martes, 3 de septiembre de 2019


FUYUHIKO KITAGAWA





La luna inflamada



Peces

Barcos de guerra

Tubos de hierro

Colina negra rojiza

En el horizonte las venas se inflamaban.

ÁLVARO CUNQUEIRO





Parque



Siegas llamadas por tributo: rosas
Flor trigal espacio travesía.
Como nudos cortados: Ala infancias.
De claro nombre en risas reflejadas.
Nueva estampa pastora en niño lloro
Igual vidrio agobiado en luz fundida.
Pastora:
Sí pastora: íntima rueda
Qué corazón de calle -¡ay! en cursiva-
Distancias al volver río en espejos
¡Cada mano cada sol cada tristeza!
Nocturno amante en rocas sin alambres:
Doble parque vacío doble parque
Igual vidrio agobiado en luz fundida.


De: "Poemas do si e non"

Versión de Vicente Araguas

VALERIO MAGRELLI






Se introduce a veces en el pensamiento,
como en el agua, un reflejo
que lo atraviesa y mide su profundidad.
Es un ojo que se abre
dentro de lúcidas olas, hundiéndose.
La línea se distiende y la luz
se aquieta en su descenso.
La mente vuelve entonces a cerrarse
en el esfuerzo vertical y profundo
del remolino y de la herida.



GINO SCARTAGHIANDE





Que por lo menos



Ayuda a que se vayan las palabras.
Sentido. Sinsentido.
Pero no es la verdad. Es
una cuestión poco interesante.
Es la coerción de dos mil
años de literatura. Pero
no es justamente que
las cosas jamás pensadas se
pusieran a temblar así,
sucede que por lo menos
se comienza a balbucir
tras el silencio de las palabras
y el mal atroz que nos hicieron
siempre a propósito de esos sentidos,
porque la palabra guerra
tiene fusiles que matan,
deveras, y también
ayuda a que se vayan las palabras.



SAINT-JOHN PERSE




El muro




El lienzo de muro está enfrente, para conjurar el círculo de tu sueño.
Pero la imagen lanza un grito.
La cabeza contra una oreja del sillón grasiento, exploras tus dientes con tu lengua: el sabor de las grasas y las salsas infecta tus encías.
Y sueñas con las nubes puras sobre tu isla, cuando el alba verde crece lúcida en el seno de las aguas misteriosas.
Es el sudor de las savias en exilio, la suarda amarga de las plantas silicuosas, la insinuación acre de los manglares carnosos y la ácida delicia de una negra sustancia en las vainas.
Es la miel silvestre de las hormigas en las galerías del árbol muerto.
Es un sabor de fruto verde que acidula el alba que bebes: el aire lechoso enriquecido con la sal de los alisios...
¡Alegría!, ¡oh alegría desatada en las alturas del cielo! Las telas puras resplandecen, los invisibles atrios están sembrados de hierbas y las verdes delicias del suelo se pintan al siglo de un largo día.



EDUARDO MITRE





12



El fresno
silencio de pie
el silencio


De: "Líneas de Otoño"