miércoles, 8 de agosto de 2018


MARÍA PAULA ALZUGARAY





Si no fuera por la lluvia



Día con día la prenda,
el garabato, el idioma despertado,
el avispero por levantar, temperaturas elegidas,
líquidos exóticos, la arrogancia.

Mensajeros químicos. El escándalo,
el dilema de la piel
una ruta comoquiera no importa dónde.

El desastre. No te culpo.

Tiene la noche un asalto y concentrados dardos,
del sótano una caja, la herencia que regresa.
Tiene una escuela especial, un diosero con permiso …no sé,
lo inmediato destrozado, las hormigas grises de la neblina.

Pucha, cómo llueve de exceso de entraña, llueve el desencanto,
el reto y la cosa vacía, el secreto desdichado
la belleza azul a paso de galgo
por las malezas, llueve.

El ardiente cadáver, del folclor: el comienzo.
El impasible, los destellos, lo inmediato.
El amor.



MARÍA NEGRONI





Siguiendo un fuego



ahora
si puede decirse ahora
para esto

que siempre está pasando y vino
y encenderá la luz
detrás de cuál imagen

vos
contra un paisaje
cada vez en su temblor

eternamente mi ciudad
que todavía no se supo

y sin embargo estoy cantando
a ese camino que me abrís

encandilada
como una oscuridad
en otra oscuridad



MERCEDES ARAUJO




  
Las sombras, las palabras, han cambiado
el tigre camina entre peñascos
y riscos, es príncipe del pelo blanco,
yo le digo el capitán de los tigres,
hay otros que son manchados, pero estoy
tan cerca de mí que no sé si creer en lo que veo,
si cometo un error al distinguirlo
de algunos que tienen piedras rojas en el lomo,
piedras como manchas.
A eso de las seis de la tarde
el gato hunde su cuerpo en el agua
la sangre se le agita
y la flor de la glicina se enlaza a palos secos.



MERCEDES ROFFÉ





Situación para curar a un enfermo



invitad gente. invitadlos a todos. a una fiesta. una gran fiesta.
y si el enfermo no quiere salir de la cama, dejadlo, que no salga.
y que haya música y bailes, y cantos y pasteles.
y si el enfermo no quiere bailar, dejadlo, que no baile.
y si el enfermo no quiere cantar, dejadlo, que no cante.
y si el enfermo no quiere comer, dejadlo, que no coma, que no beba.
pero que haya ruido en la casa. y mucha gente.
y que se cuenten cuentos y memorias, y fábulas y acertijos
y si el enfermo no puede o no quiere decir nada, dejadlo
—que no hable,    que no ría,      no recuerde
pero traed gente a la casa, al jardín de la casa, a la posada, al pueblo
que en la casa haya ruido, mucho ruido. mucha, mucha gente.

y al terminar la fiesta, dos o tres días después, las mujeres
echen todo lo que haya sobrado del banquete en el hueco de una sábana
grandes sábanas bordadas. de preferencia blancas, muy blancas.
de preferencia bordadas.
echen allí los pasteles, las almendras, los higos, las nueces, las castañas,
las moras y las masas hechas, las pastas y los panes, los zumos y los vinos
que lo lleven al río, entre seis, entre cuatro
que lleven la sábana al río, con sus bienes, sus frutos, sus pasteles,
por el bulevar que bajen, las cuatro, las seis al río, varias veces,
y echen todo a la corriente, las sobras del festín, el vino, el agua, el zumo,
las almendras, los higos
y arrojen todo al río, a la corriente




FELI SALGADO




  
es como empezar
a caminar de nuevo
en otra vida
conducir mi cuerpo
mi cara
todas esas cosas
que no soy
y que no
me pertenecen


NÉSTOR PONCE



  

Poemas del viejo Martín

Campo de concentración, La Perla, 1979, mayo



cayeron los soldados en casa de Martín
patearon puertas y otras aberturas al mundo
contra la pared los pusieron
a los libros
apuntaron
contra los estantes los pusieron
muertos de coraje
temblequeaban los versos
cayeron pesadamente
de los estantes
maltrechos y con menos octosílabos
los quemaban en Berlín
los ejecutaban en La Plata
les pegaban airadas irreverentes
las balas
chispas de papel carocoleaban en el aire
metáforas curiosas se avivaban con el viento
se pasaban datos las sinestesias
saltaban tapias y horizontes los versos libres
llegaban al calorcito de Los Hornos
helaba afuera se mordían los labios en La Boca
en San Telmo bailoteaban los fueguitos
y en tu casa amor mío en tu casita
hacían eco las complicidades
los cuervos seguían chiflaban los balazos
en el cementerio los muertos
se escondían tras las cruces
de pura y mísmisima piedad
se metían bajo tierra

los versos eran bichitos de luz
giraban iluminados alrededor de la plaza
se acostaban con la luna
se levantaban con el puño
mareados en el vino sideral
entre los alcoholes de la última caricia
se embriagaban de tanto mirarte a los ojos
se hamacaban en tu ombligo
largaban sombreros de colores a la sordera del mundo