martes, 25 de diciembre de 2018


ROBERT DESNOS





Identidad de las imágenes



Lucho furiosamente contra animales y botellas
Desde hace poco tiempo quizá diez horas una después de otra
La hermosa nadadora que tenía miedo del coral esta mañana                                                                                             se despierta
El coral coronado de acebo llama a su puerta
¡Ah! otra vez el carbón siempre el carbón
Te conjuro carbón genio tutelar del sueño y de mi soledad
                 déjame déjame seguir hablando de la hermosa nadadora
                 que tenía miedo del coral
No dictamines más sobre este tema seductor de mis sueños
La hermosa nadadora descansaba en un lecho de encajes y                                                                                                 de pájaros
Los vestidos sobre una silla al pie del lecho iluminados por  los fulgores
                                                      los últimos fulgores del carbón
Llegado éste de las profundidades del cielo de la tierra y del mar
                estaba orgulloso de su pico de coral y de sus grandes
                                                                             alas de crespón
Durante toda la noche él había seguido divergentes entierros hacia
                                                                cementerios suburbanos
Había asistido a bailes en las embajadas y dejado su rastro en una 
                                hoja de helecho de los vestidos de raso blanco
Se había erguido terrible en la proa de los navíos y los navíos                                                                                       no habían vuelto
Ahora agazapado en la chimenea acechaba el despertar de la 
                                                 espuma y el canto de las marmitas
Su paso resonante había turbado el silencio de las noches en las 
                                                           calles de adoquines sonoros
Carbón sonoro carbón amo del sueño carbón
Ah dime ¿dónde está la hermosa nadadora que tenía miedo del 
                                                                                          coral?
Pero precisamente la nadadora se ha vuelto a dormir
Y me quedo frente a frente con el fuego y me quedaré toda la noche
                 para interrogar al carbón con alas de tiniebla que insiste
                 en proyectar sobre mi camino monótono   la sombra
                 de su humareda y el reflejo terrible de sus brasas
Carbón sonoro   carbón despiadado   carbón.


De: "Corps et Biens"

Versión de Aldo Pellegrini

RENATO SANDOVAL





El día que supe que mi nacimiento
tuvo que ver con la explosión
de un enjambre de avispas,
el corazón se me puso como piel de gallina
y los astros se amontonaron en el firmamento:
era una huelga estelar
protestando por tan reaccionario
suceso.
Yo no hablo de ello por temor a molestar;
sería de veras riesgoso
con tantos factores desencadenantes.
Selena me ha dicho que en mí
la libertad se encuentra acogotada,
y yo que me sigo retorciendo el cuello
para que mi voz suene gentil y nunca desentone.
Esa mujer tiene sus ideas y yo las mías;
la verdad es que a ella la vi una mañana
lamiéndose los pezones
mientras trataba de recortarse
las uñas de los pies
al compás de un joropo
que se le allegaba desde la guajira;
y cuando a mi vez
quise hacer lo mismo,
una avispa que feliz libaba
de los pechos de Selena
cruzó de un solo trazo
el desierto que se interponía entre nosotros
y, sin pensarlo dos veces,
me atravesó el glande
que yo en esos momentos esmaltaba con mi boca.
Designios de Dios, como le llaman unos,
golpe de suerte, bien le dicen otros.


De: “El revés y la fuga”



CORAL BRACHO





Imagen al amanecer



"El agua del aspersor cubría la escena
como una niebla,
como una flama blanquísima, dueña
de sí misma, de su brotar cambiante, de su pulso
ritual
y cadencioso.
Un poco más allá y más allá hasta
tocar las rocas. Lienzos de sol
entre la cauda humeante; lluvia de cuarzo; interno
oleaje
silencioso. Un mismo
denso
movimiento lo centra; lo ahonda
en su asombrado corazón. Profundo, colmado
vórtice.
Renace, tenue, su palpitar. Marmóreo y lento
borbollón luminoso.
Un poco más allá, más allá, su tacto límpido
se estremece. Son remanso
las rocas
a su enjambre estelar, a su incesante,
encendida nieve. Por un momento se cubre
con su seda el jardín. Suavemente
los troncos ceden
y van tendiéndose sobre el pasto;
largas sendas oscuras bajo el tamiz
que inunda el amanecer. Cuando su lluvia
se ha expandido hacia el este
pesan menos las sombras
y los troncos se adensan y se levantan.
Vuelve entonces el arco
a resplandecer. Una llama reciente nubla la escena,
un olor de magnolias
y rocas húmedas".



GABRIEL ALEJANDRO PAZ






Número Cuatro



Aquí
tu cinto y sus nudos,
tu flanco y sus finales
y toda el agua que te ha bañado toda tu vida
Deposito aquí
las palabras que camellamente audaces
sumaron un oasis en su sed
un cigoñal enlodado
un río entregado a su rumbo
Bien serías ahora una flor podrida de rocío
o una mujer llena de vidrios,
herida,
donde el tiempo desafía sin licencia la desnudez
Bien serías pensamiento
o vapor estirado sobre la ilusión de mi voz que canta Calamaro,
su turbulencia de puerto, las lindes doradas de sus recuerdos y el micro-tango
Aquí
la terquedad de mi veneno,
tu cinto y sus nudos,
tu flanco y sus finales
donde la adicción a tus palmas rosadas no tiene cura
y su tratamiento es lento,
como la muerte germinando en el lodo de la vida


EDITH SÖDERGRAN





Al atardecer refresca el día...



I

Al atardecer refresca el día...
Bebe el calor de mi mano,
mi mano tiene la misma sangre de la primavera.
Toma mi mano, mi blanco brazo,
toma el ansia de mis menudos hombros...
Qué maravilloso sería sentir
en una noche, en una noche como ésta,
el peso de tu cabeza sobre mi pecho.


II

Arrojaste la rosa roja de tu amor
en mi blanco seno-
Entre mis febriles manos aferro
la rosa roja de tu amor que pronto se marchita...
Oh tú, Emperador de gélidos ojos.
acepto la corona que me tiendes,
la que me dobla la cabeza hacia el corazón...


III

Hoy vi a mi dueño por vez primera,
temblando, al instante lo he reconocido.
Ahora siento su pesada mano sobre mi brazo leve...
¿Dónde está mi sincera risa de doncella,
mi libertad de mujer de cabeza altiva?
Ahora siento su férreo abrazo
alrededor de mi cuerpo estremecido,
ahora oigo el duro estruendo de la realidad
contra mis frágiles, frágiles sueños.


IV

Buscabas una flor
y hallaste un fruto.
Buscabas una fuente
y hallaste un mar.
Buscabas una mujer
y hallaste un alma:
estás decepcionado.


Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen


FÉLIX MARÍA SAMANIEGO





8. El ratón de la corte y el del campo



Un Ratón cortesano
Convidó con un modo muy urbano
A un Ratón campesino.
Diole gordo tocino,
Queso fresco de Holanda,
Y una despensa llena de vianda
Era su alojamiento,
Pues no pudiera haber un aposento
Tan magníficamente preparado,
Aunque fuese en Ratópolis buscado
Con el mayor esmero,
Para alojar a Roepan primero.
Sus sentidos allí se recreaban;
Las paredes y techos adornaban,
Entre mil ratonescas golosinas,
Salchichones, perniles y cecinas.
Saltaban de placer, ¡oh qué embeleso!
De pernil en pernil, de queso en queso.
En esta situación tan lisonjera
Llega la Despensera.
Oyen el ruido, corren, se agazapan,
Pierden el tino, mas al fin se escapan
Atropelladamente
Por cierto pasadizo abierto a diente.
«¡Esto tenemos! dijo el campesino;
Reniego yo del queso, del tocino
Y de quien busca gustos
Entre los sobresaltos y los sustos»
Volvióse a su campaña en el instante
Y estimó mucho más de allí adelante,
Sin zozobra, temor ni pesadumbres,
Su casita de tierra y sus legumbres.