FUERTE DE LORETO, PUEBLA
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 17 de mayo de 2013
JULIO ALFONSO CÁCERES
El
arpa y la lluvia
La
tristeza me viene del lado de la lluvia,
de
la lenta neblina que recorta los árboles,
tal
vez de la furtiva rapsodia de las hojas
que
señalan su otoño al pie de las estatuas.
El
amor en mi vida no ha sido una alborada,
siempre
un caer de agua ha medido su espacio,
y
cuando el día levanta sus banderas de sol,
allá
en mi corazón se perfila un ocaso.
He
recorrido siempre por tácitos países,
rompiendo
noches, derribando estrellas,
para
buscar la forma fugaz de la ternura
reflejada
en el agua perdida de la ausencia.
Y
he sido errante, viajero como el viento,
pasajero
inconforme del beso y la sonrisa,
y
a cada nuevo lirio crecido junto al alma
una
espina reparte su frío y su silicio.
Oh
el desierto del tedio, la rencorosa tierra
pisada
en mil caminos de locura constante,
y
esta urgencia de vinos en el alba apagada
cuando
tras la caricia se hace grito el instante.
Y
solo, siempre solo como esos puertos viejos,
donde
ausentes gaviotas crucifican su vuelo
y
algún marino inválido zurce redes de ensueños
mirando
el horizonte siempre esquivo a su anhelo.
Por
eso esta honda angustia, esta pena sin nombre,
que
me invade afanosa como una ola amarga,
y
este romper espejos para borrar imágenes
que
el corazón inventa con latidos y sangre.
Será
por eso triste nuestro amor silencioso,
nuestro
amor confundido con caricias y lágrimas;
triste
cual esos niños que se quedan dormidos
como
rosas marchitas, tirados en la calle.
Oh
amor, signo dorado, girasol rumoroso,
paraíso
del canto, norte de la alegría,
por
tu mano de seda y tus guitarras hondas
está
llorando ahora mi juventud perdida.
GUILLERMO SEPÚLVEDA
Poema
Nº 4
Abre
tu cuerpo, amada,
para
que vayan por él
mis
manos verdes.
Tu
cuerpo, como un valle
y
sus colinas.
Tu
cuerpo, como un cielo,
con
sus muslos ardientes.
Tu
cuerpo, como un grito,
por
la arena
y
su tibio lamento.
Qué
corales tan dulces
por
tu espalda
y
qué semillas buscando
un
río nuevo.
Mis
besos te llenan de palomas
el
cuerpo.
¡Cómo
cabe mi vida, tan pequeña,
en
tu sexo!
ALEJANDRA PIZARNIK
Despedida
Mata
su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.
De "Los trabajos y
las noches"
JIMENA ANTONIELLO
Estoy
aquí
Aquí
estoy,
mirando los años, contando penas,
y arañando los números del almanaque
que me ven adormecida, nauseabunda,
varias veces derrotada.
Aquí estoy,
tejiendo los recuerdos con hilos invisibles
en este universo de rostros sin historia,
de presente cambalache,
de no llego a fin de mes.
Ya no intento arrancarte o acercarte
en la hora del descanso, ni
escribo poesías sobre el pupitre de trabajo.
Tampoco respiro el aire vacío y
olvidado de tu almohada.
No recuesto la cabeza en los
besos que me diste.
Y no me enojo, ni resoplo,
cuando cada tarde
a eso de las seis, la soledad
-increíble compañera fiel me
hace masajes en el hombro.
Aunque se le escapa, y se disculpa,
alguna anécdota tuya; de tus
gustos, de tu risa renovadora,
de tu halagadora madurez.
Aquí estoy
mirando penas, arañando años,
y contando los números del almanaque;
para no seguir adormecida y con náusea.
Varias veces derrotada.
Aquí estoy,
sobreviviéndote.
mirando los años, contando penas,
y arañando los números del almanaque
que me ven adormecida, nauseabunda,
varias veces derrotada.
Aquí estoy,
tejiendo los recuerdos con hilos invisibles
en este universo de rostros sin historia,
de presente cambalache,
de no llego a fin de mes.
Ya no intento arrancarte o acercarte
en la hora del descanso, ni
escribo poesías sobre el pupitre de trabajo.
Tampoco respiro el aire vacío y
olvidado de tu almohada.
No recuesto la cabeza en los
besos que me diste.
Y no me enojo, ni resoplo,
cuando cada tarde
a eso de las seis, la soledad
-increíble compañera fiel me
hace masajes en el hombro.
Aunque se le escapa, y se disculpa,
alguna anécdota tuya; de tus
gustos, de tu risa renovadora,
de tu halagadora madurez.
Aquí estoy
mirando penas, arañando años,
y contando los números del almanaque;
para no seguir adormecida y con náusea.
Varias veces derrotada.
Aquí estoy,
sobreviviéndote.
LUIS GARCÍA MONTERO
Está
solo. Para seguir camino...
Está
solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cunado pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cunado pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.
Una
vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.
Se poblaron sus labios de ceniza.
Dijo
también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.
Soledad,
libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.
De
todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.
No
quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.
Sabe
que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
Tiempo
de habitaciones separadas.
De "Habitaciones
separadas"
OMAR GARCÍA RAMÍREZ
Tus
ojos
Pasaron
en verde aleteo
aves
de musgo tus ojos;
sueños
de agua y luz...
premonición
de guerra.
Dónde
estarán durmiendo...
abiertos
como ventanas en la noche
contemplando
enlunados gatos
sobre
los tejados de nuestro barrio.
Yo,
besé tus ojos
para
que mis labios besaran luz.
Yo
que bebí del vino azul, néctar del pecado,
y
tomé tu aéreo cuerpo; árbol frágil sobre el precipicio...
Ahora
en la playa
desnudo
en la marea de mi libertad
me
siento pobre y huérfano
y
pienso que de todo lo perdido
lo
que más perdí en el mundo
fueron
tus ojos.
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