miércoles, 23 de marzo de 2022


 

MARÍA GARCÍA DÍAZ

 


 

Si continúo deconstruyéndonos

no me tocarás nunca
si continúo quitándote
pelos de la camisa vaquera
si continúo llamándote mercenaria
de la reificación silente
tus manos seguirán detenidas en la copa 

 

De: “Suave la matriz”

 

EDUARDO ESCOBAR

 

  

Cucarachas en la cabeza

 

 

En el radio reloj japonés sobre la mesa de noche
han establecido algunas cucarachas enanas una colonia

Herméticas y discretas a su manera
-cuando quiero sorprenderlas o contemplarlas
escapan hábilmente como ladronas al parlante de cartón

-su cautela supera su mutismo
-y misteriosas hasta cierto punto
-sólo dejan los huecos sonoros
cuando decido olvidarlas

Mientras duermo calibran mis fantasmas
interpretan mis pesadillas según la norma freudiana
Y cuando leo miran por sobre el hombro lo que leo
con un insoportable talante crítico

Estas espías dotadas de hipersensibles antenas inquietas
con curiosidad científica me interpelan

Se fuman mis cigarrillos
Sestean en mis manzanas como si hubieran
encontrado el paraíso
Muerden mis chocolates
Beben mi café
Circulan por mis biscochos
Y calman la hartura con mi antiácido predilecto

Parecen tan interesadas en conocer
el sabor de todo lo que como
(ensayan mi agua)
En probar la textura y la realidad
lo que pienso y su peso probable
En verificar la naturaleza esencial
y el color aparente de mis más íntimos
y hondos y queridos propósitos

A la hora del noticieroesta banda de cucarachas
esconde bajo mis narices un banquero norteamericano
o planea la toma relámpago de la emisora cultural
para divulgar un manifiesto libertario

En el concierto de la mañana se mezclan
en los remolinos del piano
con las semifusas como ellas llenas de patas
Pellizcan a destiempo los clavicordios

Al medio día son aplastadas sin misericordia
por el loco de los timbales
para redivivas regresar más activas y ansiosas por la noche
a graznar en los fagotes de los quintetos a copular desvergonzadas
en el interior del cuarteto en la viola

Castas en el clarinete nebuloso de Mendelssohn
mariposean en el aire de la clara Primavera de Vivaldi
Corderos descarriados triscan en la humedad iluminada de
lejanías de la flauta del pastor legendario cuando viene El Sordo
-pero no bobo- con su Pastoral a la casa

Y la sombra hueca del oro falso del oboe
cuando tiene su turno Tomasso Albinoni acarician

Se peinan o bien toman el sol en las celestas del desdichado
Bela Bartok En los espejos consecutivos de Arnold Schöenberg
meditan y meditan y nadan y nadan y bailan en el Salón
Méjico de Aaron Coplan
como turistas gringas con hipos de tequila

Estas cucarachas melómanas se aquerencian en los amores
de Chopin
Se separan con tormentas demenciales de Schumann
Exhiben sus quejas eróticas con grandilocuencias de Brahms
Arden en el teatral arrebato de Paganini
Pero asimilan tan mal como yo la melancólica
o patética música de Tchaikovski
Y suponen que todo tiempo pasado fue más soportable o
mejor
cuando suenan Purcell Couperin Cabezón
las canciones de etiqueta de corte
O las ingenuas baladas inglesas que desgastaron romeos
en las ruidosas tabernas y en los altos balcones

Dotadas de unas temibles máscaras de horribles rictus africanos
hediondas de cola parecen ponerse frenéticas
con Charles Mingus
Adoran el lirismo del sombrero catatónico de Thelonius
Monk Entonan gospels de manumisos con la gorda Mahalia
Jackson
y con Paul Robeson Adquieren un inconfundible cariz marihuano
con la poesía amorfinada de los Rolling Stones Patalean y
se despelucan con fragantes ternuras de Janis Joplin -cultivadas
con punzantes fervores de heroínasY disfrutan de lo lindo
con las guarachas precastristas del año 50
Y con la nostalgia de los calipsos de la turística Jamaica
Y con el huracán caribeño del merengue dominicano
Y con el mapalé salvaje que bailaba mi amiga Sadit Restrepo
-que en paz descanse

Ponen aires compungidos de compadritos
con los aires mefíticos de Buenos Aires
Y desdeñan el limbo batido de don Julio Iglesias
(Ellas saben lo que hacen)

Pero por la cerrada unción que destilan -inciensos y óleos y
áloes- durante el Pange Lingua y el conmovedor Stabat Mater
en la campanuda programación gregoriana del domingo podríamos
inferir que jamás fueron paganas sus almas que tocadas
de tocas son las últimas carmelitas descalzas las más humildes
entre las más humildes discípulas de la Loca de Avila sobrevivientes
a fuerza de oración en el basural impío de la fantástica
y miserable era atómica
-las que rezan por los payasos chilenos
y los cantantes mejicanos

(deben conocer la letra completa
de la cucaracha ya no puede caminar)
sublimados sus amores por el sin igual Jorge Negrete y por
don Pedro Vargas de voz de nardo en este templo de plástico
transistorizado

Pero quizás son sordas
Sordas como las celestes nubes
y las terrestres tapias y las arbóreas hojas

Y solo les importa saber la hora solitaria de cada hora

Las intrigan los problemas del concepto de Tiempo
A lo mejor son horas vivas estas pequeñas bestias sepias
que se pasean por la mesa y escapan al menor parpadeo

Mientras una trabaja en suceder las otras 23 descansan
Y juzgan mi pasado hecho a pedazos como un Todo

Retozan con cinismo entre mis cosas fragmentarias
sin unidad aparente
Admiran el turbio espectáculo de mis acciones mundanas
como si mucho les importara
Se burlan Ironizan Filosóficas
Con áridos argumentos de Bergson
Y con reticencias proustianas y retruécanos
de Martín Heidegger
Roen mi rostro en mi sopor profundo

Soy este gesto ausente que forman como más les conviene
y arrugan a su gusto

Con las malas artes de su contabilidad estas experimentadas
auditoras
hacen de mi vida dos masas acuosas de sumas iguales
Me descuentan con alevosía minutos
Me suman pérdidas con ventaja
Amasan mi alma Y mi crimen perpetran

O para preservar su integridad
son ellas mismas las muy zorras brujas
las mismas que me inculcan por telepatía
estos piadosos pensamientos éticos ecológicos
estos suspiros arrepentidos
este amor franciscano por todo lo existente esta generosidad
indiscriminada que me paraliza como a un hindú cada vez que
pienso en el bendito tarro de insecticida

Y si fueran y si fueran
policías japoneses camuflados de cucarachas para una indeterminada
misión súper secreta estos enigmas en el Sanyo de Troya

O por qué hurgan mis papeles con seriedad dubitativa
y constatan mi identidad hechizada
y hacen el censo de mis señas particulares
y me comparan con mis retratos
y se meten en mis bolsillos
y husmean mi huella de barro mortal con lupas
despistadas
y registran mis llamadas telefónicas
y fotocopian mi correspondencia

Tienen gestos ciertos de abrigar sospechas
acerca del asunto de mi sobresaltado asunto

O por qué rondan por el laberinto
de mis impredecibles intenciones
y proyectos para mí mismo inescrutables
con el celo abusivo de los sabuesos

Y si fueran japoneses
pero no policías en propiedad sino santos zen
en su satori sin koan
y sin búdicos párpados desapegados bajo el árbol sagrado
fregando el milagro imperfecto del loto vacío
en el estanque de un jardín de rocas
que no se cansan de impugnar
Estetas de minucias del rito del te
boddisatvas locos discípulos adelantados del doctor Suzuki
peregrinas en sandalias por un dharma zurdo
o por un mahayana reducido a hinayana
por sucesivas amputaciones
como prescriben las técnicas del arte del bonsái

arqueros
cuyos blancos
son los deseos exuberantes del corazón (verdes -y cojo)
desertados del espejo -artífices de horizontes simulados
con pinceles calvos kamikazes de tablas coloridas
de surf mutantes
de las radiaciones perversas de Hiroshima y Nagasaki

Y si entre todas formaran un kaikú que quiere revelárseme
pero me cierra mi prosaica torpeza
de lector infatigable de novelas enormes
alemanas y rusas

Pueden ser
quién lo sabe
mendigos de un novelón romántico que leí
la semana pasada
recién caídos poseedoras de lujosos andrajos
con la opulencia del estilo de Víctor Hugo
O Nada

O quizás
son ingenieros
especializados en dispositivos microeléctricos

Expertos en pastillas de silicio
Diminiturizados genios lelos en superficies azules
de circuitos lógicos
integrados de alta velocidad cuyos reinos de cobre recubiertos de estaño tienen límites de terminales de oro -maestros en
informática y microcomputadores
Me gustaría -si es así- preguntarles ahora
por sus variables binarias
Si dulces les son los pulsos de tensión en las puertas lógicas
Si sus nanosegundos pueden ser iguales a la razón
o razón de absurdo
O divisibles todavía

Pero estas adictas al dióxido de silicio
deben estar borrachas de sistemas
alucinadas de nitruros de polímeros fotosensibles
de biones de boro alborotado
de átomos libres de flúor que vienen descargados
de moléculas de freón
y reaccionan al silicio policristalizado
para un patrón más preciso que el método
de grabado húmedo

Ebrias deben saber
que la santidad es imposible y que no es bueno el silicio
de una pureza absoluta
Que el fabricante del circuito debe llevar
el silicio que compra
hasta un nivel de pureza del 99,9999999
porque en la atmósfera pura del gas inerte
debe admitir
impurezas deseadas mientras se funde

O simplemente Estas manipuladoras de microcircuitos en
sus cárceles circuitadas indiferentes a la música la ciencia la
técnica la informática y la información a la política la mística
la mecánica y a Basho y al Tiempo y a todo aquello que nos
incumbe

no saben siquiera que Einstein no pudo asistir a Como
para ser el perro del Lama en el Tíbet
y no plomero en Washington
como se dice que quiso
Dios no juega a los dados

Aceptaré entonces y más me vale
con humildad más que conveniente
y con cautela más que razonable
contra el escepticismo generalizado que me infunden
e irradian en mi entorno –serenidad y aturdimientocontra
esta perplejidad contra la pavorosa confusión que me contagian
que esta manada de ortópteros que me circundan y me miran
que esta tropa oscura de cucarachas
que vigila la mesa y el radio y las manzanas
no es otra cosa

nada más nada menos

que una tropa silenciosa y oscura
de cucarachas

O tal vez son las ilusiones compensatorias
de mis desilusiones
Desórdenes salvajes de la imaginación
o de la paranoia galopante
Delirios de la fiebre de un tifo mal curado

O efectos secundarios de adulterada cocaína

A lo mejor no hay cucarachas aquí
Ni una sola cucaracha
Y no son más que cucarachas en mí lastimada cabeza
estas siluetas fugaces como los ángeles que
a veces creo percibir
en el nochero

y que me sueñan para ser en los retorcimientos
de mis sueños
y me dictan poemas para divertirse a mi costa

 

 

LEÓN ZAFIR

 

  

Hacia el calvario

 

 

Señor, mientras tus plantas nazarenas
suben hacia la cumbre del Calvario,
yo también, cabizbajo, solitario
voy subiendo a la cumbre de mis penas.

Tú, para redimir los pecadores,
cargado con la Cruz, Mártir divino,
y yo, por un capricho del destino
cargado con la cruz de mis dolores.

Siquiera, en tu agonía silenciosa,
tienes, ¡oh sin igual Crucificado!,
una dulce mujer cerca, a tu lado:
la Inmaculada Madre Dolorosa.

Yo que perdí desde que estaba niño
mi santa madre que tan buena era,
Contéstame, Maestro: cuando muera,
¿quién cerrará mis ojos con cariño?

 

Nota: León Zafir, seudónimo de Pablo Emilio Restrepo López

 

 

 

CARLOS VÁSQUEZ TAMAYO

 

 

 

Quién me proteja, ay, quien lo haga por ti,
me envuelva y guarde a esta hora
y sepa dulcificar mis acentos
Los deseos arden en veladas cenizas
En la quietud de la hora,
y la sombra ya no soy yo
Fiebre que mis días no dejan secar,
para que te contenga y alargue para ti
su secreto rodeo
En la quietud de esta tarde santa del pensamiento,
apenas imagen, sed en el agua,
y que te lleve y deje que seas tú venidera
Y si de algo se acuerda sea de mí

 

 

 

CLAUDIA GONZÁLEZ CAPARRÓS

 

  

 

la luz es la continuidad de la luz, el recorrido de la luz a lo largo de mi pasillo,
como una mano que avanza tanteando la superficie uniforme de la pared

como un cuerpo
que se mueve a tientas
recordando los pasos que todavía faltan hasta el final del corredor

la mano acaricia la pared como si acariciara un cuerpo

líquido
homogéneo

la luz interrumpida
en una casa que conozco de memoria
es también un ejercicio de renuncia

 

 

RODOLFO USIGLI

 

  

2

 

Un canto de soledad

que dialoga con la piedra

es lo que el agua me da.

 

 

De: “Cancioncillas”