martes, 11 de agosto de 2020


MERCEDES DE ACOSTA





Para Greta Garbo



El cuerpo de Greta Garbo, es esbelto
Si el viento la ataca se arquea en una curva casi musical
cómo la arena
El cuerpo de Greta Garbo es astuto
Si las olas la mojan
Alza la nariz
Y cierra los ojos
El cuerpo de Greta Garbo, es blanco
es un cuerpo que entiende
y que sonríe suavemente
Y sus pechos crecen
Se hinchan enigmáticos y nutritivos
y se erizan
esas dos flores de su alma se levantan
y maduran
y encajan en mi boca a la perfección
y yo sólo sé qué más abajo
en un valle, donde sin oxigeno la vida prolifera
Está todo lo que siempre hemos buscado
nuestro sitio
el lugar donde estoy lista a ocultar mi rostro enamorado
el lugar donde mis besos atacan cómo abejas.



MARÍA DE LOS REYES FUENTES BLANCO





Del río



El río es como un brazo de justicia
con su sentencia al fin: el tránsito, el ejemplo.

Y en todos los rincones de la tierra
brotan los ríos y los hombres, que fluyen, y discurren,
que abocan en su mar tan sentenciado,
definitiva fuente donde hundirse
con el desgarramiento de la huida.
Que el hombre, como el río, es un curso, una fuga,
un arrepentimiento, que primero avasalla
y se agazapa a veces, pero sigue adelante,
en la inútil carrera del minuto a minuto.

Los hombres o los ríos, disparados,
van hacia la constancia de un camino
que les lime las rocas
y les haga contornos de dulzura.
Se desvían sus fuerzas
y hacen marca distinta a la soñada,
la que pudo haber sido pero que se resiste
y allí en la resistencia abandonamos,
o golpeamos mucho,
como pasión segura de todas las razones,
o se deja lamida,
con nuestro gusto, así, para que sepa
al testimonio fiel de última instancia.

Y el río es como un trámite vigente,
y un hombre es como un río,
de la raíz del tiempo al polen más alado,
de raíz de raíces, de la sorpresa al mar.

Hay ríos muy pequeños y sin lucha,
que llevan la paciencia de enarbolar silencios
sin leyenda o razón que atribuirse.
Y hay ríos que son grandes,
como este que discurre a mi costado
y que lo sé común a tanta entraña,
con brazos extendidos de ambición o de ensueño,
con ansias de domar a las hirientes peñas,
con virtud de caricia si por el tierno valle,
bebiéndose el tesoro de toda Andalucía,
trazando la gran rúbrica por este Sur de España,
mientras que salta el aire de una sierra a otra sierra
pero él sigue y persigue por su fluida columna
que busca la sentencia del Océano,
la meta irremediable
de donde han de brotar, ay sí, las nuevas aguas,
porque el río delata su parecido al hombre,
Y se hace la justicia de su curso,
su curso por la tierra, por la historia,
y no hay mutilación que nos lo niegue.



JOHN BERRYMAN





Él dimite



La edad, y las muertes, y los fantasmas.
Ella ha huido lejos en espíritu
de mí. Los huéspedes
de los pesares vienen & me encuentran vacío.
No siento que esto cambiará.
No quiero nada
ni a nadie, familiar o extraño.
No pienso cantar
nunca más desde ahora;
jamás. Debo partir
a sentarme con un rostro ciego
sobre un desierto corazón.

BEN MOCADEM DE CABRA





Cómo me entristece la paloma del valle…


¡Cómo me entristece la paloma del valle
que se balancea sobre una rama trémula y tierna!
Juega porque nunca sufrió la altanería de Zaynad,
ni la aparición constante de su imagen en sueños.
No esperes vivir, si Zaynad te ha roto el corazón,
porque no se puede vivir sin corazón.


NARCÍS COMADIRA I MORAGRIEGA





Sombra dorada
A Frederic Amat



Brilla oscuro fulgor
dulce sombra dorada
recóndita insistente
que conmueve de afán
este mundo desierto
viva víscera tierna
juventud todavía.


PEDRO LUIS MENÉNDEZ





II



En los pardos santuarios se refugian los días de tormenta
donde el gris se apelmaza irremediable
abrazado a los muros que cuartean los siglos de la plata y el barro
para orar neciamente letanías que nunca susurran las gaviotas
cuando los alcatraces morando en las espumas del aire que no cesa
estrechan el silencio de las horas moradas
contra el puerto aterido que atenaza la noche
Si recuerdan es árbol que talaron ancianos de otra faz diferente
corazón de madera que suplica a las vigas su premisa insalvable:
no haya fin en el tiempo que amarán los arpones
ni siluetas heridas por la sed que arrebata las espinas dorsales
y arrebata los hombres
No haya fondos ignotos de ceniza cobarde amasando las costas
No haya tiernos abrigos en el fin de la tierra
Quietas las estelares trabazones de engaños
ciegos a las derrotas firmemente trazadas
islas de pedrería
mascarones tensados del salitre en la sangre
¡cuánta pura caricia de llegar hasta el centro!
desde las ensenadas como garfios del grito
paz sin paz verdadera
alquimistas del tálamo
agoreros del eco
quiera el mar cada poro de regreso y de cuerda que se cruza
y se anuda
Quiera el mar astrolabio de delfines errantes
y una copa de viento que se ciña al velamen
Quiera el mar aún la vida
que deparan los dioses de la aurora azulada
el rojizo deslumbre de pupila en timones
la tripulación lenta de la calma en el rumbo
Quiera el mar no haya fondos de salinas erráticas
donde el fin se apelmace irremediable
abrazado a las bordas que cuartean los siglos