viernes, 4 de marzo de 2022


 

PATO VALDIVIA

 


 

Quién te salvará

 

 

A nada temen y con descaro
Ellos asoman de vez en cuando
Como fantasmas desde el pasado
A recordar que no movamos
Las ordenanzas que nos legaron

Dulce patria de tus defensores
Quién te salvará de tus salvadores

A nada temen y con descaro
Ellos levantan la voz de mando
Para mostrar su poder intacto
Se proclaman como garantes
De este libre mercado reinante

A nada temen y con descaro
Ellos defienden con dura mano
Leyes que ofenden las dignidades
Y nos quedamos sin un amparo
Cuando lo justo es olvidado

 

MARÍA CRISTINA RAMOS

 

  

De sol

 

 

Lavó y enjuagó la alfombra
la abuela hormiga;
agua y espuma en el pelo
y en la barriga.
La puso que se secara
en el cordel;
goterones de agua mansa
caían de él.
Bien seca y asoleada
cuando la entró,
como pétalos caían
gotas de sol.

 

CARLOS ENRIQUE SIERRA MEJÍA

 

 

“En cierta medida el viernes sepulta al jueves”

Joyce

 


En cierta medida el viernes sepulta el jueves
Es Joyce

El agua del té crepita en la tetera
Piensa en Irlanda

Se acerca el día de los muertos
Las velas iluminan el cadáver de la página

Hay ventanas en el cielo
Azul mirada de la noche que truena

 

LEÓN ZAFIR

 

  

Tu delantal

 

 

Sobre tu traje auroral
tu delantal azulino,
es un brochazo divino
sobre un lienzo de cristal.

Es también para mi anhelo
tu traje de albura breve
una túnica de nieve
con una mancha de cielo.

Cuando tus manos se alojan
tras los pliegues ideales
de tu delantal de tul,
fingen tus manos ducales,
dos lirios que se deshojan
al borde de un lago azul.

 

OLIVER WELDEN

 

  

Cuando la nieve se derrite dónde se va lo blanco


 

yo me he parado
en las puertas de los cementerios
a contar muertos
sólo los de arriba mueren de viejos
el pueblo muere de pueblo
Luis Moreno Pozo

pero qué sueño es éste
a cuya orilla me dejan
como a la espera de un cuerpo
prometido por las aguas
Waldo Rojas

 

 

ANTONIO LUIS GINÉS

 

  

Mitades

 

 

Piensa en todo lo que ha dejado de hacer.
Nunca pudo estar en dos sitios al mismo tiempo. Por
más que intentó desdoblarse, su sombra pisaba un lugar
y él otro. Lo que vivió no parece tanto, y presiente que
es mucho más lo que dejó de tener entre las manos,
mucho lo que la mente y el cuerpo jamás conocieron:
quizás demasiado para respirar tranquilo los días que aún
le quedan por llenar.
Pero es de noche, invierno cerrado, y las imágenes, los
pensamientos, se suceden sin orden; caen como una
rapaz sobre su presa. Él está aturdido, no puede respirar,
por más que abre la boca, nadie le oye
pedir oxígeno.