domingo, 20 de agosto de 2017


CARLOS CÚCCARO




Paisaje en llamas



Herido de inexistencia,
Dios
colgando
en el abismo
como
una orquídea de fuego.

La tarde calurosa
muriendo
en ecos
de música negra.

Los cuerpos desnudos y terribles
cayendo
entrelazados
en el túnel
de la ferocidad sin nombre.

Cámara lenta
que muestra
formas
danzantes
y furtivas.

Todo se desencadena
absurdamente
en la Gran Ciudad,
donde
vos y yo
permanecemos boca sobre boca,
perdidos
en
la sombra vertical
que nos oculta.

Sembradío de luces.

Vómito de estrellas.


De: “Los árboles del abismo”


LILIANA BELLONE




La costura de Hortensia



Cose Hortensia
En la galería con geranios cose y recuerda la tarde
Cuando la llevaron a visitar a su abuela
Una tarde con geranios
Y la abuela cosía con hilos
De colores una alfombra rara
Para volar
En esos años las tardes
Y los días eran largos muy largos
Hortensia cose con hilos blancos
Los volados de su blusa de organdí
Han caído al piso cintas
Puntillas y dedales
                  
                   Vienen desde el túnel del tiempo
                   Su tía
                   Y su bisabuela
Perfumadas
En un coche tirado
Por caballos negros
Un coche extraño que ella veía en un corredor
Donde había otros coches
Pomposos
Porque eran tiempos
De pompa
Y había que inclinarse
Como lo hacía la abuela
Con su sonrisa blanca
Y sus manos como husos
Que cosía y cosía
Junto a Carmen que cosía y bordaba
Con hilos celestes como si fuesen
Hilos de luna
El verano me ha traído un recuerdo
Piensa Hortensia
Pero también
El olor de la tierra mojada
En febrero
Las manos de Crisóstomo
Sobre mis dedos
Que jugaban un anochecer
Crisóstomo
Voy ahora casi azul
Con mis venas de nada
A tu encuentro
Sobre un horizonte de capullos
Pierdo pie y caigo
A la laguna
Donde bogan patos salvajes
¿De dónde llega
Este olor
A tierra mojada?
Hace mucho calor Hortensia
En febrero
Hay truenos
El jazmín atribula el aire
Duérmete
Liliana


De: “La costura de Hortensia”



RAFAEL CANSINOS ASSENS




Dalet



     Y, como los perfumes vertidos en la noche; como el amor encendido en la noche;
semejante a la antorcha que se ha de apagar en el alba, pasaremos fugaces e ignorados,
mientras tú brillas en medio de los cielos serena e impasible, cual una concubina con
tu regazo abierto como una red dorada.


De: “Los Psalmos de la noche”


VERANO BRISAS




Diferencia

-Me pregunto si otros hombres han experimentado jamás los sentimientos que he experimento yo.
Walt Whitman




La puta normal se acuesta con el cliente,
le da confianza
y cumple su tarea lo mejor que puede,
luego de cobrar por los servicios prestados.
Agrega un "hasta pronto"
y se dispone para el nuevo acto.

La puta de clase, la que es inteligente,
sabe muy bien que su función principal
no es la subasta de un cuerpo
sino ponerle alas grandes, llenas de fantasía,
a los sueños reprimidos de todos sus parroquianos.



ELEONORA FINKELSTEIN




Ofelia o el abandono



Ahora cerrará los ojos
cruzará las manos sobre el pecho
e imaginará que sostiene
un manojo de hierbas.
Es perfecta.
Tiene el pelo brillante
y los labios relucientes.

Si finalmente la hubieran llevado
los mendigos o los actores con ellos
estaría bailando y por supuesto
ya no sería virgen, ni siquiera rubia
y acaso ni danesa.
Pero el destino es la elección obligada.

Y va demente de río en río:
morir / dormir / soñar
morir / dormir
soñar con la eternidad del cuerpo.
Pero el agua es fría y corre
y ella es más fría
y pálida
con venas azules y la sangre helada.
Sus piernas son blancas,
sus piernas son tan blancas.
Y las uñas de sus pies son iguales
a las uñas de sus pies a los diez años.



ENRIQUE CASARAVILLA LEMOS




El 30 de mayo —mi madre muerta—



I

Recato o discreción
mi madre
de augustos sentimientos!

Terminaron hoy
su devoción doméstica y su oficio...

Temía los vientos
y temía a los mares...

y se hizo perfume
y rocío, para no temerlos!

Le agradaban sol
y calma,
y miraba como es debido en torno...

……………………………………………………………
¡Muerta!
A la vida has pertenecido
¡y oculta ahora de la vida eres
de la eternidad inmensa!

Lirios
ofrendarte como al cielo!

Aún quedan, amor, y esperanza...

¿Hablar,
soltar palabras?

Si todas ya contigo se alejaron...

nada tenemos que decir!

II

Sentimiento extendido de mi madre
muerta hace apenas tres horas.

Madre, Madre.

Madre desaparecida!...

Envíame el cuidado
de tu bendición
desde el cielo que se extiende
(como si pareciérame ahora, cielo
de un sitio beato y extraño...)

como si su amplia señal alta
para mí fuera a empezar
y desde el suelo que se achica, ahora!
desde las estelares luces,
y desde la tierra
con sus ramos inmaculados e inusitados,
sus torrecillas
y sus techumbres,
y todo lo que en ella está
sereno...

III

Las angustias

Debían morir también, al fin, tus ojos.

Mirar pequeño y suave el tuyo ¡madre!

El día mío y tuyo de la cosa más triste!
Ya no están más las perlas:
una angustia de acero...

Y nadie dice
el alma, a no ser sólo las tristezas.

IV

Madre muerta

Pero retengo y llevo en las entrañas
la alegría...
de que te he de volver a hablar y he de mirarte
más allá de la tierra y después de la mar,
más allá de la muerte, más allá de la vida
—junto al trono de las serenidades
o en el umbral dormido
de las felicidades—
donde sólo se es joven calma pura
donde el tiempo no cruza
ni aparece su rastro.

En el Reino del A