domingo, 25 de marzo de 2012


JUAN GELMAN






Otro mayo



cuando pasabas con tu otoño a cuestas
mayo por mi ventana
y hacías señales con la luz
de las hojas finales
¿qué me querías decir mayo?
¿porqué eras triste o dulce en tu tristeza?
nunca lo supe pero siempre
había un hombre solo entre los oros de la calle

pero yo era ese niño
detrás de la ventana
cuando pasabas mayo
como abrigándome los ojos

y el hombre sería yo
ahora que recuerdo

PIEDAD BONNETT






Confesión



Para tus ojos
quisiera yo beber el agua dulce azogue,
y amanecer cubierta de polvos de metales
como una joven faraona muerta.
Robarle su color a los almendros,
y hundiéndome en el lodo feroz de los pantanos
lustrar mi desnudez
para tus ojos.
Recuperar la luz de las espadas
y hacerla batallar en mis pupilas.
Tornarme espléndida
como una esclava etrusca cuya cabeza calva
perturba el sueño de los mercaderes,
como iracunda araña al sol del mediodía,
como la dentadura feroz de los guerreros,
como el líquido
despertar matutino de las dianas.

(Pero todo esto no es sino literatura
y debo resignarme a sonreírte
sin existir, quizá para tus ojos).


EDUARDO CARRANZA



  
Es melancolía


Te llamarás silencio en adelante.
Y el sitio que ocupabas en el aire
se llamará melancolía.

Escribiré en el vino rojo un nombre:
el tu nombre que estuvo junto a mi alma
sonriendo entre violetas.

Ahora miro largamente, absorto,
esta mano que anduvo por tu rostro,
que soñó junto a ti.

Esta mano lejana, de otro mundo
que conoció una rosa y otra rosa,
y el tibio, el lento nácar.

Un día iré a buscarme, iré a buscar
mi fantasma sediento entre los pinos
y la palabra amor.

Te llamarás silencio en adelante.
Lo escribo con la mano que aquel día
iba contigo entre los pinos.

CARLOS CASTRO SAAVEDRA



Los ataúdes enamorados



Nuestras tumbas, mujer, se darán besos,
nuestros cajones besos y mordiscos,
y no serán sudarios los nuestros sino sábanas
para engendrar trigales
y construir el pecho de los cedros.
Nos volverán a ver sobre la tierra,
a ti llena de polen y de pétalos,
cubierta de azaleas y azahares,
y a mí con un pedazo de primavera roja
entre la boca de madera.
Sobre la tierra, amada, sobre el campo,
tú con trenzas de musgo,
con un manto de plumas y de orquídeas,
y yo con un relámpago extendido en mis ramas
como una fruta elástica y madura.
La muerte será apenas un fecundo reposo,
un sueño recorrido por gusanos labriegos,
otra luna de miel entre raíces,
otro rodar los dos dulces y mudos,
por un salón de terciopelo verde.
Que no pongan el nombre tuyo sobre la bóveda,
ni el mío sobre el hueco que se trague mis tigres,
sino que nos abonen y nos rieguen,
pues esto es suficiente, compañera,
para tu corazón y mi semilla.

MEIRA DELMAR




Todavia


Amor de amor aquel que nos uniera
una vez en el tiempo ya distante.
Amor en que tú fuiste amado, amante
y yo amante y amada también fuera.

Otro amor sin igual no conociera
nunca el haz de la tierra. Fulgurante,
más que el sol del verano delirante,
toda sombra su lumbre destruyera.

Amor de amor. Tan alto y extremado,
que el mismo cielo al serle comparado,
cosa fútil y vana parecía.

La vida canceló su encendimiento...
Y sin embargo en el recuerdo siento
que me quema la sangre todavía.