viernes, 29 de enero de 2021


 

RENÉE FERRER

 




Cifra




Cómo el dolor me abre el deseo. 

Tenderme a la vera de tu cuerpo 
sospechando las ansias, 
los temblores, 
ornar con flores robadas
el puente de nuestro aliento 
intercambiando besos, 
trozos de tiempo. 

El sol se nos metió en los dedos 
haciendo borbotar 
el caldo del encuentro. 

Al instante le crece permanencia. 

Tu latido dialoga con mi pena
que sin nosotros notarlo 
se ha disuelto.

Todo sucumbe al punto, sin embargo, 
y vuelvo a ser 
una cifra cualquiera en un cuaderno. 



Febrero de 2004

RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA

 

 

 

Corre

 

 

Corre, amor mío,
tan lejos hasta donde tu culpa te arrastre,

tan lejos hasta donde tu orgullo te lo permita

y puedas ocultarte del manto de la deshonra.

 

Yo estaré aquí, en esta casa del reposo,

contemplando tu entera desnudez y tu vergüenza,

y viviendo en el hueco que dejas en el vacío de las horas 
y del insomnio.

 

Ve y habita otros cuerpos,

otros alientos,

otras razones

y refúgiate en el olvido de otros besos,

si es que esos besos llegan,

si es que el olvido toma parte también contigo,

porque la memoria es perra y la costumbre ruda,

y la vida da justas cuentas

de lo que a cada uno nos toca.

 

 

SAMUEL BECKETT

   

 

Muerte de A. D.



y ahí estar ahí aún ahí
apretado a mi vieja tabla picada en negro como de viruela
durante días y noches molidos ciegamente
de estar ahí de no huir y huir y estar ahí
inclinado a confesar un tiempo que agoniza
haber sido lo que fue hecho lo que hizo
de mí de mi amigo muerto en el día de ayer con el ojo brillante
con los dientes largos jadeando en su barba
devorando la vida de los santos una vida por día de vida
reviviendo de noche sus negros pecados
muerto ayer mientras que yo vivía
y estar allí bebiendo por encima de la tormenta
la culpa del tiempo irremisible
aferrado a la vieja madera testigo de partidas
testigo de regresos




De: “Poemas en francés 1947-1949”

PIERRE LOUYS

  


 

Remordimiento




Me quedé muda, en mi delirio;
mi corazón latía convulso;
y el batir loco de mi pulso
era en mis senos un martirio,
vivo rubor en mis mejillas.

Gemía "no, no", al resistir.
No pudieron lograr el beso
sus labios, ni su amor obseso 
franqueó con rudo insistir 
la barrera de mis rodillas. 

Perdón, después, él me ha pedido. 
Besó mis cabellos; su aliento
quemaba mi rostro encendido.
Y luego partió... Sólo el viento
suaviza mi aflicción acerba.

Vacío contemplo el sendero.
La selva, sin vida, desierta;
la hollada pradera está yerta...
Y en sangre mis puños lacero
y ahogo mi llanto en la hierba.

 


De: "Las canciones de Bilitis"
Versión de Enrique Uribe White




NIKOLAI GUMILIOV

 


 

Más allá de la memoria




Así toda la vida; errancias, cantos,
Mares, desiertos, ciudades,
Reflejos fugaces
De todo lo perdido para siempre.

La llama se agita, suenan las trompetas,
Corceles amarillos brincan en el aire
Mientras la gente inquieta habla,
Al parecer de la felicidad.

Otra vez el éxtasis y la aflicción.
Otra vez, como antes, como siempre,
El mar agita sus crines plateadas
y los desiertos y las ciudades se levantan.

Cuándo será -al fin- que sublevado
Del dueño seré yo de nuevo yo,
Un aborigen sencillo, adormecido
En alguna tarde sagrada

 

 

Versión de Jorge Bustamante García

SAINT KABIR

 


 

 

97.

 



El Señor está en mí, el Señor está en ti, como la vida está en cada simiente. Renuncia a un falso orgullo, 
¡oh, mi servidor!, y busca en ti a tu Señor.
Un millón de soles irradia Su luz.
Un océano azul se extiende en el cielo. La fiebre de la vida se aplaca y todos mis pecados se lavan 
cuando permanezco en el seno mismo del mundo.
Escucha las campanas y los tambores de la Eternidad. ¡Regocíjate en el amor!
La lluvia cae sin agua y los ríos son torrentes de luz.
Sólo el Amor puede penetrar al mundo, y pocos son los que saben estas cosas.
Están ciegos los que quieren verlas a la luz de la razón, de esa misma razón que es la causa del alejamiento.
¡El Palacio está tan distante de la razón! ¡Bendito Kabir, que puede, en el seno de la dicha infinita, 
cantar en sí mismo el cántico del encuentro del alma con el Alma, el cántico del olvido de las penas, 
el cántico que supera todo cuanto penetra en nosotros y todo cuanto emana de nosotros!