"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 31 de octubre de 2016
RICARDO RUBIO
La
razón es ciega cuando se agita un prisma
Cualquier
palabra no es tu palabra;
no es
tuya la voz del niño
con
garganta de trueno,
ni el
color del tulipán, ni la brisa del sur.
Ese
escudo no te cubre del temor,
esa
cota no impide el paso de las flechas.
A
veces, la luz se dispersa
para
dejar un hueco confuso
en el
ojo de los hombres.
Cuando
los bosques en tierras aún indecibles
no
imaginaban su follaje,
cuando
el sol era un punto
con
todos los puntos encendidos,
cuando
los astros eran fragmentos
de un
único astro incomprensible y loco,
y la
molécula vibraba en la insistencia,
el
escriba ya era parte de un recuerdo
en la
materia,
y
aunque sus ojos no atinaban ni el espíritu
ni el
hueso, ni el calor, ni la intemperie,
en su
inercia la vida planeaba la risa de la pasión
y el
cuarto oscuro de la ciencia.
Luego
un hombre entrevió el roce, la fisura,
el
músculo partido
por
la simple disolución de la franqueza.
Y
gimió.
ANTONIO MACHADO
Amanecer de otoño
A Julio Romero de Torres
Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros. Zarzas, malezas,jarales.
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros. Zarzas, malezas,jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor:
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos, caminando un cazador.
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor:
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos, caminando un cazador.
CINTIO VITIER
JESÚS MUNÁRRIZ
Aquel
fulgor
Saikaku
Soy
una prostituta japonesa
del siglo diecisiete,
joven, bella
Hago el amor a un comerciante
para quien quemo áloe, templo sake
y samicén, y desciño mi faja
lentamente
El fulgor en la noche
De amanecida pedirá papel,
pincel, le haré la tinta,
y esbozará unos signos
elegantes
Hallaré aquella noche varios siglos más tarde
leyendo a Saikaku
Aquel fulgor
del siglo diecisiete,
joven, bella
Hago el amor a un comerciante
para quien quemo áloe, templo sake
y samicén, y desciño mi faja
lentamente
El fulgor en la noche
De amanecida pedirá papel,
pincel, le haré la tinta,
y esbozará unos signos
elegantes
Hallaré aquella noche varios siglos más tarde
leyendo a Saikaku
Aquel fulgor
MANU CÁNCER
Balada
de la nota borrosa
Si por causalidad
encuentras
esta nota borrosa,
que alguien
te lea lo que dice.
Hoy
sólo soy un hombre
vencido por la noche,
hoy
sólo soy un hombre
o algo así,
caminando borracho por la carretera.
Soy un extraño para cualquier extraño y eso es todo,
pero, si por casualidad encuentras
esta nota,
quiero que sepas
lo que dice:
no
he sabido
olvidarte.
Si por causalidad
encuentras
esta nota borrosa,
que alguien
te lea lo que dice.
Hoy
sólo soy un hombre
vencido por la noche,
hoy
sólo soy un hombre
o algo así,
caminando borracho por la carretera.
Soy un extraño para cualquier extraño y eso es todo,
pero, si por casualidad encuentras
esta nota,
quiero que sepas
lo que dice:
no
he sabido
olvidarte.
ELADIO CABAÑERO
Bien
sabes tú que hay alguien que se encarga...
de empozar ríos y amargar los mares,
alguien que punza y mezcla en los cantares
el brillo horrible, el ¡ay! de una descarga.
Así nos van las cosas... A la larga
el amor se retira a los lugares
donde el tiempo a la nada erige altares
y la vida a la tuera más amarga.
Sólo los vencedores del olvido,
los que no besan nunca, los que callan
entre puertas del llanto y de la muerte
ellos tan sólo aguantan encendido
su corazón, mientras que a mí me estallan
las venas en relámpagos, sin verte.
De: Marisa Sabia y otros poemas
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