viernes, 27 de noviembre de 2020


 

JOSÉ MARÍA PARREÑO

 


  

Sin flores y sin frutos...

 

 

Sin flores y sin frutos 
me ha encontrado el verano 
otra vez 

en las ramas de sangre 
un nido esta esperando 
al corazón 

y un caracol o labio me recorre 
escribiendo un conjuro 
que protege 
de la nube 
del hacha 
del ahorcado: 
«sostén tu sombra al hombro 
que ya vendrá el amor 
a verte florecer 
1que ya vendrá el dolor 
a hacerte madurar»

 

AUSIÁS MARCH

 

  

 

LXXXI

 



Así como aquel que se ve cerca de la muerte,
corriendo mal tiempo, peligrando en la mar,
y ve el lugar en que puede salvarse,
mas no lo alcanza por su malvada suerte,
me ocurre a mí, que voy pasando afanes
y veo que bastáis para aliviar mis males.
Desesperado de cumplir mis deseos,
iré por el mundo recitando vuestro orgullo.

 

 

 

SAINT KABIR

 

 


 

19

 

 


 ¡Oh, corazón mío! El Espíritu Supremo, el Dueño omnipotente está junto a ti. ¡Despierta, despiértate!
Corre a echarte a los pies de tu Bienamado, pues tu Señor está muy cerca. Estuviste dormido durante siglos innumerables, 
¿y no quieres despertar esta mañana?

JOHN DONNE

  


 

La prohibición




     Guárdate de quererme.
Recuerda, al menos, que te lo prohibí.
No he de ir a reparar mi pródigo derroche
de aliento y sangre en tus llantos y suspiros,
siendo entonces para ti lo que tú has sido para mí. 
Pues goce tan intenso consume al punto nuestra vida.
Así, a fin de que tu amor frustrarse no pueda por mi muerte,
si tú me amas, guárdate de quererme.

      Guárdate de odiarme,
o de excesivo triunfo en la victoria. 
No es que yo a mí mismo haga justicia,
y me resarza del odio con más odio,
pues tú el título perderás de conquistador
si yo, tu conquista, perezco por tu odio.
Así, a fin de que mi ser a ti en nada perjudique,
si tú me odias, guárdate de odiarme.

        Mas ama y ódiame también.
Así ambos extremos la función de ninguno cumplirán.
Ámame para que pueda morir del modo placentero.
Ódiame, porque tu amor es excesivo para mí, 
o deja que los dos mutuamente, y no a mí, se destruyan.
viviré entonces para apoyo y triunfo tuyo.
Así, para que tú a mí, a tu amor y odio no destruyas,
déjame vivir, pero ama y ódiame también.

Versión de Purificación Ribes

 

MIHAÏ BENIUC

 

 

 

Las llaves




He llegado a ser tu caja de caudales, 
tu caja de secretas cerraduras, 
y me has llenado de años, 
moneda a moneda. 

Ábreme, tiempo, 
toma tus años, 
todos, 
o al menos algunos, 
los últimos, 
algunas decenas. 

Yo te ofrezco a cambio 
la plata de mis sienes, 
las ricas pinturas 
sobre los muros de mi alma, 
mis sufrimientos 
petrificados como en Pompeya, 
bajo la lava, bajo las cenizas ardientes 
de mi corazón, 
las estatuas de mármol 
-recuerdos de mujeres amadas-.
Yo te hago el don 
de Castalia, 
de mis lágrimas no lloradas, 
y de todo, 
a cambio de algunas docenas de años
que tú me has confiado, 
y yo te ruego 
de rodillas 
que me los tomes de nuevo... 

¿Por qué este silencio? 
Parece como si no escuchases nada, 
ni siquiera me miras... 
En definitiva, esos años son los tuyos, 
no los quiero; 
tú me conoces, no soy un usurero, 
no me gustan las riquezas. 
¿Odié a los ricos 
por ser yo 
tan rico.... 
Abre, 
vuelve a tomar los años, 
vete, no te pido ningún alquiler, 
aunque los haya alojado 
en mi carne... 
Tiempo, ¿estarás sordo? 
¿Ya no comprendes el rumano? 
No finjas, yo tengo bastante 
con ser el depositario 
de los centavos 
de los años... 
¿Pensaste que no los iba 
a contar? 
Pues bien, no. Al principio, 
cuando todo me parecía 
una burla, sí; 
hoy estoy harto, 
tus años pesan cada vez más, 
su metal es cada día más sombrío, 
su canto dentado hiere, 
el águila tiene el aire de una fiera, 
con cabeza de muerto. 
No quiero nada más. 
Me pongo de rodillas, 
beso los bordes de tu eternidad, 
me humillo ante ti: 
no me abandones, 
vuelve a tomar tus años, 
no me hagas levantar la voz, 
escúchame, 
¡ábreme! 

¡ Ah, miserable, 
has perdido las llaves!

 

1966

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León

 

ENRIQUE BUGATTI

 

 

 

 

Mago Diego

 

 

En cada rincón del mundo 
habrá un estadio vacío 
un niño sin juguete, 
cuando sepan que te has ido. 
Un arco que siempre espere, 
lo sacudas con un gol, 
un potrero allá en Fiorito 
que añore el verde esplendor.


¿Donde te guardaste Diego 
esa magia de tu juego? 
¿En que arcón de la memoria 
la formula de tu gloria? 
¿En que gramilla feliz 
gambeteaba el chiquilin 
que tu varita tocó 
para hacerlo como vos?


Fino mago en Buenos Aires, 
Nápoles y Barcelona. 
Los domingos niño Dios, 
transgresor en la semana. 
Te saben ilusionista 
los ingleses con razón 
porque vieron una mano 
donde estaba el corazón.