"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 20 de mayo de 2022
VÍCTOR TOLEDO
Retrato de mi padre en medio de la zafra
Padre,
¿no confundiste el mar de cangrejos azules con la porfía del horizonte?
Me preguntas por qué no he escrito sobre tu muerte
¿y acaso tú estás muerto? O sólo tu brillo bonachón se encuentra en otra parte
emborrachándose con cervezas solares en los colores de anonas anodinas de la
tarde.
Dudas por qué no he escrito sobre tu lejanía
sobre tu amado resplandor selvático, pestaña azulmorada en que se pierde el sol
y por eso reclamas que a mi madre
no termine de explicar por qué no te has ido
y se seca asida a la ácida tormenta de tu ausencia, más sabia que Descartes.
¿Por qué no supe de tu muerte
no traté de contener tu nueva cacería
y sofocar a tiempo el rumor de hojas secas que llegaba de la mar?
Cuando anuncias tu derrotero a la selva blanca
lo haces con tristeza sin rumbo ni medida
¿por qué me detuve y no escribí al fin del mundo?
Donde la luz se une con la oscuridad y el cielo rompe el cascarón
qué tristeza de amor qué larga lluvia fresca
qué sol tan despiadado con los ojos
que muestra la esencia la más desnuda ausencia
y afloja las vendas de la luz.
Padre mío, hijo mío, mi dulce niño,
tanto he sufrido que ya no quiero oír
mi corazón a la deriva tropical
vivo en un río sin cauce ni color sin causa razonable ni sabor
yo que tanto soñé hundirme en él
pez ola
alirón de sus ondas volverme átomo rampante de su espuma
surgir delfín de brillos nadar en él como su alma
alegre solitón persiguiendo sirenas de espejos enlamados en la piel.
¿Recuerdas cuando íbamos al río y él venía de nosotros?
Padre, me regalaste mi nagual: un juguetón felino enamorado.
Pescábamos para jugar a ensartar el azar y atarlo al tiempo
así nos pesca rumorosa aquella en su momento
como antes de la tromba que envuelve en la gardenia a la sabana
y nos separa de las turbias espumas del amor.
Partimos el dolor con nuestras vidas acurrucadas al filo del amor
filial alcaraván— arroja la víbora contra las elevadas rocas
desayunamos auroras encendidas con anguilas amarillas
subimos hasta el sueño
hasta topar con el cielo o con la nada pues no podía subirse más.
Todo lo dejamos lo olvidamos el destino herido escapó
y el ciervo marinero y el agua despeinada persiguiendo su vapor.
La tormenta cerca al misterioso velador que nunca pude ver
porque hoy el humo nació para enraizarse:
por la selva incendiada corre encendido el rumor de que te fuiste
de estos días idos de los años idus de las orquídeas que se volvieron voz del
viento
briza de luna, rumiar y sueños de tamborcitos jabalíes, ardiente pezón de las
colinas
por la selva corre el rumor en que te alejas
un solo respiro incendiado de color
y eres un cedro rojo tu alma una ceiba azul
doblándose al peso enarbolado de calor.
Los días son manadas desfogadas de venados
grabando para siempre las figuras danzantes del fogoso pánico en los ojos
podridas palabras reptan o se retuercen de dolor
vuelan las aves espantando sueños no tocados
y el xochicuáhuitl se derrumba con su constelación
por la furia del fragor uno que otro tigre salta
y salva la selva su esplendor
al confundir su piel vertiginosa con el voraz incendio
y mientras caes recuerdas las veces que saltaste al cuello de la ninfa
cuando a mamá la heriste para siempre
cuando te hiciste en los negocios de la vida de un salto un señorón de trajes
anchos
(gruesas telas tejidos frescos exquisitos: grano de pólvora, tul de la espuma
cáñamo azul y sombreros panamá)
cuando con el Ford 57 fundas los Transportes del Sureste:
abrirían las vírgenes extensiones acompañados de verdes nubes de la algarabía
estremecimientos de mares algas escandalosos vuelos penetrantes y tribus
de monos curiosos —llorando inconsolables si les herían su compañera
(quedan a compartir su muerte).
Padre, la selva se quema y no es raro en estos días
azafranadas zafras desbrozan las almas que se fueron
descontarán los cantos canteras de vegetación
los árboles vivientes praderas de pecados
raíces enterradas en densa gravedad
y en un solo día un solo instante
todo se quema y borra sin razón en el delirio de los insectos del fuego
sal azul de salamandras—
lo que con tanta paciencia prosperó
el tráfago del mar, el tragaluz de la amargura
sus ramas afiló pulió sus hojas traficantes
la selva parecía tranquila, ¿a quién le era más útil de estos días el
resplandor?
este brillo maravilloso de otros tiempos que en el hinchado cielo se hunde
recoge y humedece para siempre en tierno mar eterno
de sonidos internos
art deco desquebrajándose en el óvulo del aire
como si alguien quebrara estruendosamente ramas en la hoguera
como quien quiere darse así color, valor, calor,
en la última forma
de la oscuridad.
Nota: Víctor Manuel Contreras Toledo
nombre completo del escritor Víctor Toledo
JULIA UCEDA
Su voz
Vino
de más allá con su tristeza. Había
rodado
por los siglos y las lunas
intactamente
virgen,
vertical,
pura y honda,
hecha
de mármoles antiguos,
de
historias y de gestas
y se
rompió en mi playa lejanísima
con
sonido de órganos extraños.
Humanamente
se rompió en mi playa
con
su verdad traída en las raíces,
con
su verdad rotunda, abras adora,
y en
mis arenas hubo un murmullo de oros,
un
temblor en las cimas de mis dunas
y
una noche más honda y pensativa
se
adentró en mi silencio.
Y
ahora no sé lo que me dice.
Es
su voz la que bate sin cesar mis orillas.
Es
su galerna la que lame
mis
rocas
con
la lengua salobre de la angustia.
Son
sus espumas las que ciñen mis piernas temerarias.
No
sé lo que me dicen. No lo oyen mis oídos.
Lo
siento a ramalazos, nocturno mar,
mar
viento,
arremetiendo
mis costados tristes
(piedra
viva sin agua; sólo tierra).
La
verdad que me trae no la busco,
no
está, no, en sus palabras.
Está
en su voz eterna,
en
su voz impalpable, huidiza, arrolladora,
lejanísimamente
mía
y a
la vez
más
próxima y más fiel que mi tristeza.
La
verdad que me trae.
De: “Mariposa en cenizas”
GUSTAVO TATIS GUERRA
Marcelino Bertel
Qué
puedo ofrecerte
Señor
yo que soy de la raza
de los que nada piden
y todo lo dan.
Hombre montuno
encantador de los silencios
sinuanos sobre la sabana dormida.
Yo que despierto a los dioses
guardados con un pito de caña de flecha
no aprendí a leer sino la música
de los pájaros y la mirada de las doncellas.
Yo que crucé las montañas
y los pueblos perdidos del mapa
con el solo sortilegio de la adivinanza.
No tuve otro tesoro que tu tierra baldía
la melodía de tu soledad
desperdigada en estas lejanías.
Tengo
mi ombligo enterrado
en el caserío de El Cocuelo,
muy cerca de Montería,
y la voz de los ojos del agua
y el murmullo de los árboles más viejos
conocen el secreto de mi ofrenda.
No tengo nada que ofrecerte,
Señor,
sólo esta sinfonía de pájaros antiguos.
ENNIO MOLTEDO
Comunicaciones
No
recibo órdenes de nadie. A pesar de ello,
gente no enterada insiste con instrucciones
tanto verbales como escritas. Cuando así
sucede, acostumbro dirigir la vista hacia el
mar, hacia bosques y desiertos que se
extienden en paz sobre mi pequeño mapa.
SONIA DÍAZ CORRALES
La camarera si existe o infringiendo el protocolo
Cuando
digo gracias
a la camarera que no debería existir según el protocolo
pero existe
sobretodo por lo que duelen las varices en su pierna derecha
además de infringir el protocolo me convenzo
de que la distraída camarera
me ha servido
luego existe
y yo he sido servida
luego existo
y tú lo has mirado todo con frustración
seguro pensando
ah, otra que ve a la camarera
y le da las gracias
e infringe el protocolo
y se te van las ganas de besarme
—a saber si has tenido ganas de besarme—
porque si así fuera seguro me habrías besado
lo cual también habría infringido el protocolo
luego entonces también existirías.
ALFRED DE MUSSET
Impromptu. En respuesta a la pregunta: ¿Qué es la poesía?
Ahuyentar
los recuerdos, fijar el pensamiento,
sobre un bello eje de oro mantenerlo oscilante,
inquieto e inseguro, mas sin embargo quedo,
acaso eternizar el sueño de un instante.
Amar lo puro y lo bello y buscar su armonía;
escuchar en el alma el eco del talento;
cantar, reír, llorar, solo, al azar, sin guía;
de un suspiro o una sonrisa, de una voz o mirada,
hacer obra exquisita, pletórica de gracia,
de una lágrima perla: esa es la pasión
del poeta en la tierra, su vida y su ambición.
Nota: Louis-Charles-Alfred de Musset
nombre completo del escritor Alfred de Musset
