miércoles, 10 de enero de 2018


MASAOKA SHIKI




Un cardumen de truchas
Pasó ante mis ojos
El color del agua


AIDA CARTAGENA




El Viento en el Amor



Las ramas están llenas de voces.
El amor mueve la rosa del corazón
cuando duerme las hojas.
Un viento intenso azotó la vida,
los sueños se despertaron al sentir su aguja de fuego.
Viento, has hecho nada de las cosas.
En mi corazón un remolino de ternuras
ha dejado un haz de arenas azules.



MERCEDES BOLIVAR




Lluvia de sangre



Inocente, inocente,
Cayo en la calle.
Triste paradoja.

Cargado de odio,
Cerebro maligno
Instiga destruccion
Matando ilusiones.

Frio septiembre,
Tiembla la vida
Solloza el alma
De rodillas orando.

Tronchando amores
Sin saber el por que
Llego nueva guerra.
Paz quiere América.


JOSÉ KOZER




Principio último de realidad



Se
ha
partido
en
dos
la
estatua
del
jardín (caso de que en casa hubiera habido un jardín): dio
            a luz la zarigüeya (sigamos
            alumbrando esta escena con
            la imaginación) (¿cachorro
            de zarigüeya en español se
            dice?) (tenemos jabato,
            lobezno, alevín, gazapo, etc.)
            (siempre tenemos etc.): ya
            crecen de sopetón las
            avellanas en el olmo, las
            drupas en el peral, la flor
            del limonero en el avellano,
            el pruno dio pimienta blanca:
            Proteo se transforma en Pan,
            Pan Príapo y Príapo un Febo
            penecorto de yeso, hombros
            tocados de verdín. ¿Dónde
            está la estatua? ¿El jardín?
            A veces en Mesopotamia,
            otras muy al sur de La
            Florida, estuvo en una
            ocasión en Cuba, se trasladó
            (unísono) a Brujas, Puerto
            Varas (el Osorno a la vista)
            de vuelta entre Babilonia
            y Asiria, a Mesopotamia:
            entro en escena, voy a
            reparar la estatua partida
            en dos mitades precisas,
            anoche o anteanoche,
            entre medianoche y
            Aldebarán o Alfa del
            Centauro iluminando
            hacia las dos el suelo
            escarchado, cielo
            despejado, luna llena,
            por detrás, la estatua:
            de dril cien me vestí,
            sombrero blando, zuecos
            colorados, clavellina en el
            ojal de la camisa, para la
            ocasión almidonada en la
            habitación trastera de la
            casa: ora por Zoila la del
            soldado chuleada, ora la
            mismísima madre que ora
            me alumbrara, ora fuera
            progenitora de la estatua
            (quien idea controlando
            fraguas, forja estatuas,
            levanta jardines, casas
            con balcones labrados,
            atalayas, la hermana
            una gárgola, la madre
            una ojiva). Juntar lo
            escindido. El laurel de
            Indias se niega en rotundo,
            las alimañas que sirvieron
            de pasto a las aves carroñeras
            se niegan por igual. Acudo
            a mi padre, hez fecal sin
            concesiones, delante de mis
            narices levanta su mortaja
            escindida en partes dos,
            una mortaja de cal (¿soy
            o no soy yo?) y me
            conmina a mirar detrás
            del desmoronamiento de
            su ojo del perpetuo orzuelo,
            casa (alfabeto de derecha
            a izquierda) muebles (ni
            polvo ni sombras ni matas
            de interior) se desmoronará
            el jardín, luego la estatua
            de cuyo yeso saldrá la
            sombra de la zarigüeya,
            unas alimañas saldrán a
            ingerir (sin concesiones)
            todo cuanto en
potencia,
y
más
allá,
deviene.


ELIANA MALDONADO



  
Caracol nocturno



Todas las noches sueño contigo,
recorro lentamente la piel desnuda,
serpenteo entre las  sabanas tibias,
pareciera que tu piel fuera infinita
en la corta extensión de mi cama.

Todas las noches sueño contigo,
existes en el paisaje florido u hostil de mis deseos
apareces y desapareces a mi antojo.

Todas las noches sueño contigo,
pero te confieso,
sin culpa ni remordimiento,
todas las noches abuso de tu cuerpo.


MERCEDES REYNOSO




Idiotas



De todas las idiotas
yo fui la única
que eligió sexo sin compromiso.
De todas las idiotas
yo fui la única
que bebió en los bares sola.
De todas las idiotas
preferí ser amiga con derechos
a novia con prejuicios.
De todas las idiotas
yo lo llamé
solo para ver si estaba bien.
De todas las idiotas
desprecié al hombre insulso
solamente para quedarme sola.
De todas las idiotas
soy la que cocina por amor a los aromas
y no a los hijos.
De todas las idiotas
soy la que no teme hablar
ni teme quedarse callada
cuando hay tiempos
en que las personas suelen ser
de escaso pensamiento.
De todas las idiotas
soy la que ama más a sus amigos
que a sus amantes.
De todas las idiotas
soy la que prefiere un hombre
con buena ortografía
que un buen trabajo.
De todas, todas las idiotas,
nunca pretendí destacarme,
nunca pretendí ser o no ser,
nunca pretendí molestar,
abusar, ignorar,
sin embargo, hasta los más idiotas
saben que mi poesía es mala,
que el alcohol es el puro elíxir
que solventa mis días de angustia,
Y cada que observo mi ventana,
el cigarro se disipa,
la cama está vacía
y los poemas quietos;
y entonces siempre fui
la más idiota
de todas.