"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 26 de noviembre de 2021
EDUARDO LLANOS MELUSSA
A un crítico que se da aires de censor
¿Quieres
saber qué pasa con tus crónicas
cuando usas de abanicos nuestros libros?
Doblamos bien el diario del domingo
y después… lo usamos de matamoscas.
PABLO ROMAY
Tu perfume
Tu
perfume se metió en mi nariz
jugando,
como
fantasma flotando
ondulante
personaje de caricatura
dando
vueltas sobre mí,
cosquilleándome
las orejas
me
toma por sorpresa
se
ríe de mí
de
la expresión en mi cara
atónita,
extasiada
llena
de amor por esas partículas que no son tuyas,
¿o
sí?
vienen
de ti, de tu piel, o tu espíritu
o de
esa botella que compraste por 60 dólares.
SAM PINK
Poema de amor
Estoy
tomando un licuado
y viendo caer la nieve
sentado en mi camioneta
con el motor apagado en un estacionamiento vacío.
Y lo único
que podría mejorar este momento
sería que vos estuvieras
aún más lejos.
Envejeciendo con cada segundo
el frío es una luz negra
para las heridas del pasado.
Más y más lejos
nuevos como extraños
lo que siempre fuimos.
Versión de Mat Guillan
FRANCISCO RUIZ UDIEL
Donde vivo soy un extranjero
A Óscar Núñez
Argumedo
Donde
vivo soy un extranjero
con el hábito de saludar
a las prostitutas en los pasillos,
de escuchar sus viejas historias
cuando me dicen estar casadas
con uno de los huéspedes
¡Como si yo no fuese un huésped!
Donde
vivo se tiene la fama
de hacinar drogadictos funcionales,
homosexuales, madres solteras,
mujeres sonámbulas que caminan
desnudas por las escaleras,
hombres que salen a quitarse
la culpa con las primeras
manifestaciones del invierno,
porque el agua fría de la lluvia
produce calambres y punzadas
en la angustia donde está la frágil carne.
Donde
vivo también existen
vírgenes de dudosa reputación,
lesbianas y hasta borrachos
de baja categoría que evaden
siempre la cordura, porque el acto
de saberse leves en el fondo
de una botella les resuelve más que el sudor,
las lágrimas y la orina que aún
no llenan el hueco de ningún corazón vacío.
Donde
vivo he notado que
cada habitación bien podría
ser un centro de masajes
para el desamparo de todos los hombres.
Tanto
se dice de este lugar
que a veces es mejor
aprobar las verdades,
por mi parte, yo prefiero ocuparme
de la chica del cuarto piso
que se intenta suicidar
frente a mi puerta,
de las botellas rotas en la madrugada
a manos de terroristas
que vigilan el negocio
de las operadoras sexuales
o bien, forzar el sueño ante el ruido
de los cuartos, principalmente
por los gemidos de la muchacha que llega
a tocar la puerta del vecino
a las cuatro de la madrugada,
pues la cocaína no le deja cerrar los ojos
y se levantó por un vaso de agua
y el grifo de la cocina se descompuso
y entonces mi vecino, altruista, le atiende su sed.
Donde
vivo soy un extranjero
porque nadie sabe que existo
y uno de estos días puedo amanecer
desplomado en el baño,
muerto de saberme indigno
en este miserable cuerpo encerrado.
Donde
vivo, el sol se rehúsa a entrar
por la ventanas y los amantes
dejan a sus mujeres en pleno abandono
con el vientre en proceso de extensión,
los huéspedes bajan de sus madrigueras
a una hora específica para sentarse
en las gradas principales
y así escuchar historias de amor
a través de una guitarra parapléjica
que todavía suena con tres cuerdas.
Donde
vivo tengo la manía
de levantarme por la noche
cuando todo está en calma
para ver a los perros echados
a orilla de las puertas,
para ver cómo se retuercen
frente a otro animal que muere.
Hasta dan ganas de pedirles nos regalen
las caricias que han recibido de sus dueños.
Donde
vivo soy extranjero
con la manía de vendarme los ojos
y sentirme un pronombre indefinido
en un lugar donde a diario me alimento
con pequeñas víctimas de sueños.
Donde
vivo soy un extranjero
pero soy también un emigrante
que sale bajo esta piel
no para buscar poblaciones
sino para encontrar momentos poblados
frente a una noche cualquiera.
De: “Alguien me ve llorar en un sueño”
MARK STRAND
Nostalgia
Para Donald Justice
Los
profesores de inglés han llevado sus togas
a la
lavandería, se han marchado a los campos.
Sueños
de movimiento circundan la alfombra persona
de
la habitación donde estabas-
En
la playa la tristeza de los gramófonos
ahonda
la caída y los pliegues del océano.
Es
ayer. Sigue siendo ayer.
DANIEL CUNDARI
10
Tampoco
tengo miedo si venís por la noche,
si
preparáis más hondos y más atezados los surcos,
si
pedís matarme o matar al terco fantasma
que
me llena las sienes de mallas y poemas.
Tampoco
tengo miedo si disparáis como locos
a
cristaleras y ventanas mientras solitario duermo.
Sin
palabras vitales,
sin
versos sinceros,
asustarme
no puedo.