martes, 6 de noviembre de 2012


ALICIA SALINAS





Óyeme



No soy yo
la que cae rendida en tus brazos
Eres tú
el que
perfecto cabes
en los míos

DARÍO JARAMILLO AGUDELO





Algún día…



Algún día te escribiré un poema que no
mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.

Algún día te escribiré un poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.

Algún día te escribiré un poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas,
algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.


MIGUEL MÉNDEZ CAMACHO


  


Recuérdame, desnuda



¿En qué bar estarás
donde tu risa
suene más que la música?
¿Dónde tu pelo sea
el rincón más oscuro de la fiesta
y tú escote
la ventana mejor iluminada?

Alguien sabrá que eres impredecible
de la cintura para abajo,
hacia arriba te salva la sonrisa
y esa mirada ausente
como si no quisieras compañía.

¿A quién decidiste seducir?
¿Algo tiene de mí
tu próxima aventura?

Recuérdame, desnuda
y no olvides
que nadie sabe más de tu cuerpo
que mis manos.

FLORENCIA SMITHS





Bordes


Toma toda esta piel
me estoy desbordando
caigo por las orillas de las cosas
resbalo en la superficie
de este silencio
soy toda ya
demasiado
algo
y
alguien
que busca ser tomada de piel
toda
por ti
causando el caer

CECILIA PALMA






Ciudad triste



I

Con el pelo suelto
cayendo como cascada
me pierdo en la
ciudad enredada de
vientos confusos
las pupilas huyen
en zapatos
cansadas de
gotear esperanza.

Entre los muros Pedro de
Valdivia asoma su casco
en una esquina
deslumbrando a la
muerte
observa las figuras que
como sombras se
pasean por
calles padeciendo de vida
vida fortuita y cansada
congelada en
algún juego de la niñez.

II

Los niños mojan sus
sonrisas en las fuentes
corren con los dientes
asomados persiguiéndose
atravesando calles
descuidando los harapos
ellos pasean sus
sueños por las nubes
sudan la infancia de
noches entre adultos.

Los niños descubren la
soledad sin saber todavía
su significado en el diccionario.

III

Como fugitivos los
sueños se esconden a
cualquier presencia en
los rincones de las
casas
pregunto al silencio si
no los he pisoteado esta
mañana
quiero saber si siguen
vivos donde estén
si existen a pesar de
las circunstancias
pero el silencio no
responde
calla dictador de la
mordaza fecundo hacedor
de censura
escapo de las paredes a
buscar las últimas estrellas
que no se rinden al sol
salgo a recuperar la
pupila suspendida en el
aire
a mi risa perdida en una
esquina cualquiera.

La ciudad despierta
mientras tanto con
la bulla de siempre
el humo de siempre
el hastío de siempre.

MATILDE CASAZOLA





Los Oscuros



La fruta estaba hecha
para que la gustáramos,
para olerla y gozar su lozanía.
Pero nosotros no podíamos comprarla.

El sol estaba hecho
para amar nuestra piel,
estremecer la vida de todo nuestro cuerpo.
Pero a nuestra guarida el sol no entraba.

El pan de cada día, en fin, estaba hecho
para hablarnos todas las mañanas
de campos fecundados.
Pero nosotros sólo comíamos mendrugos duros y agrios.

También había música y otras cosas dulces,
pero habitaban en el aire alto,
y nosotros sólo captábamos sus ecos.

Nos debatíamos en la cueva obscura
en el cuartucho húmedo
donde la única verdad es la miseria.

Entonces, no aprendimos
el himno de alabanza,
y la sonrisa en nuestros labios
era una flor enferma.

Dicen que Dios hizo a los hombres iguales
y semejantes a Él en armonía y belleza.
¿Cómo es, entonces, que ahora
formemos este vértice inmundo
del que huyen todas las miradas
y contra el que se vuelven bruscamente las espaldas?

- Hablo por boca del hombre que se arrastra
por húmedos rincones
de morada siniestra.
Dice que también de él era la tierra –

¿Quién hurtóme el rojo clavel
llamarada impetuosa,
quién bloqueó mis salidas,
quién me esperaba
aún antes que pensara nacer,
con la triste cadena?

No estuvo equilibrada en mi balanza
la desdicha con la bienaventuranza.

Te regalo de antemano mis huesos
para que hagas con ellos
trémulas flautas que canten elegías
mientras a blanca mesa se sientan prósperas familias,

y hay sol, hay pan, hay fruta.
Pero llora, es verdad, en todo el aire
trémula flauta su llanto innumerable.