sábado, 27 de octubre de 2018


MARÍA TERESA IRAZABA




  
Nunca me importó
[llegar a Dios
sólo a la luna
la recordaba en figuras de papel
y mi vida láctea eran las letras del
[periódico
en mi imaginación hacía nacer
[árboles
para luego desaparecerlos

En vuelta de rehilete
escapan los pájaros
las mariposas de mis sueños
aún se espantan por dentro

Mientras mi madre cautiva
[colibris
en la escalinata invisible de la
[muerte


En el pasillo de
[mi casa
sobre los hombros de mi padre
galopo en el silencio

En otra vuelta de caballo
nos perdemos con el viento


Ya en mi espacio
con las luces apagadas
alcanzo las estrellas en el techo
y en la punta del cometa Haley
me engancho hacia la eternidad

En las horas sin sueño
como ruleta de juego
giro el planisferio
invento en otro territorio
nidos temporales
para saber que nunca
seré nada


EVARISTO CARRIEGO





Conversando



El libro sin abrir y el vaso lleno.
-Con esto, para mí, nada hay ausente-.
Podemos conversar tranquilamente:
la excelencia del vino me hace bueno.

Hermano, ya lo ves, ni una exigencia
me reprocha la vida..., así me agrada;
de lo demás no quiero saber nada...
Practico una virtud: la indiferencia.

Me disgusta tener preocupaciones
que hayan de conmoverme. En mis rincones
vivo la vida a la manera eximia

del que es feliz, porque en verdad te digo:
la esposa del señor de la vendimia
se ha fugado conmigo...




IRENE SÁNCHEZ CARREÓN





Silueta detrás de una ventana



Que no sepa la rosa que la miras
ni sepa nunca el agua de tu sed.

Que las nubes
no se sientan flotar
en el azul profundo de tus sueños.

Que nunca sepa el mar
que palpita tu ser al ritmo de las olas.

La montaña,
que no te oiga suspirar sobre su pecho.

El bosque,
que ignore que podría extraviarte.

Que no sepa la tierra cómo mirar
sus frutas más sabrosas
y festejen tus ojos su belleza
sin que ella lo sepa.


FÉLIX SUÁREZ





Cruje la hojarasca.



Y el polvo,
conmovido,
se estremece
humildemente
mientras
pasa.
(«Melancolía»)




MIHAI EMINESCU





Yo quisiera dormirme...



(Variante)

Yo quisiera dormirme,
     perdido en la noche.
Condúceme en silencio
     al borde del mar.

No quiero ataúd rico,
     luces ni oriflamas,
trénzame sólo un lecho
     de jóvenes ramos.

Que el sueño me sea dulce
     y el bosque cercano,
que brille un cielo limpio
     en las hondas aguas.

Que del dolor brotando
     suban a la orilla,
que a las rocas se abracen
     sus brazos de olas.
Se levantan y caen
     murmurando siempre,
mientras sobre los pinos
     resbala la luna.

Que nadie junto a mí
     llore en mi almohada,
que la muerte haga hablar
     las hojas resecas.

Que el todopoderoso
     en el viento pase,
que en mí el sagrado tilo
     sacuda su flor.

Y como no andaré
     nunca más errante,
caerán sobre mí
     los tiernos recuerdos

que no sabrán que miro
     la inquietud del mundo
mientras que las lianas
     mi soledad cubren.


Versión de Rafael Alberti y María Teresa León


JOSÉ SARAMAGO



  

Vengo de lejos, lejos



Vengo de lejos, lejos, y canto sordamente
Esta vieja, tan vieja, canción de rimas tuertas,
Y dices que la canté a otra gente,
Que otras manos me abrieron otras puertas:

Pero, amor mío, yo vengo a este paso
Y grito, desde la lejanía de los caminos,
Desde el polvo mordido y el temblor
De las carnes maltratadas,
Esta nueva canción con que renazco.


De: "Poesía completa"

Versión de Ángel Campos Pámpano