Quién
me proteja, ay, quien lo haga por ti,
me envuelva y guarde a esta hora
y sepa dulcificar mis acentos
Los deseos arden en veladas cenizas
En la quietud de la hora,
y la sombra ya no soy yo
Fiebre que mis días no dejan secar,
para que te contenga y alargue para ti
su secreto rodeo
En la quietud de esta tarde santa del pensamiento,
apenas imagen, sed en el agua,
y que te lleve y deje que seas tú venidera
Y si de algo se acuerda sea de mí
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