"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 18 de septiembre de 2019
ÁNGELO NESTORE
Ave
y Eva
Me resisto a la idea de ser
aquel niño que vivió en mi boca: recuerdo
caer al suelo,
hacerme mil pedazos.
La habitación, limpia solo para mí;
la habitación
y este trozo de carne,
estirpe nómada ante el espejo.
Me miro en el cristal
y hay un animal huyendo del fuego,
una jauría con principio de hombre
o un desastre con nombre de niño.
Por eso busqué en el incendio la excusa y en
el aire el pretexto,
por eso me arranco la barba
con la mano que antes me besabas.
No hubo salvación para este pájaro,
juro que hice lo posible para domesticar la
espera.
Ahora dejo que la tierra tape los huecos de
la piel.
Digo casi
no soy
mientras celebro los dos bultos de mi pecho.
Escribo la palabra ave, leo la palabra Eva.
Bajo este cielo ya no hay lengua que me
nombre.
KATHERINE MEDINA RONDÓN
Diáspora
¿Existes? ¿Existo yo?
¿No seremos la misma persona?
¿La propia vida hablando consigo misma?
un enfoque independiente y apartado,
un ser espejado que respira aprisa
arrojándose el pensamiento solitario,
la sombra de la muerte disfrazada
que acompaña cada registro de mi vida,
el exotismo en el humano ruedo
como una planta de la misma semilla
que florece en dos extremos diferentes de la Tierra,
un diente de león que al soplarlo se dispersa
hacia direcciones inesperadas,
una rama que se extiende bajo las escaleras
y que debe ser cortada porque en ella
la realidad se derrama.
SANTOS LÓPEZ
Ladrón
de huesos
He desenterrado tu hueso pélvico
Para hacer un amuleto,
Usarlo y llegar adentro,
Donde mi alma es falsa, verdadera,
Arde en deseos,
Y no necesita patria ni Dios;
Porque ella muere en mí y todo desaparece.
(Soy ladrón.
No coleccionista de huesos.
¿Qué le hacen a los ladrones?
Nada. Nadie nos culpa,
Somos mayoría sin rostro en este país)
He colgado tu hueso pélvico como un espejo
En la cabecera de mi cama.
Y me acuesto a observarme:
Pasar a gatas por su través:
¡Mira cuántos lugares aparecen,
Cuántas formas, cuántos vacíos
Cuántas hermanas del tiempo existen!
Ninguna está primero,
Tampoco de última,
Son mías, no son mías.
He pulido tu hueso
Como si fuese de otro mundo,
Es un adorable oro con fragancia.
Aquí yace tu semilla, indefinible;
Está, no está.
“Aprende a morir”, Ellos dijeron.
Y si alguien pregunta por tu miedo,
Si lo contemplas en todo su misterio,
Experimentarás ese terror
Propio del asombro
Hacia la desaparición y la nada.
VERÓNICA ARANDA
Fez
Puede arrastrar el mundo
toda su crueldad y sus orugas,
carniceros que afeitan cien cabezas de vaca
en un rincón perdido de la tarde.
¿Cómo será ser ciego dentro del laberinto?
¿Cómo será ir tentando el dédalo de calles,
esa cal infinita que transcurre intramuros,
sin ver la luz de cobre que lacera
desde la plaza de los latoneros?
Esta ciudad no acaba de un modo desigual.
Amamos en un tiempo de epopeya
dentro de las murallas,
dentro de esos espacios confinados
donde la piel invoca un tiempo tácito,
ojival vuelo de estorninos
para la profecía.
KETTY BLANCO
Amniótico
Quiero escapar de un bosque de algas, jardín
interminable
como un sushi pegajoso.
Me sacudo, intento nadar hacia la superficie,
pero no alcanzo a tocar la luz, a atravesar
el saco materno.
Se me acaba el oxígeno.
FÉLIX MOYANO
Suprematismo
Tú mírame con esos ojos, mira
fijamente mi cuerpo, no me dejes
de mirar.
La noche es como un lienzo inacabado
traza, ¿quieres?, los límites, tú intenta
no desbordar el cuadro con las líneas.
Protege la pintura, que nos dure
para toda la vida o un poco más:
convierte nuestro amor en artefacto…
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