martes, 12 de junio de 2018


OSCAR STEIMBERG





Pelusín



Piquillín,
olas van, olas han de venir,
Subercaseaux,
Fontín,
Ultre la cúmpara sume el rondín,
pequeñín, sultre la Cámpora come al edil
pequeñín.
Olas van, olas han de venir.
Pequeñín,
Súbito el peje derrota al delfín,
Trocantín,
yergue la noche su manto de añil,
trocantín,
serafín,
volantín.
Súbito el peje derrota al delfín,
volantín, pequeñín.
Ensufín,
en su fin.
Muerde la noche su clave de fin,
Pelusín,
Asasín,
Asesín.
Olas van, olas han de venir.
Asasín.
Muerde la noche su clave de fin.
Asesin.
Viste la noche su manto de añil.
Saca su member,
toca su will.
Y viste su gorra de dril,
Pelusín.


De: “Cuerpo sin armazón”



ANDRÉS TRAPIELLO





Por los caminos del tedio



La vida necesita de ese siglo anterior
que la haga soportable. Aquel momento
en que la luz dorada sobre el bosque
ardía en el quinqué prendido dentro.
Y debió ser hermoso ese pensar
de los viejos románticos en palacios barrocos.
Vivir con la mirada puesta atrás,
como el que sigue amando. Nunca
aquellos hombres supusieron
que su dolor sería, con los años,
el sueño venidero en un perdido otoño.


De: "Las tradiciones"


PAUL CELAN





Tardío y profundo



Maligna como palabra de oro esta noche comienza.
Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;
en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas
banderas pensativas,
como abrasados huéspedes del Sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
el pájaro con el zapato vagabundo,
el corazón con la escalera de agua...
Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,
juramos con gusto,
juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes
y agitamos la blanca cabellera del tiempo...

Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!

Desde hace tiempo lo sabemos.
Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de
la Promesa
y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.

Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.

Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!
Lo sabemos de sobra,
que venga sobre nosotros la culpa
que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,
que venga el mar burbujeante,
el viento acorazado del retorno,
el día de la medianoche,
que venga lo que no ha sido todavía.

Que venga un hombre de la tumba.


De: "Amapola y memoria"

Versión de José Ángel Valente



RUBÉN MÁRQUEZ MÁXIMO





II

                                                                      A Berta Hernández



Besaré la mañana llena de tu aroma
el olor a manzanas que rebosa en tus caderas
el vuelo que recorre camas
la marea de ausencia flotando por los cuadros
y será que el mar los hunde
y la balsa de tu cuerpo los sujeta
evitando la caída a lo profundo del lunar oceánico
donde tenerte se vuelve el sueño lento sin amarras
sueño de peces fugaces
besaré el aire de tus labios
la palabra de tu nombre
el hambre que adivino
y el eterno canto chorreando entre tus piernas
cielo negro lleno de colores
besos caerán hasta la hondura de tu vientre
hasta que poco a poco te hundas
con los cuadros y mi cuerpo.


De: “Poemas de mar y viento”


JORGE CADAVID





Discurso del pescador



Pescar desde muy alto
un cuerpo de escritura escamada
Las letras componen un cardumen
la lectura ondula los renglones
La palabra ahogada
flota entre dos aguas


ANGEL CRUCHAGA





Cuando cierro los ojos yo sé que me quisiste...



Cuando cierro los ojos yo sé que me quisiste.
Hasta mi sombra llegan tus ondeadas pestañas.
Vienes en un temblor maravillado y triste
y sin mirar mi muerte ríes y me acompañas.

Yo besaré las rosas que perfuman los muros
de mi casa tranquila. Sorberé la belleza
de vetustas ciudades en horizontes puros.
¡Seré como un panal que llora su tristeza!

Antes de que vinieras era el mundo un sollozo;
en sus redes de plomo me envolvió el sufrimiento.
Iba por los senderos sin hallar el reposo
cuando te acercaste besándome en el viento.

La gracia de tu cuerpo, tu hermosa cabellera
viven en mí: los besa mi sangre agradecida.
Algo tuyo hasta Dios iría si muriera.
Mirándome a los ojos has honrado mi vida.

Yo sé que me quisiste. Aunque Saturno tienda
sus redes sobre el mundo no besará el latido
que abrió mi corazón cuando vino tu senda.
¡Toda la eternidad estaré conmovido!