lunes, 18 de octubre de 2021

EMILIO COCO

 

  

 

No le damos espacio. Nos cerramos

alrededor del lecho. Somos cinco:

Maria, Grazia, Lucia, Angelo y yo.

Con los ojos abiertos resistamos

hasta el alba, y aún más si es necesario,

y otro día, y aún otro, y otra noche

y formemos un dique, una barrera

para obstruirle el paso, vigilemos.

Es un bicho invisible a simple vista

y sin embargo pica como víbora.

Si encuentra una rendija, una fisura,

una mínima grieta, una quebraja,

se lanza como halcón y no perdona.

Hagamos, pues, un muro con los cuerpos,

un altísimo muro inexpugnable

de prisión o castillo medieval.

 

 

 

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