jueves, 30 de septiembre de 2021


 

FRANCISCO VÉJAR


 

Feriado

 


Te complace este desorden de papeles sobre la mesa,
libros en todas partes, mensajes sin contestar,
y el gato ante a la estufa. Te complace deambular
por calles calcáreas, de luz cenicienta
o ver al ciego comulgando en el mismo puesto de siempre:
todas calles y automóviles de una arquitectura imperfecta.
Te complace estar horas y horas sin hacer nada, pensando
que alguna vez entrarás a la rueda de la fortuna,
pero el porvenir sólo dura una semana
y en el Parque Forestal ves gente vagando
como si en cualquier momento se fueran a convertir en polvo.
Todo se repite: millares de rostros desconocidos
pasan frente a ti; una puerta se abre, otra se cierra.
Levantas la tapa del reloj para tocar la hora con el índice
y sabes que el porvenir dura sólo una semana,
lo que la puesta de sol en una terraza.

 

 

DIMITRIS ANGELÍS

 

  

 

Llueve sobre la cabeza del perro

 


La luz de la habitación me recuerda la niebla de Moscú. La sombra en la pared bajo el clavo oxidado muestra una imagen que falta. En la escalera han colgado un paraguas en descomposición. Llueve siempre sobre la cabeza del perro.

Sostengo en la mano la llave de mi antigua casa que no abre ninguna puerta. En la calle converso con Santa Catalina. Tú te quemas sobre el caballo de bronce cada tarde y yo tengo nostalgia de ti como una patria olvidada. Tú no tienes la culpa. Tiene la culpa esta música monótona que nos entristece; las flores ajadas en el jarrón. Y el teléfono que nunca suena.

 

De: “Tres poemas sobre Tarkovski”

 

 

ANNA AYANOGLOU

 

  

 

Opio

 

 

Esos días en que te arrastras
la imaginación hambrienta de un absoluto amor
— no es que busques volver a lo que fue
a las llamas pasadas, o a las que compartíais
— hace ya mucho tiempo, y tú sabes demasiado, ya

quieres, o es la muerte
del querer, ferozmente

                                Los sueños, a veces, se apiadan de ti

Una mañana sin despertador te envían una escena
llena de posibles
un rostro viril — ignoras su nombre
él es de otro continente
le has visto en alguna parte, en las noticias
en una revista

Entonces
tantos días como tu espíritu pueda aguantar
en variaciones, en fugas
te apuntalas en refugios de amor loco
la palabra soberana por baile
que perdura, perdida
— de este antes
cuando aún nada es mezquino, irremediable.

 

Versión de Caty Fernández Utiel

 

FRÉDÉRIC FORTE

 

 

 

 

1.

 
no es oro lo que reduzco
a polvo/no sé lo que es-
podría ser cualquier cosa
pero digamos que es hoy
y no otro día-está caluroso
me gusta el sonido del ventilador
en el aire pesado/del momento la materia
discontinua-sólo eso el calado
de las persianas/el instante del comienzo

 

Versión de Audomaro Hidalgo

 

 

MEGHAN O’ROURKE

 

  


4



De noche vienen hacia ti
distorsionados y brillantes, cual vieja fotografía en una caja de luz
presente,         presente,         no tanto.
¿Los inventamos en el sueño,
o siguen aún   sucediendo
en un tiempo que no podemos tocar?
El partido de hockey en la azul pantalla
de tv que brilla y ralentiza      llego a casa
a un hombre tumbado en el sofá que no llega
a saludar         todos los que se han ido están ahí
las cuchillas de los patines     gastadas
y el comentarista que no para
la cuchilla que se mueve a lo largo de la pista
dice qué disparo qué tiro.
Te ganas la vida, está hecha de días y
de días, ordinarios y pensados más no dichos, laxos
convirtiéndose en lo que pueden ser,           oscuros rollos
de diminutos sentimientos de iglesia, misteriosos, quiero decir,
e intrincados como la luz de ese alto ventanal—

 
intrincados y misteriosos       llego a casa.

 
Cerca de casa paseábamos
por el espolón después de clases los chicos fumando
los sistemas de seguridad del Centro parpadeando una fiesta
disco azul roja/azul roja el río East
reflejando el horizonte de rascacielos           cornisas y nubes
podíamos escuchar el rugir de los autos al otro lado
y probar el aire químico
de las oficinas en que trabajaban nuestros padres
estábamos ahí para recogerlos
para el largo fin de semana en los Catskills
el aburrido gris de las computadoras, las inmensas
ibm Selectrics sobre los escritorios, once, donde,
trece, viajando por los túneles plagados de grafiti,
coqueteando, los chicos        agarrándonos diciendo          hey      hey.
Intercambiable un día con el siguiente.
Jon hablando de ateísmo
franjas de cabello rubio          De noche la bomba como un hongo
sobre la Estatua de la Libertad, blanca
ceguera por todas partes.      Oh, dijo ella, no te preocupes
sólo un sueño             sólo un sueño.
Todos tememos a Rusia.
Imagina           se reía ella      ¡Teníamos que
escondernos bajo los escritorios!

 
Olvídalo          no estabas escuchando         yo intentaba
no te apures no se logra nada
con decirte algo          el frío viento
los arces desnudos tu madre embarazada
vamos los caballos ya han    pasado por la ventana
con un hijo mucho mayor que tú
que la casa por la que pasaron
el río donde todos los chicos católicos echaban a navegar barcos de hielo
tíos que se llevaba el dinero para enviar su remesa a Irlanda.
El futuro aún no ha llegado,   siempre
es que va a ser,          pero te abrazo,
caminando por el espolón, treinta y seis años,
el transbordador cruza de nuevo el río.

  

De: “Días de Sun In” ¹

Versión de Gerardo Cárdenas

 

1.- Sun In es el nombre de un popular producto cosmético para clarificar el cabello.

 

FRANCISCO RUIZ UDIEL

 

 

El corazón de los remos

A Pablo Antonio Cuadra

 

 

No navegué en la isla
ni vi caballos erguirse
sobre la arena
como sucedió días después.

Sólo vi tu sombra
sobre aquella barca con olor a muelle.
La tarde cubrió de púrpura
el corazón de los remos.

Dicen que es preferible
no alzar la mirada
cuando los hombres parten,
pero los pescadores aquel día
vieron cómo la música
cubrió de óleo tus hombros.

Desde entonces
—durante la lluvia—
se escuchan ecos de tu nombre
entre las bocas de las ranas.

No esperan que vuelvas;
sin embargo, los pescadores
—más pobres que nunca—
hunden sus redes en el agua.

 

De: “Memorias del agua”