"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 2 de septiembre de 2017
FRANCISCO DE LA TORRE
Bella
es mi ninfa, si los lazos de oro
al apacible viento desordena;
bella, si de sus ojos enajena
el altivo desdén que siempre lloro.
al apacible viento desordena;
bella, si de sus ojos enajena
el altivo desdén que siempre lloro.
Bella,
si con la luz que sola adoro
la tempestad del viento y mar serena;
bella, si la dureza de mi pena
vuelve las gracias del celeste coro.
la tempestad del viento y mar serena;
bella, si la dureza de mi pena
vuelve las gracias del celeste coro.
Bella
si mansa, bella si terrible;
bella si cruda, bella esquiva, y bella
si vuelve grave aquella luz del cielo,
bella si cruda, bella esquiva, y bella
si vuelve grave aquella luz del cielo,
cuya
beldad humana y apacible
ni se puede saber lo que es sin vella
ni vista entenderá lo que es el suelo.
ni se puede saber lo que es sin vella
ni vista entenderá lo que es el suelo.
ADOLFO BURRIEL
IVÁN TUBAU
A Julieta
A fin de cuentas sí,
parece que nos gusta el amor libre
aunque sin demasías
el sexo tierno la pasión discreta
releer a Epicuro
que son tan pocas páginas
gritos flojos e Ibiza:
tú y yo somos lo sabes
carne de revival
pálido color malva
si Dios quiere y la historia.
A fin de cuentas sí,
parece que nos gusta el amor libre
aunque sin demasías
el sexo tierno la pasión discreta
releer a Epicuro
que son tan pocas páginas
gritos flojos e Ibiza:
tú y yo somos lo sabes
carne de revival
pálido color malva
si Dios quiere y la historia.
De: "Vendrán meses con erre"
ANDRÉS TRAPIELLO
Al final de la tarde...
Al final de la tarde
las últimas estelas se detienen
en la pared de cal,
accidentes, cenizas.
En los ojos entonces los paisajes
suenan como lacados
y hasta parecen lágrimas,
tan suavemente llegan.
Hablo de mí porque temo a la muerte
desnuda de las cosas
y que la muerte venga a esta azotea
a quedarse en la calma y el silencioso valle.
Como en su vaso el té moruno y verde
o el viejo libro que abierto está a su lado
han conseguido ser dueños de su quietud,
y en su quietud
igualarse a los astros que van en vastas órbitas,
como ese viejo libro y ese vaso de té,
recuerda este lugar y este momento.
Al final de la tarde
las últimas estelas se detienen
en la pared de cal,
accidentes, cenizas.
En los ojos entonces los paisajes
suenan como lacados
y hasta parecen lágrimas,
tan suavemente llegan.
Hablo de mí porque temo a la muerte
desnuda de las cosas
y que la muerte venga a esta azotea
a quedarse en la calma y el silencioso valle.
Como en su vaso el té moruno y verde
o el viejo libro que abierto está a su lado
han conseguido ser dueños de su quietud,
y en su quietud
igualarse a los astros que van en vastas órbitas,
como ese viejo libro y ese vaso de té,
recuerda este lugar y este momento.
Un
día llegará en que te preguntes
¿de ti, de mí, qué fue de todo aquello?,
y de los ojos
ya no vendrán palabras.
¿de ti, de mí, qué fue de todo aquello?,
y de los ojos
ya no vendrán palabras.
De: "Junto al agua"
STELLA DÍAZ VARÍN
Ven de la luz, hijo
Que
te ciegue la luz, hijo.
Ven de la luz;
Desde donde la pupila sueña
y vuelve atormentada,
como un escombro vivo,
como especie de flor, como pájaro.
Carbón de víscera terrestre,
así como víscera de árbol.
Ven de la luz;
Desde donde la pupila sueña
y vuelve atormentada,
como un escombro vivo,
como especie de flor, como pájaro.
Carbón de víscera terrestre,
así como víscera de árbol.
Deja
que se ensañe la luz, hijo,
Desciende como los antiguos ángeles,
como los malos discípulos,
ardiendo en su pasión, desheredados.
Así como las fieras, hijo.
Desciende como los antiguos ángeles,
como los malos discípulos,
ardiendo en su pasión, desheredados.
Así como las fieras, hijo.
Incomprendidas
del río, intocadas
absolutas, tristes.
Ese será el día
-presentimiento que no quise,
tú sabes, los conoces-
que tomaré la forma deseada.
absolutas, tristes.
Ese será el día
-presentimiento que no quise,
tú sabes, los conoces-
que tomaré la forma deseada.
Ojo
de estiércol, húmedo;
aprisionaré tu llama,
tu superficie extraceleste
tu mirada de centro obscuro,
tu trigal;
la tibia voluntad de tu piel
me ayudará y seremos.
aprisionaré tu llama,
tu superficie extraceleste
tu mirada de centro obscuro,
tu trigal;
la tibia voluntad de tu piel
me ayudará y seremos.
Nunca
antes pudimos.
Yo era como esas pequeñas fuentes secas.
Desciende, hijo, de la luz;
avizora el espacio,
avizora el horizonte.
La curva que deja el corazón de un muerto,
la mano que se esconde,
la mano que nadie quiso acariciar.
Yo era como esas pequeñas fuentes secas.
Desciende, hijo, de la luz;
avizora el espacio,
avizora el horizonte.
La curva que deja el corazón de un muerto,
la mano que se esconde,
la mano que nadie quiso acariciar.
Seremos.
Tú y yo venidos
irremisiblemente;
unidos como dos tallos jóvenes aún;
Queriendo apenas lo que no se nos dio.
Amando
lo que la luz aconseja:
el vértigo, la hondonada, el silencio.
el color de las piedras;
tantas cosas simples y distintas.
Llegaremos a amar la contextura de Dios
tan difusa;
tan perfecta como tus pequeños ídolos.
La madera de Dios
tan bella y roja
como el corazón de los árboles.
Tan bella y roja
como el corazón del veneno.
Que te ciegue la luz, hijo.
Que te atormente.
Ven de la luz, inúndate;
Ten la luz y desmiente la tiniebla.
Ven, hijo, arrodíllate.
Cree en los amaneceres.
En la luz son más bellos los ojos de Dios.
Tú y yo venidos
irremisiblemente;
unidos como dos tallos jóvenes aún;
Queriendo apenas lo que no se nos dio.
Amando
lo que la luz aconseja:
el vértigo, la hondonada, el silencio.
el color de las piedras;
tantas cosas simples y distintas.
Llegaremos a amar la contextura de Dios
tan difusa;
tan perfecta como tus pequeños ídolos.
La madera de Dios
tan bella y roja
como el corazón de los árboles.
Tan bella y roja
como el corazón del veneno.
Que te ciegue la luz, hijo.
Que te atormente.
Ven de la luz, inúndate;
Ten la luz y desmiente la tiniebla.
Ven, hijo, arrodíllate.
Cree en los amaneceres.
En la luz son más bellos los ojos de Dios.
FRANCISCO SEGOVIA
Ven
Toca
la consistencia de la tierra en este sitio
tan
lejos de las vegas y la sombra. ¿La sientes?
No
tocas una duna que dispersa el viento :
tocas
tierra firme : el lomo de una loma.
¿Sientes
cómo desde dentro
una
humedad la agruma y vuelve firme?
¿Cómo
desde dentro un esqueleto
le da
asidero a su carne y la mantiene junta?
Debajo
de la piel hay piedras
y
adobe y un altar íntimo y doméstico.
Deja
en paz esas cosas niña.
No
descuajes sus peñas
no
quebrantes sus huesos
no
interrumpas el lento trance
de la
tierra por la tierra.
Cuando
eches raíz aquí
no
edifiques tu casa
con
las ruinas de otra casa.
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