"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 18 de abril de 2022
ALBERTO SERRET
Diestra y siniestra
Aquí
dejo mis manos, al alcance de todos:
sus yemas, sus nudillos, sus dientes apretados,
sus anchos equinoccios y esos montes poblados
por las múltiples formas de la inquietud y el modo.
Si
sudan fuego líquido, si palpan al través
la soledad o el nardo de otra mano desnuda,
si posan a las cámaras para una estampa muda
que funde en sus imágenes el dorso y el envés;
si
claman por caricias o se aquietan, neutrales,
tras pasar como inmensas tataguas agoreras
por los filos del ser; si construyen naciones…
siempre
serán mis manos como absortos cristales
de acomodar el mundo, y a pesar de esa fiera
que acecha agazapada en tantos corazones.
Aquí
dejo mis manos. Que las tome el que quiera.
RICARDO POCHTAR
¿Quién
tensa el arco
de la pregunta?
¿Qué boca desmenuza
lo que el oído
cree escuchar?
¿En qué molino
de silencio oímos
lo que no se deja
pronunciar?
BERNARD NOËL
TGV
la
noche viene lenta y gris un virus en el aire
la mirada busca sentir su invasión
un humo tres casas un trazo de nieve
cómo ver la penetración de la imagen
su resaca cuando la expulsan las palabras
mas nada y nada y nada un anillo de luz
algunas formas entrevistas en la velocidad
lengua barrida por el vendaval del tiempo
lo negro ya empapó todo el espacio
cada cosa así reducida a su humo
se dilata la soledad en el vidrio
ROLANDO CÁRDENAS
En suma; todo es regreso
En
el océano de esas noches
me detuve con mis signos, dispersándome
de aquellas colinas que han dejado de ser
(ahora deben estar pobladas de tejados rojos),
de la nieve sobre la soledad de los domingos,
de esa agua helada que nos ha rodeado siempre
y del fuego, que nos separaba del invierno.
Un
tiempo definitivamente transcurrido y olvidado
por esa decisión
de esconderse cerca de este otro lado del mar.
Ahora
era tu voz grave
como madera resonando levemente tocada,
tenazmente alejados de lo que no fuera ese secreto,
dispuestos a dejar atrás lo que nos había afrentado,
a rehacerlo todo en esa casa perdida bajo el cielo
en una alianza de pronto despertada.
El
silencio también era un silencio lleno de voces
que con el sueño llegaba
copado con los sonidos ocultos de la noche y la tierra.
Sin
duda eras un horizonte ausente
blanca y dormida,
la que no me oye en su humedad salobre
pero en un gesto repentino me acerca,
más que la espuma preparándose desde lejos
distante de tus ojos obscurecidos por la tarde.
Eras
mucho más que el frío aire de la madrugada
que nunca logró penetrar en ese pequeño escondite cerca del mar.
ZAHUR KLEMATH ZAPATA
Las cosas eternas
Y la
muerte descenderá un día veintisiete
de un septiembre del segundo milenio
cuando la gran luz ya se haya apagado
a mis cansados ojos
Estaré tranquilo
como una ave viajera
a ignotas regiones del porvenir
Un silencio sellará mis labios
Estaré solo recostado sobre mi lecho
En mi viaje
al mundo del silencio
Se abrirán las puertas
Descenderé en un instante
al eterno sepulcro
como una rosa resplandeciente
Me absorberán los vientos
de todos los horizontes
y vendrá a mí el silencio del espacio
HUGO ACHUGAR
Ser y estar
Miro
por la ventana, su perversa presencia
está y no está, viene y se va.
Un involuntario eructo cervecero instala
su destilado sabor prostibulario y la nieve
está y no está.
Trivial, la belleza, polución nocturna, acaba
jugando a las escondidas con el deseo y la nieve
está y no está.
La
ternura absoluta contra este no saber,
la pornográfica instantánea mano
que me confirme vivo en esta hora
vacunamente melancólica,
la iluminada mejilla de María quiero;
la
nieve
está y no está, viene y se va,
desde el inicio de todos los tiempos
está y no está, la nieve,
está y no está, viene y se va.
