aprieta en hierro impuro vidas y haciendas,
si desala sus pozos de hambre sin dueño,
si desenfunda el cáncer de su inconsciencia.

Por el mundo, qué huida de espesos pájaros,
qué castillo de savias que se derrumban;
en el río revuelto, redes sin nombre,
y en la tierra apagada fieras que triunfan.

¡Pero no! Estamos hechos de sangre viva,
y de huesos más hondos que el desatino;
no hay vigilias que rompan alma de humanos,
ni cinceles, ni látigos, ni colmillos.

Húndete en la ceniza, perra de hielo,
que te trague la noche que te procrea;
por la sangre en el viento, no en su recinto,
dondequiera que nazcas, ah dondequiera,
sin descanso de estirpes, años y mares,
sin descanso, violencia, maldita seas.


De: "Duelo ceremonial por la violencia"