"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 31 de diciembre de 2019
GOYA GUTIERREZ
Bajo el manto de estrellas...
Bajo
el manto de estrellas
De Nevsehir,
Te transportó la nota dilatada
Del cantor de un alminar.
Y en esa noche que tú ya conocías
A oscuras y vestida de un silencio remoto
Te embarcaste, como en sueño hacia aquel fondo,
Donde se refugiaron Titanes
Que fueron desterrados del mar a las tinieblas.
Prisión de siglos, gestación de gigantes
Y nacimiento del que fuiste testigo.
Y en esa convulsión de fuego y fuerza
De la boca materna incandescente
Densa leche que fue manando por la tierra,
Formando así las rocas habitables:
Chimeneas del viento, subterráneos
Refugios indomables, nostalgias
De otros tiempos, caricias femeninas
De las dunas jugando alrededor
De erectas piedras, bajo el ardiente sol
De CAPADOCIA
De Nevsehir,
Te transportó la nota dilatada
Del cantor de un alminar.
Y en esa noche que tú ya conocías
A oscuras y vestida de un silencio remoto
Te embarcaste, como en sueño hacia aquel fondo,
Donde se refugiaron Titanes
Que fueron desterrados del mar a las tinieblas.
Prisión de siglos, gestación de gigantes
Y nacimiento del que fuiste testigo.
Y en esa convulsión de fuego y fuerza
De la boca materna incandescente
Densa leche que fue manando por la tierra,
Formando así las rocas habitables:
Chimeneas del viento, subterráneos
Refugios indomables, nostalgias
De otros tiempos, caricias femeninas
De las dunas jugando alrededor
De erectas piedras, bajo el ardiente sol
De CAPADOCIA
De: "La mirada y el
viaje"
JORGE ENRIQUE ADOUM
La culpa fue de aquel maldito tango
Estaba
bien es decir menos peor adán dormido
como
si mi cementerial olvido perezosamente
estableciera
una geometría del azar
y
algún carajo pone de pura gana un disco
causa
o casi de que recaiga en zonzo memorioso
de
que me venga esa venganza latifundia
de
querer que la quieran demasiado
a
la que se desbisagró de mí sin saber cómo
y
prefirió que hiciéramos el amor por correo
y
no quiso seguir siendo
la
quién sabe tal vez hubiera sido
la
sola la ella destinal
y
aunque sé que este tango durará toda la vida
ya
habrá tiempo esta noche u otro siglo
para
volver al anti-edipo la lingüística los quásares
o
la sociedad ondulatoria como la física de planck
De: “Prepoemas en
postespañol”
HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT
La ciudad
Era dorada y espléndida
Aquella ciudad de la luz;
Una visión suspendida
En los abismos de la noche;
Una región de prodigios y gloria, cuyos templos
Eran de mármol blanco.
Recuerdo la época
En que apareció ante mis ojos;
Eran los tiempos salvajes e irracionales,
Los días de las mentes embrutecidas
En los que el Invierno, con su mortaja blanca y lívida,
Avanzaba lentamente torturando y destruyendo.
Más hermosa que Zión
Resplandecía en el cielo
Cuando los rayos de Orión
Nublaron mis ojos,
Y me sumieron en un sueño lleno de oscuros recuerdos
De vivencias olvidadas y remotas.
Era dorada y espléndida
Aquella ciudad de la luz;
Una visión suspendida
En los abismos de la noche;
Una región de prodigios y gloria, cuyos templos
Eran de mármol blanco.
Recuerdo la época
En que apareció ante mis ojos;
Eran los tiempos salvajes e irracionales,
Los días de las mentes embrutecidas
En los que el Invierno, con su mortaja blanca y lívida,
Avanzaba lentamente torturando y destruyendo.
Más hermosa que Zión
Resplandecía en el cielo
Cuando los rayos de Orión
Nublaron mis ojos,
Y me sumieron en un sueño lleno de oscuros recuerdos
De vivencias olvidadas y remotas.
Sus mansiones eran majestuosas,
Decoradas con bellas esculturas
Que se erguían con nobleza
En magníficas terrazas,
Y los jardines eran fragantes y soleados,
Y en ellos florecían extrañas maravillas.
Me fascinaban sus avenidas
Con sus perspectivas sublimes;
Las elevadas arcadas me confirmaban
Que una vez, en otro tiempo,
Había vagado en éxtasis bajo su sombra,
En el benigno clima de Halcyón.
En la plaza central se alineaba
Una hilera de estatuas;
Hombres solemnes de largas barbas
Que habían sido poderosos en su día...
Pero una estaba rota y mutilada,
Y su rostro barbado había sido destrozado.
En aquella ciudad esplendorosa
No vi a ningún mortal,
Pero mi imaginación, indulgente
Con las leyes de la memoria,
Se demoró largo tiempo contemplando aquellas figuras
De la plaza, cuyos pétreos rostros observó con temor.
Decoradas con bellas esculturas
Que se erguían con nobleza
En magníficas terrazas,
Y los jardines eran fragantes y soleados,
Y en ellos florecían extrañas maravillas.
Me fascinaban sus avenidas
Con sus perspectivas sublimes;
Las elevadas arcadas me confirmaban
Que una vez, en otro tiempo,
Había vagado en éxtasis bajo su sombra,
En el benigno clima de Halcyón.
En la plaza central se alineaba
Una hilera de estatuas;
Hombres solemnes de largas barbas
Que habían sido poderosos en su día...
Pero una estaba rota y mutilada,
Y su rostro barbado había sido destrozado.
En aquella ciudad esplendorosa
No vi a ningún mortal,
Pero mi imaginación, indulgente
Con las leyes de la memoria,
Se demoró largo tiempo contemplando aquellas figuras
De la plaza, cuyos pétreos rostros observó con temor.
Avivé el débil rescoldo
Que aún permanecía encendido en mi espíritu,
Y me esforcé por recordar
Los eones de pasado;
Por atravesar libremente el infinito,
Y poder visitar el insondable pasado.
Entonces la horrible advertencia
Cayó sobre mi alma
Como el ominoso amanecer
Que asciende en su roja aureola,
Y huí, lleno de pánico, antes de que los terrores
Ya olvidados y desaparecidos me fueran revelados.
Que aún permanecía encendido en mi espíritu,
Y me esforcé por recordar
Los eones de pasado;
Por atravesar libremente el infinito,
Y poder visitar el insondable pasado.
Entonces la horrible advertencia
Cayó sobre mi alma
Como el ominoso amanecer
Que asciende en su roja aureola,
Y huí, lleno de pánico, antes de que los terrores
Ya olvidados y desaparecidos me fueran revelados.
De: "Poemas
fantásticos"
Versión de Juan Antonio Santos y Sonia Trebelt
CARL SANDBURG
Negro
Soy el negro.
El que canta canciones,
el que baila...
con más suavidad que el algodón...
con más dureza que la tierra oscura,
los caminos apisonados por el sol,
por los pies descalzos de los esclavos...
espumarajos entre los dientes... estridentes carcajadas...
amor rojo por la sangre de la mujer,
amor blanco por los negritos que trastabillan...
amor perezoso por el tañer del banjo...
sudoroso, obligado al jornal de la siega,
altas risotadas con las manos como dos jamones,
endurecidos los puños con el mango,
la sonrisa de los sueños, la duermevela en las junglas de
antaño,
loco como el sol y el rocío y el goteo, como la poderosa
vida en la jungla,
meditabundo, triste, farfullando los recuerdos de los
grilletes:
soy el negro.
Mírame.
Soy el negro.
Soy el negro.
El que canta canciones,
el que baila...
con más suavidad que el algodón...
con más dureza que la tierra oscura,
los caminos apisonados por el sol,
por los pies descalzos de los esclavos...
espumarajos entre los dientes... estridentes carcajadas...
amor rojo por la sangre de la mujer,
amor blanco por los negritos que trastabillan...
amor perezoso por el tañer del banjo...
sudoroso, obligado al jornal de la siega,
altas risotadas con las manos como dos jamones,
endurecidos los puños con el mango,
la sonrisa de los sueños, la duermevela en las junglas de
antaño,
loco como el sol y el rocío y el goteo, como la poderosa
vida en la jungla,
meditabundo, triste, farfullando los recuerdos de los
grilletes:
soy el negro.
Mírame.
Soy el negro.
Versión de Miguel
Martínez-Lage
DULCE MARÍA LOYNAZ
Desprendimiento
Dulzura
de sentirse cada vez más lejano.
Más lejano y más vago...
Sin saber si es porque las cosas se van yendo
o es uno el que se va.
Dulzura del olvido como un rocío leve cayendo en la tiniebla...
Dulzura de sentirse limpio de toda cosa.
Dulzura de elevarse y ser como la estrella inaccesible y alta,
alumbrando en silencio...
En silencio,
¡Dios mío!...
Más lejano y más vago...
Sin saber si es porque las cosas se van yendo
o es uno el que se va.
Dulzura del olvido como un rocío leve cayendo en la tiniebla...
Dulzura de sentirse limpio de toda cosa.
Dulzura de elevarse y ser como la estrella inaccesible y alta,
alumbrando en silencio...
En silencio,
¡Dios mío!...
DIEGO DE TORRES VILLARROEL
Confusión
y vicios de la corte
Mulas, médicos, sastres y letrados,
corriendo por las calles a millones;
duques, lacayos, damas y soplones,
todos sin distinción arrebujados;
gran chusma de hidalguillos tolerados,
cuyo examen lo hicieron los doblones,
y un pegujal de diablos comadrones,
que les tientan la onda a los casados;
arrendadores mil por excelencia;
metidos a señores los piojosos;
todo vicio, con nombre de decencia;
es burdel de holgazanes y de ociosos,
donde hay libertad suma de conciencia
para idiotas, malsínes y tramposos.
Mulas, médicos, sastres y letrados,
corriendo por las calles a millones;
duques, lacayos, damas y soplones,
todos sin distinción arrebujados;
gran chusma de hidalguillos tolerados,
cuyo examen lo hicieron los doblones,
y un pegujal de diablos comadrones,
que les tientan la onda a los casados;
arrendadores mil por excelencia;
metidos a señores los piojosos;
todo vicio, con nombre de decencia;
es burdel de holgazanes y de ociosos,
donde hay libertad suma de conciencia
para idiotas, malsínes y tramposos.
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