"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 6 de abril de 2019
TOR JONSSON
Dos Mujeres
Dos
mujeres esperan
en el
jardín por tu último viaje.
Las dos
vestidas de luto,
las dos
te amaron.
El
dolor de tus hechos está llamando
suplicante
a tu puerta.
Y más
negro es el luto que da testimonio
de lo
que nunca hiciste.
El
dolor de tus hechos tiene manos de madre
indeciblemente
suaves y tibias.
la que
espera tu acción,
enlutada
guarda silencio.
La que
hiciste llorar, llorará
sobre
tu tumba.
La otra
está esperando con luto
más
allá del cielo y el mar.
ELISEO DIEGO
Cuadernillo de bella
1
Cómo llevar a las palabras
la sensación, el roce de tu mano
por vez primera entre la mía.
Su forma frágil, delicada,
su ser, su estar en mí, su suave entrega.
"Esta es la mano, en fin, de tu muchacha",
me dices no sé cómo, mientras siento
"esta es la mano de la niña mía".
Mayor delicia habrá,
si tiempo y suerte quieren.
Ninguna habrá tan absoluta y pura.
2
Reverente imagino tus muñecas
en tus brazos menudos acunadas.
Cómo se llaman, digo. Y me respondes
en una voz que la distancia vela
desde el hondo del patio. Deja. Mira,
tú estás feliz, eres feliz, qué importa.
Tú estás hecha de infancias, niña mía.
tú eres toda de niños. Vida solo.
3
Ya te miro venir, ligera y leve,
volando las escalas del teatro,
la boina al sesgo de tu pelo lacio,
radiante y feliz, hecha de aromas.
Das a mi amigo un libro, me sonríes,
después te vuelves y tu esbelta espalda
escaleras abajo es una música
y es una puertecilla hacia la dicha.
4
Quién sabe cómo fue ni cuándo y dónde
me dijiste que sí, que me entregabas
el huerto de ti misma, paraíso
de magias y delicias y qué glorias.
Y yo ciego de mí te acepto a ciegas
del esplendor terrible de tu llama
tan frágil y menuda entre mis brazos.
Pues tú eres tú y eras la vida y todo
cuanto va desde el júbilo a lo trágico,
desde el alba a las fiestas de la tarde.
5
Y tus muñecas fueron al fin hijos,
oh música del mundo, oh maravilla,
mi cajita de asombros, mi señora!
Y el dueño de tu huerto florecido,
el taciturno, te volvió la espalda,
te dejó a solas con tus juegos mágicos,
los únicos que importan, y lloraste.
¿Cómo pude yo hacer que sollozaras?
¡La boina al sesgo del cabello pulcro,
tú, la del rostro terso, radiante,
quién pudo imaginarte entonces lágrimas!
Y sin embargo fuimos los dos uno,
no se puede ser más, y tú has llorado.
6
Todo es al fin no más un cuento mágico.
Quién sabe cómo, todo cuento acaba.
Yo di su vida a los muñecos tuyos
como un brujo hechizado. Me embrujaste
con solo ser tan niña a vida pura.
Como a través de un vidrio estoy mirándote.
Turbio vidrio mi asombro de saberte
tal cual eres, mi niña desdichada.
Me hechizaste, y en cambio te hice daño.
Mas yo sólo te amé porque tú eras.
1
Cómo llevar a las palabras
la sensación, el roce de tu mano
por vez primera entre la mía.
Su forma frágil, delicada,
su ser, su estar en mí, su suave entrega.
"Esta es la mano, en fin, de tu muchacha",
me dices no sé cómo, mientras siento
"esta es la mano de la niña mía".
Mayor delicia habrá,
si tiempo y suerte quieren.
Ninguna habrá tan absoluta y pura.
2
Reverente imagino tus muñecas
en tus brazos menudos acunadas.
Cómo se llaman, digo. Y me respondes
en una voz que la distancia vela
desde el hondo del patio. Deja. Mira,
tú estás feliz, eres feliz, qué importa.
Tú estás hecha de infancias, niña mía.
tú eres toda de niños. Vida solo.
3
Ya te miro venir, ligera y leve,
volando las escalas del teatro,
la boina al sesgo de tu pelo lacio,
radiante y feliz, hecha de aromas.
Das a mi amigo un libro, me sonríes,
después te vuelves y tu esbelta espalda
escaleras abajo es una música
y es una puertecilla hacia la dicha.
4
Quién sabe cómo fue ni cuándo y dónde
me dijiste que sí, que me entregabas
el huerto de ti misma, paraíso
de magias y delicias y qué glorias.
Y yo ciego de mí te acepto a ciegas
del esplendor terrible de tu llama
tan frágil y menuda entre mis brazos.
Pues tú eres tú y eras la vida y todo
cuanto va desde el júbilo a lo trágico,
desde el alba a las fiestas de la tarde.
5
Y tus muñecas fueron al fin hijos,
oh música del mundo, oh maravilla,
mi cajita de asombros, mi señora!
Y el dueño de tu huerto florecido,
el taciturno, te volvió la espalda,
te dejó a solas con tus juegos mágicos,
los únicos que importan, y lloraste.
¿Cómo pude yo hacer que sollozaras?
¡La boina al sesgo del cabello pulcro,
tú, la del rostro terso, radiante,
quién pudo imaginarte entonces lágrimas!
Y sin embargo fuimos los dos uno,
no se puede ser más, y tú has llorado.
6
Todo es al fin no más un cuento mágico.
Quién sabe cómo, todo cuento acaba.
Yo di su vida a los muñecos tuyos
como un brujo hechizado. Me embrujaste
con solo ser tan niña a vida pura.
Como a través de un vidrio estoy mirándote.
Turbio vidrio mi asombro de saberte
tal cual eres, mi niña desdichada.
Me hechizaste, y en cambio te hice daño.
Mas yo sólo te amé porque tú eras.
LILIAN SILVA
Octubre en el viento
Rasgueos,
en la guerra se abrocha el lamento
Se
presume se quedará la camisa en la cantera
Grita
en la ciudad es una estría operada
hay
olvido, la memoria es de trapo
FRANÇOIS COPPÉE
La muerte de los pájaros
Por la
noche, junto a la chimenea, pensé muchas veces en
la muerte de un pájaro, en algún lugar del bosque.
Durante los días tristes del monótono invierno, los
pobres nidos abandonados, los nidos que uno abandona, se
balancean en el viento en el cielo gris de hierro.
Oh! ¡como los pájaros deben morir en invierno!
Sin embargo, cuando llegue el momento de violetas,
no encontraremos sus delicados esqueletos
en el césped de abril donde correremos.
¿Los pájaros se esconden, para morir?
la muerte de un pájaro, en algún lugar del bosque.
Durante los días tristes del monótono invierno, los
pobres nidos abandonados, los nidos que uno abandona, se
balancean en el viento en el cielo gris de hierro.
Oh! ¡como los pájaros deben morir en invierno!
Sin embargo, cuando llegue el momento de violetas,
no encontraremos sus delicados esqueletos
en el césped de abril donde correremos.
¿Los pájaros se esconden, para morir?
ROBERT PYNSKI
Canción del Samurái
Cuando
no tuve techo
hice de la Osadía mi tejado.
hice de la Osadía mi tejado.
Cuando
no tuve cena
cenaron mis dos ojos.
cenaron mis dos ojos.
Cuando
no tuve ojos, escuché.
Cuando no tuve oídos, medité.
Cuando no tuve ideas, esperé.
Cuando no tuve oídos, medité.
Cuando no tuve ideas, esperé.
Cuando
no tuve padre hice
del servicio mi padre. Cuando
no tuve madre abracé el orden.
del servicio mi padre. Cuando
no tuve madre abracé el orden.
Cuando
no tuve amigos hice
de la Quietud mi amigo. Cuando
no un enemigo me enfrenté a mi cuerpo.
de la Quietud mi amigo. Cuando
no un enemigo me enfrenté a mi cuerpo.
Cuando
no tuve templo hice
un templo de mi voz. No tengo
sacerdotes, mi lengua es, pues, mi coro.
un templo de mi voz. No tengo
sacerdotes, mi lengua es, pues, mi coro.
Cuando
no tengo medios
mi medio es la fortuna. Cuando no
tenga nada, mi fortuna la muerte.
mi medio es la fortuna. Cuando no
tenga nada, mi fortuna la muerte.
La
pobreza es mi táctica,
el desapego mi estrategia. Cuando
no tuve amante cortejé el descanso.
el desapego mi estrategia. Cuando
no tuve amante cortejé el descanso.
GEORGE BATAILLE
Introducción
Duermo
La aguja
De mi corazón
Lloro
Una palabra
Perdida
Abro
El reborde
De una lágrima
Donde el alba
Muerta calla.
La aguja
De mi corazón
Lloro
Una palabra
Perdida
Abro
El reborde
De una lágrima
Donde el alba
Muerta calla.
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