"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 8 de junio de 2018
ANA ROSETTI
Creí
que te habías muerto, corazón mío,
en Junio.
Creí que, definitivamente, te habías muerto:
sí, lo creí.
Que, después de haber esparcido el revoloteo púrpura
de tu desesperación, como una alondra caíste en el
alféizar; que te extinguiste como el fulgor atemorizado
de un espectro; que como una cuerda tensa te rompiste,
con un chasquido seco y terminante.
Creí que, acorralado por tus desvaríos, traicionado por
los todavías, alcanzado por las evidencias, exhausto,
abatido, habías sido derribado al fin.
Y contigo, se desvanecieron los engarces entre
sentimientos, imágenes, suposiciones y pruebas.
Se me fueron abriendo las costuras de la memoria: ya
me estaba acostumbrando a vivir sin ti.
Pero tus fragmentos estallados se han ido
buscando, encontrando, cohesionándose como gotas de
mercurio, sin cicatriz ni señal.
Y ahí estás, otra vez inocente, sin acusar enmienda ni
escarmiento, guiando, dirigiendo, adentrando en ti el
peligro, como si fueras invulnerable o sabio, como si,
recién nacido apenas, ya fueras capaz de distinguir, en
el mellado filo del clavel,
la espada
en Junio.
Creí que, definitivamente, te habías muerto:
sí, lo creí.
Que, después de haber esparcido el revoloteo púrpura
de tu desesperación, como una alondra caíste en el
alféizar; que te extinguiste como el fulgor atemorizado
de un espectro; que como una cuerda tensa te rompiste,
con un chasquido seco y terminante.
Creí que, acorralado por tus desvaríos, traicionado por
los todavías, alcanzado por las evidencias, exhausto,
abatido, habías sido derribado al fin.
Y contigo, se desvanecieron los engarces entre
sentimientos, imágenes, suposiciones y pruebas.
Se me fueron abriendo las costuras de la memoria: ya
me estaba acostumbrando a vivir sin ti.
Pero tus fragmentos estallados se han ido
buscando, encontrando, cohesionándose como gotas de
mercurio, sin cicatriz ni señal.
Y ahí estás, otra vez inocente, sin acusar enmienda ni
escarmiento, guiando, dirigiendo, adentrando en ti el
peligro, como si fueras invulnerable o sabio, como si,
recién nacido apenas, ya fueras capaz de distinguir, en
el mellado filo del clavel,
la espada
IBN ZAYDÚN
Desde Al Zahra te recuerdo con pasión.
Desde
Al Zahra te recuerdo con pasión. El horizonte está claro y la tierra nos
muestra su faz serena.
La brisa desmaya con el crepúsculo: parece que se apiada de mí y languidece, llena de ternura.
Los arriates me sonríen con sus aguas de plata, que parecen collares desprendidos de las gargantas.
Así fueron los días deliciosos que ya pasaron, cuando, aprovechando el sueño del Destino, fuimos ladrones de placer.
Hoy sólo me distraigo con las flores, imán de los ojos, en las que la escarcha juega vivaz; inclinando sus tallos:
Son como pupilas que, al ver mi insomnio, lloran por mí, y por eso el irisado llanto resbala por su cáliz.
En los soleados rosales brillan los rojos capullos, aumentando la luminosidad de la mañana.
Aromáticas bocanadas se transmiten el pomo del nenúfar, dormilón cuyas pupilas entreabrió el alba.
Todo excita el recuerdo de mi pasión por ti, que nunca abandona mi pecho, por mucha que sea su estrechura.
Si la unión contigo, por la que suspiro, se lograse, ese día sería el más noble entre todos.
¡No conceda Allah la calma al corazón que desista de recordarte y que no vuelve a tu lado con las alas trémulas del deseo!.
Si el Céfiro, cuando sopla, consintiera en llevarme, depositaría a tus pies un doncel extenuado por la pena.
¡Oh mi más precioso joyel, el más sublime, el preferido de mi alma, cuando los amantes compran joyeles!.
Pedirnos uno al otro deudas de puro amor era, en otros tiempos, la pradera feliz donde corríamos como libres corceles.
Pero ahora yo soy el único que puede jactarse de leal. Tú me dejaste, y yo me he quedado, triste, amándote.
La brisa desmaya con el crepúsculo: parece que se apiada de mí y languidece, llena de ternura.
Los arriates me sonríen con sus aguas de plata, que parecen collares desprendidos de las gargantas.
Así fueron los días deliciosos que ya pasaron, cuando, aprovechando el sueño del Destino, fuimos ladrones de placer.
Hoy sólo me distraigo con las flores, imán de los ojos, en las que la escarcha juega vivaz; inclinando sus tallos:
Son como pupilas que, al ver mi insomnio, lloran por mí, y por eso el irisado llanto resbala por su cáliz.
En los soleados rosales brillan los rojos capullos, aumentando la luminosidad de la mañana.
Aromáticas bocanadas se transmiten el pomo del nenúfar, dormilón cuyas pupilas entreabrió el alba.
Todo excita el recuerdo de mi pasión por ti, que nunca abandona mi pecho, por mucha que sea su estrechura.
Si la unión contigo, por la que suspiro, se lograse, ese día sería el más noble entre todos.
¡No conceda Allah la calma al corazón que desista de recordarte y que no vuelve a tu lado con las alas trémulas del deseo!.
Si el Céfiro, cuando sopla, consintiera en llevarme, depositaría a tus pies un doncel extenuado por la pena.
¡Oh mi más precioso joyel, el más sublime, el preferido de mi alma, cuando los amantes compran joyeles!.
Pedirnos uno al otro deudas de puro amor era, en otros tiempos, la pradera feliz donde corríamos como libres corceles.
Pero ahora yo soy el único que puede jactarse de leal. Tú me dejaste, y yo me he quedado, triste, amándote.
ALDO CALDERON
Esta humedad
Esta humedad no es comparable a nada
es la huincha con que mido los miedos y ansiedades de los visitantes
de los huérfanos , de los protegidos
la humedad de los nidos de las arañas pollitos,
La humedad de las pulgas de mar,
al lado del cactus
la humedad de las hojas para imprimir
la humedad de las sábanas en la tarde en la noche y en la mañana
la humedad de las manos en los pololeos de verano
LUIS LÓPEZ ANGLADA
Donde la pierna asciende a maravilla
y apunta hacia el misterio y la cautela;
donde acaba el vestido y se desvela
el sueño del encaje por la orilla.
Visible rosa donde el viento humilla
su giratorio afán de falda y tela.
Flor de la pierna, nudo, centinela
del campo de la seda; la rodilla.
Desde aquí, alta columna adivinada,
es clandestino el roce y la mirada
se ciega entre su nieve y la clausura.
Y en duda de ser ala o de ser viento
asciende femenino el movimiento,
tierra en los pies y cielo en la cintura.
OLVIDO GARCIA VALDÉS
escribir
el miedo es escribir
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares
De: "Caza nocturna"
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares
De: "Caza nocturna"
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