lunes, 18 de octubre de 2021


 

BENJAMÍN MORALES

 


 

Éxodo
y cuando parezca
que en una ráfaga
se pierde ese prado de sustancias,
ese huerto de promesa,
sabremos que lo deslizas
ante nuestros 40 años de paso y muerte,
de túmulos,
de cráneos en la arena,
de niños perdidos entre las rocas.

 

JAIME OBISPO


 

Aterrizaje profundo

 

Cuando uno es el bufón que ríe
Como ríen las onomatopeyas
y todas esas manifestaciones que la pragmática
estipula como estúpidas acciones del ser humano
Dignas de la piedad más articulada
Llenas de pintura y calamares abandonados
Y uno está
Como tocando el piano en los pezones de la diosa

Hasta que un día
cuajado
como una espesa depresión llena de acantilados mares atardeceres púrpuras
calles soleadas, sombras, avenidas sintagmáticas y partituras de gaitas
Un día
Cuando uno está
Tranquilamente
esperando que un evento afortunadísimo suceda
Como una lluvia de eucaliptos y otras maravillas triple equis
Así como quien espera todas las profundidades más rosavioláceas
Así pues
Como tendido sin piedad ni misericordia hacia el género más carnudo
El más oblongo
El más mordible universo

Cuando uno tiene las ganas de aventarse del acantilado más gigante
Y elevarse de la estratosfera
de la galaxia elevarse del rincón más alejado de allá donde están los animales de Dios retozando
nos elevamos
y desde allá vamos bajando
imaginando
que caemos
en la negrura honda de las lomitas.

 


EMILIO COCO

 

  

 

No le damos espacio. Nos cerramos

alrededor del lecho. Somos cinco:

Maria, Grazia, Lucia, Angelo y yo.

Con los ojos abiertos resistamos

hasta el alba, y aún más si es necesario,

y otro día, y aún otro, y otra noche

y formemos un dique, una barrera

para obstruirle el paso, vigilemos.

Es un bicho invisible a simple vista

y sin embargo pica como víbora.

Si encuentra una rendija, una fisura,

una mínima grieta, una quebraja,

se lanza como halcón y no perdona.

Hagamos, pues, un muro con los cuerpos,

un altísimo muro inexpugnable

de prisión o castillo medieval.

 

 

 

STEFAN GEORGE

 

 

 

Cada obra me lleva hacia la muerte

 


Cada obra me lleva hacia la muerte.

Casi me llamas con estas ideas,

nuevos discursos me enredan

deber y beneficio, otorgado y prohibido,

 

de todo surge este rojo

y llora, las imágenes que siempre huyen

y en bella lejanía prosperan –

cuando la fría claridad mañana amenace.

 

Versión de José Manuel Recillas

 

 

DIANA MASHKOVA

 

  

Te amaría

 


Te amaría

Pero, lamentablemente, no es el tiempo.

Ya no se pudo. Y el destino no cree en mí.

Él escupió en mi ambición al cielo.

Para él no existen los sueños y las fábulas

Todo aqui ya está predestinado.

Todo es víctima de la vida.

Y a los sentimientos- ya no les importa nada,

Ellos están olvidados.

 

Version de Elmira Khamatova

 

 

MARK STRAND

 

 

 

El matrimonio

 


El viento viene de polos opuestos
y viaja despacio.

Ella se vuelve hacia el aire profundo.
Él camina por las nubes.

Ella se alista,
se sacude el cabello,

se arregla los ojos,
sonríe.

El sol calienta sus dientes,
la punta de su lengua los humedece.

Él se sacude el polvo de su traje
y se endereza la corbata.

Él fuma.
Pronto se conocerán.

El viento los acerca cada vez más.
Ellos se saludan.

Más cerca, cada vez más cerca.
Se abrazan.

Ella tiende una cama.
Él se quita los pantalones.

Se casan
y tienen un hijo.

El viento se los lleva
en direcciones distintas.

El viento es fuerte, piensa él
y se endereza la corbata.

Me gusta este viento, dice ella
y se pone el vestido.

El viento se abre en un soplido.
El viento es todo para ellos.