viernes, 26 de febrero de 2021


 

MARTHA MADRIGAL

 


 

 

Géminis

 



Rómulo y Remo

 

los duplicados hijos de la loba

 

son tu símbolo.

 

Indescifrable gemelo

 

cambiante como el aire, atractivo y brillante.

 

Las puertas del arcano abren tu mente clara,

 

contemplas impávido la tragedia,

 

nada te inquieta, tan seguro estás de tu poder

 

pues en la dualidad se encuentra

 

la más clara certeza de tu victoria.

 

Caballero andante, paladín de las rosas,

 

idealista y terreno,

 

te estremeces igual que te dominas,

 

duplicado rostro, duplicado corazón,

 

único y fiero.

 

El viento te traslada hacia las regiones del sueño.

 

Perduren junto a ti

 

los que duermen al murmullo de la lluvia,

 

el zafiro, ojo de huracán

 

y el mirto, flor helénica.

 

 

MANUEL NAVARRO LUNA

 

  

 

Un recuerdo para Hernández Catá

 

 

Hay una rosa dormida,
con su camino perfecto,
en el corazón directo
de su muerte, que es la vida. Una rosa amanecida
en toda su rosa está:
es la propia luz que va,
con su pétalo y su rama,
a la llama, que es la llama,
de Alfonso Hernández Catá.
Era un hermano… ¡qué hermano…!
Era un hermano mayor
con estrella en cada flor
y bandera en cada mano.
Era ese calor cercano
de corazón y de abrigo.
Era algo más: yo lo digo
siempre que digo su nombre:
era el tamaño de un hombre,
el tamaño de un amigo.
Dueño de un blanco velero
para ir a playas remotas,
entre un alba de gaviotas
cubrió siempre el derrotero.
Fue un corazón su sendero,
un corazón de navío
jamás con sombra ni frio
sino con velamen blanco
para el viaje, dulce y franco,
por el mar o por el río.
Fue más de lo que sabemos
en hondura y altitud.
Tal vez a su plenitud
con el tiempo llegaremos.
Sólo hacen falta los remos
que nos brinda su amistad,
remos de la claridad
para limpias travesías,
por el agua de sus días
que es agua de eternidad.

 

 

MANUEL SOSA

 

 

 

El inconverso




Dejadme recoger los residuos que del convite arrojan
para envilecer en la opacidad de los ministerios,
y como alma descuidada regar la sementera pútrida
sobre cada libro, sobre cada éxtasis.

 

Buscar así la otra persistencia, una energía
paralela al amor, pero más mitigante:
crispación del folio en la pira,
golpe fuerte contra el fuerte pórtico,
cuerda tensa y prematura.

 

Cuando alcancen a elogiar mi poca voz
habrán dado con el aliciente que les cegará.
Mi poca voz se adentra en la yema del rencor
y maldice más los coros, las cortes.
Mi túnico embriagan los tañidos desde el barco,
el badajo que halan sobre el reo abatido
y desangrado ante el bauprés.

 

Dejadme rehusar este reclinatorio
y tiritar contra los peldaños, despierto en las plazas
donde se refocilan las estatuas con sus profanadores.
Destilar así esta altivez, bruma sobre los balidos
y los cencerros del amanecer.

 

Yo me reclino a ver pasar los desfiles
y escribo estrofas que me perderían para la causa.
Lo predicaban los que crecían en donaire:
es amor lo que espera junto a la cancela abierta
si insistes y te proclamas ungido.
Pero yo cierro los ojos y aprieto los labios
para no vaticinar tanto provecho estéril.

 

Dolor o frialdad no vibran en mis refutaciones.
Lo que me ensancha como un pendón al viento
es la ojeriza, la alegría de la elección contraria.
Dejadme aborrecer sin contornos que me recluyan
y sea la indiferencia mi laurel,
mi purificación.

 

 

 

HILARIO BARRERO

  


 

Boca de Lobo

Para José Muñoz Millanes

 

 

¿En qué infierno proclama su dolor
la sombra más oscura?
Y si lo siente, ¿qué hondura exige,
a qué pozo hay que llegar para saciar
la sed de amargo vino negro
que hiere y emborracha con certero
navajazo las vísceras del sol?
Y si la sombra se enamora,
¿qué azabache ha de elegir
para adornar sus pechos y su sexo?
¿en qué boca de lobo morirá degollada?
(dentelladas nupciales de la bestia que en celo
excomulga a la albura con su pezuña atea)
¿de qué profunda mina sacará los metales
para hacerse las arras?
¿qué príncipe de luto riguroso,
en el tablero medieval del tiempo,
acuchilla a la dama con su espada de ónix
ganando la partida a la Edad Media?
Coronada de endrino,
con collares del más serio carbón,
¿no eres tú sombra mía la luz de lo más negro?
Al doblar tu esqueleto
y descubrir tus ojos en la testuz del alba,
¿no es acaso lo que llamamos muerte?

 

ANGÉLICA SANTA OLAYA

 


 

 

Ser vertical

frágil como la lluvia

caer,  mojar

 

ELOÍSA OTERO

 

 

 

Lo siento por ti, pero voy a escribirlo todo

«Lo siento por ti, pero voy a escribirlo todo.»

 

 

Tal vez así pretendías que yo me involucrase, que contara mi versión
de esta historia. Tengo una pequeña ventaja: tus cartas. Con ese regusto
a lo perdido y lejano de las frases.

 

Porque quizá se escriba también para que alguien en concreto sepa…
y aquí la palabra sea ya presuposición, duplicidad, pérdida.