lunes, 23 de mayo de 2022


 

E. E. CUMMINGS


 

Estás cansada

 

 

Estás cansada
yo creo
del perpetuo enigma de vivir y sus afanes;
y yo también.

Ven conmigo, pues,
y partiremos muy lejos
sólo tú y yo, ¿comprendes?.

Tú has jugado
yo creo
y has roto tus juguetes más queridos,
y ahora estás algo cansada;
cansada de las cosas que se rompen,
cansada, eso es todo.
Yo también.

Pero vengo con un sueño en mis ojos esta noche,
y llamo con una rosa
a la desolada verja de tu corazón.
¡Ábreme!
Que yo te mostraré lugares que nadie conoce
y, si tú quieres,
las perfectas regiones del Sueño.

¡Ah, ven conmigo!
yo te encenderé esa maravillosa burbuja, la luna,
que perenne flota.
Te cantaré la canción jacinto
de las probables estrellas,
y buscaré en las apacibles estepas del Sueño,
hasta encon

trar la Flor Única,
que sustentará yo creo tu tierno corazón
mientras la luna se eleva desde el mar.

 

Nota: Edward Estlin Cummings nombre del poeta conocido como E. E. Cummings

 

 

PHILIP LEVINE

 

  

¡A mi cuenta!

 

 

En el dormitorio de al lado sus hermanos no pueden dormir,
Los dos siguen en la escuela. No pueden esperar
A crecer y hacerse hombres para juntar dinero.
La otra noche en la cena se sentaron frente a él,
Su hermano, un hombre, pero un hombre sin nada,
sin dinero, o siquiera la posibilidad de juntarlo.
Él nunca paga, nunca deja un billete
sobre la barra, como diciendo “¡A mi cuenta!”
A las cuatro de la mañana, cuando no puede dormir,
Repite la gastada frase para sí mismo
Con un giro delicado de la muñeca
Dejando el billete caer. No puede caminar
Por miedo a despertar a su madre, que duerme
Sola en el piso de abajo, en el viejo almacén,
Al lado de la cocina. Cuando era un niño de doce
O catorce, como sus hermanos, nunca supo
Por qué chicos no mayores que él hacían
Lo que hacían, los robos, peleas de pandillas, sobredosis
Violaciones, nunca entendió la furia silente
De su padre explotando en golpes
Y patadas, botellas, platos, vasos arrojados
Por toda la cocina. La mañana siguiente sería
Tan tranquila que desde su cuarto, arriba,
Escucharía la escoba recorriendo el piso
Mientras su madre recogía los restos, y la oiría
Cantar para sí misma. Ahora está todo tan claro,
Tan obvio, se pregunta por qué le ha tomado
Tanto aceptarlo, y ser adulto de una vez.

 

 

JOSÉ SANTOS CHOCANO

 

  

A Lázaro

 

 

¡Pueblo, vibra tu luz! Rompe tus lazos;
y abre con furia tu millón de bocas;
y alza hasta el cielo tu millón de brazos.
¡Habla y obra, y verás cuan presto subes:
para tan fuerte océano no habrá rocas,
para tan puro cielo no habrá nubes!

¡Trabaja y lucha! Que el trabajo es fuego
y la lucha es vigor. Hacha sin tajo
es astro sin calor, planta sin riego…
¡Lleno de fuerza cual lo sueña el vate,
lucha, Pueblo, en el campo del trabajo
y trabaja en el campo del combate!

Sí es preciso otro Cristo que sucumba,
¡aquí estoy yo! Mi inspiración ardiente
puede seguir ardiente entre la tumba…
Venga el golpe hacia mí, firme y seguro;
¡que mi muerte espantosa en el presente
será vida gloriosa en el futuro!…

¡Oh carne con derecho! Escala el monte,
burla el ansia salvaje del sicario,
sube a la cumbre, ensancha tu horizonte;
y abre tus brazos esparciendo luces,
que así parecerás sobre el Calvario,
en vez de muchos hombres, muchas cruces!

 

 

EMILIO ADOLFO WESTPHALEN

 

  

El mar en la ciudad

 

 

¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,
Que rodea los muros y las torres,
Que levanta manos como olas
Para avistar de lejos su presa o su diosa?

¿Es éste el mar que tímida, amorosamente
Se pierde por callejas y plazuchas,
Que invade jardines y lame pies
Y labios de estatuas rotas, caídas?

No se oye otro rumor que el borboteo
Del agua deslizándose por sótanos
Y alcantarillas, llevando levemente
En peso hojas, pétalos, insectos.

¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,
Abandonada aun por gatos y perros,
Acalladas todas sus fuentes,
Mudos los tenues campanarios?

La ronda inagotable prosigue,
El mar enarca el lomo y repite
Su canción, emisario de la vida
Devorando todo lo muerto y putrefacto.

El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,
Recomienza el trabajo viejo:
Limpiar los estragos del mundo,
Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.

 

 

LECONTE DE LISLE

 

 

 

El Eclesiastés

 

 

Un perro vivo vale menos -el Eclesiastés ha contado-
Que un león muerto. Excepto, ciertamente, comer y beber,
Todo es sombra, humo. El mundo es viejo para permanecer,
La náusea de vivir el sepulcro negro ocupado.

En las antiguas noches, de cara a los cielos, he mirado
Desde lo alto de la torre, como un promontorio, oler
En el silencio; a lo lejos, dejad de mirar a los ojos, caer
En la sombra de tu trono de marfil como he soñado.

Viejo amante del sol que lloráis de esta manera,
La inevitable muerte es, también, una mentira fiera.
¡Dichosos los que se adentran en ella en un solo paso!

Yo, como siempre, escucho espantado la autoridad
En la embriaguez y el horror de la inmortalidad,
El largo rugido de la Vida eterna y su fracaso.

 

Nota: Charles Marie René Leconte de Lisle, nombre del poeta conocido como Leconte de Lisle.

 

 

NANCY BACELO

 


 

Haz un garabato en el cielo
sé un avioncito de juguete
con la cola de humo
y escríbeme “te quiero”