sábado, 30 de enero de 2021


 

ELSE LASKER-SCHÜLER

 

 

 

Resignación




Abrázame maternal y suave,
y muéstrame el reino celeste,
Tú noche soñadora;
Y haz descansar mis pesares,
~ Ocultos en tu regazo ~
Sobre rosas y sobre hojas de plata
En el profundo polvo de la tierra.

En la luz crepuscular, en el brillo crepuscular
Se pulverizan tus ensueños
En la suntuosidad azul de las nubes.
Me preparo para la batalla del día.
Y ansío la noche eterna.
Para derretirme silenciosamente en el rojo de la tarde,
En tu brazo de salvador, muerte.

 

 

Versión de Sonia Almau

 

GUADALUPE GRANDE

 

 

 

El Rastro

 


Somos materia de extrañeza
quién nos lo iba a decir nosotros
que hemos sufrido tanto
Pero nuestra memoria no arde
y ya no sabemos morir



Memoria de la vida,
memoria de los días y la vida,
cuchillo que abre el mundo
esparciendo unas vísceras que no consigo descifrar.

Memoria de las tardes y la luz,
alumbras la mirada
eres el vigía implacable,
la brújula severa, el testigo carcelario
que anuda el tiempo en su mazmorra.

Qué buscas, memoria, qué andas buscando.
Me sigues como un perro hambriento
y tiendes a mis pies tu mirada lastimera;
husmeas, perniciosa, en el camino
el rastro de los días que fueron,
que ya no son y que jamás serán.

Te arropan los andrajos de la dicha
y la desolación te ha vuelto precavida;
memoria de la vida, memoria de los días y la vida.

 

FERNADO CHARRY LARA

 

 

 

El lago

            By the waters of Leman I sat down and wept
                                                       T. S. Eliot

 

 


Érase entre la luz de la mañana 
Alta y desierta nube de otro tiempo 
Me mirabas llegar desconocido 
Aire írio cristal pálido día 
Llovía luego un agua verde entre el paisaje 
Un agua azul y plata por el lago 
Un agua ronca con sollozo a mares 
Despedazándose rota en ventanales 
Me veías llegar desconocido me veías 
Amante que perdió su memoria el rostro amado 
Me veías ráfaga de huracanadas 
Olas de luz y viento y tempestades 

Dejabas penetrado de relámpagos 
Al extranjero corazón a oscuras 
La ciudad que rodea de verdor el lago 
Cuando a la hora última la tarde 
Dejabas tu desolación en las esquinas 
Cuerpo insinuándose al recuerdo 
Dejabas tus sedosas violetas esparcidas 

El mundo extraño apenas prodigando 
Leves fulgores perlas por el aire 
Frágil contra la sombra el muro el árbol 
La viuda cabellera de las luces 
De noche tiernas lunas 
Sobre los pavimentos y las lluvias 

Cuando eres tú y a tu lado impalpable 
Una joven cintura entredormida 
O femenino cráter insospechado ardiendo 
Ebrio de tristes pasos cuando el eco 
Por soledades vagas como espejos 
Como calles por nadie nunca recorridas 
Que hace más años tú ya presentías 
Ser el desconocido 
De súbito al encuentro 

El rugido del viento en las orillas 
Ecos de ahogados flotan sordamente en insomnio 
La oscuridad el cielo inmóvil 
Las aguas que noche y día son tu pensamiento 
Lago tal corazón desbordado 
Bajo la madrugada sollozando 
A solas su imagen tan desierta 
Un momento le creíste 
palpitación o llamarada 
Como tú 
De amor y luz y tiempo ausentes 
Contemplar aún su claro pecho irisado 
Mientras la vastedad del agua amaneciendo 
Lago era entonces sin furor 
Invisible al deseo 
Cuello jazmín apenas 
Solitario de silenciosa blancura 
Muslos apenas grises de nácares helados 

Alejándose entonces la presencia y el sueño 
Borrando al alba en cansancio su latir obstinado 
Llegar por fin a ti la vida en secreto 
La vida ahora que asoma entre tus labios 
Tus mudos labios volviendo a tu vida 
Aquel desconocido 
De siempre a tu encuentro 
El cuerpo del pensamiento de ti mismo 
Aquel 
Amante que perdió su memoria el rostro amado 
Huésped del laberinto y la nada.

 

JOSÉ MARÍA PARREÑO

 

 

 

 

Te sé...

 


 

Te sé 
oxidada de silencio y noviembre 
y abrazada a tus piernas 
y desnuda 
se te enfría 
la saliva en los labios 
y hasta tu sombra es dura 
en la alcoba 
tus medias derramadas 
son medusas 
de un mar 
al que no iremos nunca

 

ALEJANDRO PERALTA

 

  

 

g o t a s   de   c r o m o

 


Las brisas están regando el pastizal

 

Hai un aserrar de espigas
i un llanto de quinuas ojerosas

 

Está empedrado el horizonte
de terrones de sol madrugador

 

Las gaviotas bataclanas
vestidas de azahares
en el altar de la playa
comulgan con hostias de agua

 

REYNALDO URIBE

 

 


 

 


avanzada la noche



en el Casino de Oficiales

hay un brindis de honor

por la feliz sociedad



detrás de una ventana

se marchitan flores

y un hombre llora


De: “Resistencia”