viernes, 20 de febrero de 2015

BLANCA ANDREU


 

Vendrá sin las estrellas lácteas...

                                         Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
                                                                             C. Pavese

 

Vendrá sin las estrellas lácteas
y sin tiranosaurios de luz,
maroma umbilical para niños marítimos
que se ahorcaron con algas y cabellos oceánicos
huyendo en hipocampos de sueño de aquel parto, en la
          columna vertical mayor,
entre jarcias y vértebras.

Pues somos una saga.
Oleaje escarlata en delito, y cimas de cianuro,
y golpes de cerezo.
Pues somos, en mi cuerpo, una saga con luna abdicante,
que recuerda colegios, mapas del mundo en otoño,
complicadísimas hidrólisis,
pero nunca marfil y mediodía.

Colegio: niña que bebía los pomelos
directamente en labios de la noche,
que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie,
que juraba que el miedo
la había violado hasta doscientos hijos.


Amor, la niña rusa
que comulgaba reno asado
Iy bebía liquen.
Amor, la niña rusa que leía a Tom Wolfe.

 

De "De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall"

 

 

FRANCISCO ÁLVAREZ


 


Dulce y triste

 
 
¡Qué dulce es querer mucho, pero también qué triste!
¿Por qué esperamos tanto y obtenemos tan poco?
¿Por qué si uno se entrega el otro se resiste?
¿Por qué el amor es ciego, y sordo, y mudo, y loco?

Llevamos en el alma la divina tendencia
de ofrecer sin reservas nuestros cálidos brazos,
y nos quedamos solos, con nuestra propia ausencia,
y el corazón sangrante partido en mil pedazos.

 


 

 

NANCY MOREJÓN


 

El Tambor

 

Mi cuerpo convoca la llama
Mi cuerpo convoca los humos
Mi cuerpo en el desastre
Como un pájaro blando
Mi cuerpo como islas.
Mi cuerpo junto a las catedrales.
Mi cuerpo en el coral
Aires los de mi bruma
Fuego sobre mis aguas.
Aguas irreversibles
En los azules de la tierra
Mi cuerpo en plenilunio
Mi cuerpo como las codornices
Mi cuerpo en una pluma
Mi cuerpo al sacrificio
Mi cuerpo en la penumbra
Mi cuerpo en claridad
Mi cuerpo ingrávido en la luz
Vuestra, libre, en el arco.

 

De Elogio y Paisaje

 

ODETTE ALONSO




Helena o la otra cara del silencio

 

Sentada ante la rueca
Helena piensa en Paris.
Sus hijos crecen
y Menelao dormita entre las mantas
en un rincón desde donde la mira a veces.
Ella hilando la rueca
está pensando en Paris
la hermosura y el pánico
y tal vez una lágrima o un pálpito
mientras el hilo corre entre sus dedos
y Menelao dormita
y sus hijos persiguen mariposas
y Paris es un sueño que el tiempo le devuelve detenido
engalanado vencedor de nada
en esta dulce tarde en que Helena está hilando su recuerdo
con una limpia lágrima o un pálpito.

 

 

HAROLD ALVARADO TENORIO


 

Al cerrar la puerta

 

Desnuda
al cerrar la puerta
recibías como recompensa
un vano rosario de palabras.

Dile que vuelva.

Dile que venga y presente al respetable
sus magnificas nalgas rosadas
la ronca voz
y la canción de entonces.

 

 

JUAN CARLOS ABRIL

 

Flor pensativa

                                                           A Stéphanie Ameri

 

Entonces entender es la fractura,
otra omisión
que no se justifica.
                                            Vas surgiendo
desvaída en el punto en que se rompe
aquel olor de hojas que la brisa
como una nueva explicación del mundo
distrae, alegremente.
                                             Estás sentada.
Tan despeinada y pálida después
del esfuerzo infeliz y del trabajo.

No hay repetición.
                                            Son nombres
que ofreces al azar y, sin embargo,
impensables sin esa compasión
que crece derramada por tu boca,
ese licor de la imprudencia.
                                                         Ahora
descansas. Estás sola.

Y es un filo brillante
que a todo da sentido, siempre ahí
desde lo más oscuro, sin ser dicho.

 

De "El laberinto azul", 2001