FUERTE DE SAN FELIPE BACALAR, QUINTANA ROO
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 7 de mayo de 2013
CLEMENTE GAITÁN
Sed
Presiento tu cuerpo vacío,
la punzada del rayo de luz
que penetra por la ventana,
la noche ebria.
El humo del tren se eleva
más allá de tus ojos,
por el cielo vítreo.
Entonces,
desciendo de los árboles
a beberme el agua de tus manos.
ALFONSO CARVAJAL
El Faro
Si no fuera por su piel inmensa
que cubre la noche,
la ignoraría;
pero cómo ignorarla
cuando el puerto de sus piernas
se abre como un cielo
que la oscuridad quiere cerrar.
ELENA TAMARGO
El último poema del
año del alma
Soy sólo un trueno de voz sagrada
Stefan George
El año en que amaba
alguien tenía mis ojos
los llevaba en las manos como anillos
como pedazos de zafiros
los cuidaba desde que se habían cerrado.
Él ganaba y perdía, pero no se asomaba a las ventanas
guardaba lo demás como mis ojos
las actas, su nombre, la peor de sus horas.
Los tulipanes en Moscú lo habían decapitado
y desde entonces bebíamos juntos leche negra del alba.
Bebíamos y bebíamos
del cántaro y del cráter
y también de mi mano,
mas lo que ahora se hunde, a quién le pertenece
rosa de quién si nadie me moldea,
fuimos serenos floreciendo y ya
rosa de nadie.
Quiero mejor ser leña de un hogar
y calentar la leche de los niños,
porque esos ojos míos del ochenta y siete
que él cuidaba
están bajos
llorando
cansados de no poder dormir en las camas donde nos acostamos
ellos y yo
a vivir del esplendor
cuando la luz se enciende
o cuando se derriten los corazones de oro
de los niños
que beben la leche negra del alba.
alguien tenía mis ojos
los llevaba en las manos como anillos
como pedazos de zafiros
los cuidaba desde que se habían cerrado.
Él ganaba y perdía, pero no se asomaba a las ventanas
guardaba lo demás como mis ojos
las actas, su nombre, la peor de sus horas.
Los tulipanes en Moscú lo habían decapitado
y desde entonces bebíamos juntos leche negra del alba.
Bebíamos y bebíamos
del cántaro y del cráter
y también de mi mano,
mas lo que ahora se hunde, a quién le pertenece
rosa de quién si nadie me moldea,
fuimos serenos floreciendo y ya
rosa de nadie.
Quiero mejor ser leña de un hogar
y calentar la leche de los niños,
porque esos ojos míos del ochenta y siete
que él cuidaba
están bajos
llorando
cansados de no poder dormir en las camas donde nos acostamos
ellos y yo
a vivir del esplendor
cuando la luz se enciende
o cuando se derriten los corazones de oro
de los niños
que beben la leche negra del alba.
JORGE BUCKINGHAM
Secretos
Es mentira que la mañana sonríe
Y se aleja de la noche infinita.
Ella hace algún gesto para ocultar
Las lágrimas de su rostro.
Es absurdo pensar que los girasoles
Reflejan la luz matutina.
Ellos esconden sus cuerpos
Sofocados por el calor.
No es verdad que las sombras
Crecen en la melancólica tarde.
Ellas parecen más largas
Ocultando sus debilidades.
Es ingenuo creer que el Sol
Descansa en la profundidad de las
aguas.
Busca refugio al haber dejado pasar
Otro día perdido.
Es fantasía asumir que la luna
Se jacta de ser una señora bonita.
Ella presume al sentirse
Más grande y bella que las estrellas.
ALDO PELLEGRINI
Una manera de vivir
Mendigas felices, huérfanas de suave
fascinación
derrotadas por el secreto de la sed y las hormigas
a solas con el sol
la ternura de los galopes a flor de tierra tan lejos de
la atadura del polvo celeste
extranjera derrotada por el fulgor de los relámpagos
Entonces nadie acallaba la melodía de tus labios
que deslizaban su fiebre giratoria de plumaje de
espumas
cerca o lejos el espacio siempre oculta su escama
de frío
su desolada comarca donde los labradores hacen
germinar la nieve de la tierra
Dura comarca en que las mujeres esperan como
leyendas en los umbrales
condenadas a cumplir el rito del fuego o de la
extorsión
inmóviles con sus ornamentos funerarios donde se
abre la puerta del amor
en una ciudad anclada en la tristeza
Faisán de la alabanza, tu corazón extraviado me guía
en tus ojos asoma el prodigio de los relámpagos
la cólera que cierra las puertas y rompe los hechizos
en un camino de fábulas interminables, con la
negra cabellera presidiendo el incendio de los
gestos, el calculado delirio de las estaciones
tan distante de los bosques enardecidos por el
verano y su follaje moviéndose con lentitud
de verdugo
en la pesada atmósfera de los sacrilegios
Unidas en el asombro
las hijas del verdugo exhiben sus pies de plata y
los espectadores aplauden
los perros husmean las mejillas en busca de los
caminos mentales
la naturaleza imita a la pesadumbre
naturaleza oscura
iluminada a ratos por los relámpagos de tu orgullo
arrastrando briznas de escalofrío
con tu violento eco en el aire, extranjera.
FRANCISCO HERNÁNDEZ
29
Los remolcadores se hunden, mas no desaparecen.
Cuentan con bodegas de rabia estas embarcaciones.
Muerden a quienes flotan simulando estar muertos
y ahogan a quienes nadan simulando estar vivos.
Vapores, canoas, balsas, juncos:
Sin naufragios la existencia carece de sentido
y dentro de las calderas se acumulan rampas
de donde zarpan zarpas.
De “Una isla de breves
ausencias”
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