jueves, 26 de marzo de 2020


FRANCISCO DE QUEVEDO





Contraposiciones y tormentos de su amor



Osar, temer, amar y aborrecerse,
alegre con la gloria, atormentarse;
de olvidar los trabajos olvidarse,
entre llamas arder sin encenderse;

con soledad entre las gentes verse
y de la soledad acompañarse;
morir continuamente, no acabarse,
perderse por hallar con qué perderse;

ser Fúcar de esperanzas sin ventura,
gastar todo el caudal en sufrimiento,
con cera conquistar la piedra dura,

son efectos de amor en mis tormentos;
nadie le llame dios, que es gran locura,
que más son de verdugo sus tormentos.


CARILDA OLIVER LABRA





Versos para Ana



Yo no tengo tu modo de mirar a la niebla
ni tu ademán dispuesto en flor sobre la falda:
a mí me duelen las mariposas muertas
y los atardeceres con familia morada.

Pero tú, que eres triste como para apoyarte,
como para ser pura debajo de un manzano;
tú, sin embargo, sabes
consolar a los pobres con la palabra sábado.

De dónde sacas ese retrato del azúcar;
ese conjunto tibio de sencillez en fiesta?

¡Ah, mujer sostenida por un color a música,
con qué cuidado hicieron tus manos entreabiertas!


TAKUBOKU ISHIKAWA





Salí huyendo:
quería llorar a solas
frente al vasto mar
por siete u ocho días.




JULIO TRUJILLO





IV



Las naves se coronan de estandarte,
hacia arriba,
pero en la proa es el coito sostenido,
la fragua de la hora y del ahora.


De: “Proa”

SEVERO SARDUY





Sexteto habanero



¿Los dioses
se fueron, se quedaron,
murieron con Beny Moré
ellos que con él alucinaban,
o habitan aún las orquestas habaneras,
las trompetas como dos lluvias de flechas,
los cascabeles roncos,
y las tardes de músicos y monos?


MARCO ANTONIO CAMPOS





Sankt Peter Kirche



En la iglesia, tras la rubia muchacha
y el Cristo en la penumbra, la locura
a la muerte mordía ciega. ¡El derrumbe!
¡Relinchos de caballos en la plaza!
¡Y el carillón, allá! Sobre la iglesia,
el pequeño cementerio de San Pedro
ensombrecía de pájaros; el ciego,
cubierto de pájaros, saludaba
al monte en su oscuridad verde.
Has gritado: "¡Adiós!" a la muerte para
que no oiga, no quieres que te oiga.
"Oh Padre Mío, desde el púlpito al padre
lo he arrojado en llamas. Y yo ¿qué hago?
¿Y qué grito?"


De "Los adioses del forastero"