"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 28 de diciembre de 2024
SAITO MOKICHI
De
noche, en la capital del sol,
roja
procesión de luces a lo lejos,
intranquilo
el corazón.
ADOLFO CASTAÑÓN
5
Pequeño
mapa para llegar a Oku
Una
silla y una mesa
ante
el jardín
¿Una
terraza con sombra?
Es
un alto balcón
hecho
de años y atención
adornado
por algarabías
gorjeos,
cantaves
Desde
esta altura
miro
la ciudad
como
un lago petrificado
En
lo alto de la montaña
soy
montaña
El
sol quema la superficie
de
mis piedras
el
zumbido de las chicharras
hiere
el oído demoniaco del mediodía
No
hay reloj
Las
horas se miden por la luz
a la
luz las nubes le van poniendo grados
Sube
el calor como el humo de un incendio
aislado
en las montañas
Llegan
hasta aquí los ecos de las noticias
con
su olor a yesca recién quemada
Mañana
-me anuncia con su carcajada
un
pájaro—
vendrán
unos amigos
Ayer
nos visitó una pareja
de
aves azules con largas colas brillantes
Miro
la tierra en el sonido del viento
que
pasa entre las ramas del bambú
A lo
lejos el motor de una avioneta
pone
al cielo de esta tarjeta postal un timbre
Ayer
viajé tinta adentro
por
un antiguo mapa venerable
La
maleza de la caligrafía japonesa
no
me impidió visitar lugares y santuarios
Iba
siguiendo a un par de hombres:
uno
le abría paso a otro
como
si fuese un maestro
–lo
era
Los
vi recoger como guijarros
vistas
instantáneas del camino
A
cada trecho
se
detenían a saludar
aquí
un insecto
allá
una gota trémula
posada
como mariposa
sobre
una hoja
Abrían
sus cuadernos
de
vez en cuando
y
volaban hacia adentro
con
pesadas alas de tinta negra
Yo
los seguía en su camino
En
aquel bosque fanstasma
entrevisto
desde el balcón de mi terraza
no
veía ni oía yo a nadie
salvo
el canto sordo
de
los acentos
sobre
las vocales
Un
pájaro canta
detrás
de otro
jugando
a las escondidas
Los
troncos gimen
No
me siento ajeno
al
canto del gallo
que
saluda en la madrugada a la tierra.
GARY DAHER
El camino del fuego
[fragmentos de La senda de Samai]
VEINTIUNO
1
Abrir los ojos es el acto mágico que hace desaparecer el mundo.
2
La verdad, amarga como la cicuta, nos despierta del sueño del mundo.
3
Despertar en la oscuridad te da la oportunidad de encender tu propia luz.
NILTON SANTIAGO
Mantenerse
fiel a las ideas es más fácil para un perro
Si
el peso de un hombre
es inversamente
proporcional a su vacío,
el
peso de un perro
es
inversamente proporcional a su ladrido.
Lo
sabemos y, por ello, lo saludamos
para
que nos deje entrar.
El
perro nos dice «buenos días».
Nosotros,
en contestación, le ladramos.
Mercado
de Belén se llama, aquí al lado del río Itaya.
También
estuve con mi padre en el otro Belén,
allí
descubrió que a Dios lo respiramos.
Nos
advirtieron varias veces de no ir a ningún Belén.
En
Tierra Santa un soldado,
aquí,
en la selva, un mototaxista.
En
el otro Belén mi padre se deslizó y besó
el
lugar donde -dicen- nació
Jesucristo.
Aquí,
nosotros, nos agachamos para recibir una «limpia»
que
«cura» la infertilidad.
A
ella le atraen las paradas con productos esotéricos,
«los
amarres» y los «brebajes afrodisiacos»
(el
«R.C.», el «Sígueme Sígueme»).
Compramos
«Palo santo», «Ají charapita»
y
jabón «Abre caminos».
También
un extracto de «Uña de gato» con «Maichil».
Le
han dicho que deshace los tumores,
como
ese que le ha brotado a mi padre
en
la hipófisis,
como
una perla de átomos.
(Y
al que oigo expandirse desde dentro de mí).
Salimos
del mercado,
el
perro se despide de nosotros.
Yo,
en agradecimiento, le arrojo mi ser.
Al
salir de Belén, en Tierra Santa,
unos
soldados nos pidieron los pasaportes
y
nos preguntaron si sabíamos ladrar.
«¿El
peso de ser extranjero en tu propia tierra
será
el mismo que el de no ser?»,
le
pregunto al mototaxista Bora
que
nos trae de vuelta.
«Tanto
buscar el origen, la divinidad,
cuando
hasta un simple gusano suri
es
hijo de la colisión de dos estrellas», me dice.
¿El
epitafio será entonces el haber nacido?
SANTIAGO GRIJALVA
Agenda
I
Las
tareas me encojen
los
hombros
me
siento
absurdo
al rozar
la responsabilidad
canina
de
ladrar al mínimo sonido.
Pero
los truenos
me
separan de la labor
y me
vuelvo
para
desangrar en un cuaderno.
ISHIGAKI RIN
Vivir
No
puedo sobrevivir sin comer.
Arroz,
Verduras,
Carne,
Aire,
Luz,
Agua,
Padres,
Hermanos y hermanas,
Maestros,
Dinero también, corazones también
No podría haber sobrevivido sin comer.
Con mi estómago lleno
Cuando me limpio la boca,
Esparcidos por la cocina
rabos de zanahorias
huesos de pollo
Las tripas de mi padre
En mi cuadragésimo atardecer
Por primera vez las lágrimas de una bestia salvaje llenaron mis ojos.
Versión de: Yosbeli Delgado.