"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 3 de diciembre de 2021
EMILIA PARDO BAZÁN
Soneto
¡Cómo
del tiempo la veloz carrera
destruye con su marcha presurosa
la creación más noble, más grandiosa,
desolación sembrando por doquiera!
¡Cómo
sin tregua dar, toda la esfera
recorre, y con guadaña silenciosa
no perdona ocasión, no deja cosa,
y la muralla más potente altera!
¡Cómo
a su paso caen las naciones
que en el polvo y olvido precipita,
deshaciendo los fuertes escuadrones!
Ayer,
con frente pálida y marchita,
yo me hacía estas tristes reflexiones
los codos al mirar de mi levita.
De:
“Las frases frágiles”
JOSÉ MARÍA PLAZA
Amanecer
La luna no es una estrella,
pero brilla más que ellas.
La
luna de Nueva York,
entre piedras, entre sueños,
ilumina mansamente
las calles y rascacielos.
Más
tarde, muy silenciosa,
del cielo desaparece
porque la noche bosteza
y de repente amanece.
JUAN MARCELINO RUIZ
En
Re menor
(Con
perdón de J. S. Bach)
Te
pensé,
como
se piensa en un violín “stradivarius”
redactando
las notas de un concierto
para
pintar de rojo
la
noche de tu alcoba.
Tenso
el arco,
deletreando
la gracia de tus cuerdas;
recorriendo
la escala sin censuras
al
compás de un tiempo suspendido.
Luego
inventamos
un
gemido escrito en ocho notas
jugando
en la armonía, el contrapunto;
afinar
un poco, comenzar de nuevo
leyendo
al cangrejo el pentagrama.
Un
ruido fracturó la melodía
fuera
de ritmo tus padres golpearon a la puerta
Aquel
concierto
previsto
para más de cuatro movimientos
quedó
tan sólo en vil “Tocata y Fuga”.
He
de calmar mi instinto musical
(como
otras veces)
con
un solo de flauta.
SEBASTIÁN KIRZNER
Los
Veleros
I
No
sé nada sobre veleros.
Las
puntas de mi patria se
caen
en un lago manchado
por
tintes negros.
Basural,
con olor a óxido
y
ponzoña en sangre,
ese
óxido que me llevo a la boca.
El
barrio de la punta,
ahora
bien armado para turistas,
chinos
con camaras kodak,
suecas
rubias con cara de vida,
con
cara de agua potable.
Ellos
retratan:
Lo
estancado como inminente.
Lo
perdido como juglares.
Lo
bastardeado de una vida de puerto,
como
miradas de sabiduría
de
unos viejos marineros folk,
que
aún quedan, flotando sus fofos cuerpos
en
el Eladia Isabel o en la Cachiola.
II
No
sé nada sobre veleros.
Porque
mis padres me criaron en Palermo.
Donde
el mar es una ruta calle hostel,
donde
mis veredas tienen tinte extranjero,
con
sabor a mar, a distancia,
pero
nunca color ni forma.
III
Prendo
mis velas, de velero.
Lánguidas
de falo erecto,
por
no pagar la luz.
Y mi
cuarto, que aún es mío;
no tiene bed and breakfast
no tiene room service.
Sólo
un seno blanco
y el
repicar de mis letras
en
el teclado.
IV
Letras
manchadas, atrapadas.
Contenida
mi literatura
en
el Windows 98 o Windows Vista,
de
la computadora que mi padre me regaló…
Porque
yo necesitaba una herramienta,
porque
yo necesitaba una pantalla,
una
luz, un mouse
y
una droga binaria.
V
No
sé nada de veleros.
Eso
no es tan raro,
tampoco,
sé nada, de amor.
BENJAMÍN MORALES
Éxodo
este es el hueso de la tierra,
este es el camino en el cielo
que refleja el grumo trastornado
de los cuerpos.
esta
es mi carne,
esta es mi sangre,
este, mi desierto,
de sangre huidiza,
de aves ciegas,
en el olvido de nosotros,
en mi propia pesa de recuerdos.
este
es el camino al entierro de todos,
tras la arena,
entre las cuchillas del sol,
para dejarse morir,
dejarse caer como el buitre
pensando en la carne gruesa,
salada como costra.
este
es el hueso de la tierra,
este es el sepulcro de nuestros nombres,
el adiós,
el presente
y la guía negra entre las praderas blancas.
–
LEO LOBOS
Buscando
luces en la ciudad luz
A Paz Carvajal y a la tan necesaria Paz
para este mundo y el otro.
Busca que busca
la luz de la palabra cruzando
ríos y lagos
mares y montañas internándose en
ciudades laberintos actuales bosques
sumergidos desde Santiago a Boston desde
Nueva York a París, París, París y en este
bosque blanco que, otra cosa, la misma cosa
la veo parada ahí
en la calle
pensando quizás en el eco
de las aguas entre la multitud y los autos veloces
buscando la luz, buscando las luces de una piel
que nadie podrá herir
mientras perdidos transeúntes
le preguntan
por dónde
por qué camino
por qué lugar se entra
se sale del espejo
donde a ratos logran escuchar a un triste Lewis Carroll
llorar por una niña llamada
Alicia
atrapada por
él
en
una
historia
paradojal
Marnay-sur-Seine, Francia, 2002
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