lunes, 17 de noviembre de 2025


 

ÁLVARO MENÉN DESLEAL

 

 

Luciérnagas

  

Ya frutecieron
los faroles: al viento
van las semillas.

 

 

LUCILA ESTRADA DE PÉREZ

 

  

Mi humilde lira

Al bachiller don Pedro Flores.

 

 

De los poetas yo deseaba
pulsar el arpa divina,
que armoniosa y peregrina
en mis oídos vibraba.

De la inspiración sentía
arder el fuego en mi alma,
y hasta conquistar la palma
soñaba mi fantasía.

Por eso triste mi acento
en Cuscatlán exhalaba,
y mi mente se extasiaba
con la voz del sentimiento.

Desde niña tributaba
tierno culto a la poesía.
Con su amor el alma mía
enteramente llenaba.

Me embriagaban los cantares
que inspiran al trovador,
ya el placer o ya el dolor,
las flores o los palmares.

De la fuente los rumores,
de los pájaros los trinos,
los celajes vespertinos
o del sol los resplandores.

Y en mi deseo anhelante
de imitar su dulce acento,
lancé mis notas al viento
entusiasta y delirante.

Mas no he nacido poetisa,
sólo soy admiradora
de la diosa arrobadora
que todo lo diviniza.

Por eso en tiernas canciones
de admiración y de amor,
no he dirigido al Creador
mis humildes ovaciones.

Ni de mi patria he cantado
la belleza de su suelo,
la limpidez de su cielo
ni su horizonte rosado.

Coyocutena, que un día
presenció las desventuras
de Lempira, en quien Honduras
valiente adalid tenía.

Celaque, de quien es fama
oculta, inmensa riqueza,
de cuya augusta belleza
mi patria se muestra ufana.

A mi alma han enardecido
con su presencia orgullosa;
su tradición portentosa
mi admiración, atraído.

Y si mi numen tuviera
la sublime inspiración,
como una humilde ovación
yo mis cántigas les diera…

Dices que mis compatriotas
oír desean mis cantos
donde hay ruiseñores, ¡tantos!
¿Cómo sonarán mis notas?

¿Cómo atreverme a pulsar
aa desacorde arpa mía,
si esa dulce melodía
nunca la podrá imitar?

Mas si tu armoniosa lira
que, en concierto delicioso,
expresa el idioma hermoso
que en el Parnaso se inspira…

Quiere escuchar de la mía,
humilde y pobre canción,
al compás de triste son,
estas estrofas te envía.

Gracias, septiembre de 1884.

 

ABDUL HADI SADOUN

 

  

Sin distinguir las direcciones

 

 

Sin distinguir las direcciones en el juego de mi tránsito,
equilibro mi peso lejos de las esencias tentadoras,
y no recuerdo el descanso de las sillas.

Un juego perdido
que cometemos
y olvidamos su silencio inquietante
siempre.

Nos dispersa y mueve nuestra hoja
con su viento,
y nosotros, que no nos cansamos
de repetir su paso.

Ahora, por ejemplo,
cargo mis pies
y me balanceo en el peso de sus direcciones,
buscando su insomnio o algo que lo señale.

Ahora…
como suele suceder.

 

DÁNIVIR KENT

 


A Mahmud Darwish, en presencia de la ausencia

 

 

˗˗Hazme nacer ˗˗ dijo el poeta
de un grano de trigo
no de una herida.”
De una espiga
de asombrado cobre
entre la multitud desteñida
del campo.

                             Hazme campo
agreste e intacto
para la caída justa
de tu palabra
en mi boca.
Voz que vibra
y mitiga el temblor
en el lomo desnudo
del agua. Caricia
                  sobre la caricia
agrietada
del mundo.
Surco invisible
para frenar la tinta
de tu sangre
derramada. 

 

ALMA KARLA SANDOVAL

 

  

Naipe marcado

 

 

Esto que ves aquí es una torre de varios días cayéndose en la casa.
Se rompe otra vez en la memoria de una habitación con lluvia.
No alcanzo a recoger tantos fragmentos,
no uno las piezas, no tropiezo con tu voz.

Eso, esto, aquello, todo lo que llaman vida
y se queda quieto ahí, en espera de algún tren,
ya no es el tiempo de las torres o palacios
o la inmensidad de una promesa enviada por correo.

Esto es la vida: jinete oscuro, guadaña, pacto hambriento.
La vida creció.
Se puso este traje de fantasma apocalíptico,
de viento burlón para derrumbar los días.

 

 

HERIBERTO MONTANO

 

 

Tranquilidad

 

 

Hoy amanecí tranquilo como alma ausente
No me dolió este país para nada
ni la calle se llenó de gritos y pancartas
ni el pájaro azul cantó canciones rojas
ni oí tu voz de papel lejano

Hoy me sentí feliz como gusano
y repté milímetros de ilusiones
sobre la arena de una playa fría
y sobre un recuerdo mullido de mujer que entona
en mis rodillas un leve murmullo
mientras acaricia un dedo de mi mano izquierda

Para nada me dolió la cicatriz
atávica de la tristeza
ni los siglos con que el hambre nos persigue
ni el trabajo que cargo en mi mochila
sobre la columna vertebral del desaliento
Hoy amanecí feliz Qué cosa

Hoy amanecí tranquilo
Todos amanecimos tranquilos
y hasta los policías dieron gracias a la gente
y el banquero agradeció a sus matones
y el sol fue vendaval de polvo de oro
que no se devalúa sino que brilla
tal como advierte el banco mundial
para estos casos

Hoy amanecí feliz como lombriz