"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 24 de julio de 2017
JORGE CUESTA
Anatomía de la mano
La mano, al tocar el viento,
el peso del cuerpo olvida
y al extremo de su vida
es su rastro último y lento.
No da al sabor instrumento
su lengua ciega y hendida,
y sólo otra duda anida
su duda de movimiento.
Mas como una sed en llamas
que incierta al azar disputa
toda la atmósfera en vano,
imita al árbol sus ramas
en pos de una interna fruta
la interrupción de la mano.
ALEJANDRA RETANA BETANCOURT
Quien
no tiene el cuerpo leve
no debe adentrarse en el agua.
Sé que flotas, pequeño dios,
sobre tus propias lágrimas.
no debe adentrarse en el agua.
Sé que flotas, pequeño dios,
sobre tus propias lágrimas.
ENRIQUE CASARAVILLA LEMOS
Cielo
Peces
groseros, ciegos
y lucientes;
¿le daré
de estos peces
a mi Amada,
de comer?
O los lanzo de nuevo,
a los bajos del cieno
del agua?
Unos le daré más listos,
ligeros como suspiros,
porque la vuelvan más bella
y aún más pura?
Le daré algunos más pálidos
y tenues, que el cielo surcan.
y lucientes;
¿le daré
de estos peces
a mi Amada,
de comer?
O los lanzo de nuevo,
a los bajos del cieno
del agua?
Unos le daré más listos,
ligeros como suspiros,
porque la vuelvan más bella
y aún más pura?
Le daré algunos más pálidos
y tenues, que el cielo surcan.
SERGIO EDUARDO CRUZ FLORES
Guerrero
Llegaron
los días de la cosecha
a
través del cielo y el mar,
y este
paraíso se convirtió en herrumbre.
Quiero
desenterrar a los muertos, ahora
que
es luna llena en el abismo
y los
lobos y los chacales, henchidos de placer,
aúllan
profecías.
MARIEL M. DAMIÁN
Catástrofe
Hoy
no quiero hacer nada
tan
sólo tumbarme en la arena
y con
un solo dedo agitar el mar,
girar
el índice hasta crear grandes olas
huracanes,
remolinos, sismos
y
elevar nuestras casas hasta el cielo
para
luego dejarlas caer por que sí,
porque
te extraño y no estás conmigo
Ni
siquiera deseo ser una cosa aparte.
Quiero
seguir siendo la partícula de Dios,
la
estrella primera, el organismo único.
Ser
del mar el agua y las algas
y que
mi cuerpo nunca se separe
de la
masa amorfa que lo contiene todo.
Que
no me crezcan las piernas y flote,
y que
del cuerpo nunca me brote el corazón.
Que
no sienta el borde sutil
donde
termina la piel y empieza el paisaje
para
que en la calle no me miren y digan:
Ahí va. Allá está la chica que se ha
quedado sola.
La que como todos, por vivir de amor se
muere.
La que cuando empieza algo grita y cuando
acaba llora.
Hoy
ni siquiera quiero estar triste.
Tan
sólo deseo tumbarme en la tierra
hasta
que las flores germinen,
y mi
cuerpo de pastos nobles sea un jardín antiguo
donde
mi ombligo sea hogar de caracoles
que
no sepan pronunciar tu nombre.
RAFAEL CANSINOS ASSENS
Lamed
Del amor que en la noche se muestra libre y sin caretas y sonríe ingenuamente como
un perdonado; del amor que en la noche no necesita esconderse como durante el día.
Del amor que en la noche halla las vías francas y está perdonado y redimido de todas
las angustias del día.
Del amor que en la noche es infantil e ingenuo como en la antigüedad y cambia abrazos
tan puros como los de los niños fajados.
Del amor que en la noche es humilde y contentadizo y tiene los ojos optimistas y las
manos ligeras, prontas a enlazarse.
Del amor, que en la noche implora con dulces inflexiones y se dobla fácilmente sobre
sus rodillas.
Del amor, que en la noche es pródigo y generoso y florece como la albahaca, leve y
fresca, en el corazón de los hombres fatigados.
Del amor que en la noche se muestra libre y sin caretas y sonríe ingenuamente como
un perdonado; del amor que en la noche no necesita esconderse como durante el día.
Del amor que en la noche halla las vías francas y está perdonado y redimido de todas
las angustias del día.
Del amor que en la noche es infantil e ingenuo como en la antigüedad y cambia abrazos
tan puros como los de los niños fajados.
Del amor que en la noche es humilde y contentadizo y tiene los ojos optimistas y las
manos ligeras, prontas a enlazarse.
Del amor, que en la noche implora con dulces inflexiones y se dobla fácilmente sobre
sus rodillas.
Del amor, que en la noche es pródigo y generoso y florece como la albahaca, leve y
fresca, en el corazón de los hombres fatigados.
De: "El candelabro de los siete
brazos"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)