lunes, 27 de diciembre de 2021


 

EMILIA PARDO BAZÁN

 


 

Evolución de la rosa

 

 

Por tierra de unidad y de armonía
la vieja Grecia se preció de hermosa:
símbolo de belleza fue la rosa;
Venus entre sus rizos la prendía.

Duraba su esplendor tan solo un día;
era pomo de esencia deliciosa;
y, borracha, la alegre mariposa
en el cáliz de fuego se dormía.

Vienen la edad moderna y los Linneos;
llega el floricultor, y en variedades
la rosa dividió, como en casillas…

¡Venus y Anacreonte, estremeceos!
¡Cantores del amor! ¡Muertas deidades!
¡Hay rosas negras, verdes y amarillas!

 

De: “Las frases frágiles”

 

 

JOSÉ MARÍA PLAZA

 

 


De Luto

 

 

Nada me pesa más

que una gorda en una funeraria:

redonda, oscura;

contraste exacto con la pálida silueta de los cirios.

Al dar el pésame

lleva un dolor sincero el tosco manotazo,

y sus mejillas…

¡Cuanta sal pueden soportar esas mejillas!

Llora, tiembla,

estremece la capilla entre sollozos.

Falta de oxígeno y amores

como un higo maduro se derrumba;

entonces, es urgente

un mínimo de cuatro caballeros

para recobrar el suelo arrebatado,

en tres minutos más     la cafetera

sufrirá el rigor de su retorno.

Torre de David…

(ruega por nosotros)

Torre de Marfil…

(ruega por nosotros).

 

 

JUAN MARCELINO RUIZ

 

  

Cervantino

 


Voy convertido

en caballero andante a tu medida

desenvainada la espada,

lanza en ristre.

Con la sola armadura de la piel despierta

recorro la llanura de tu vientre

para desfacer el entuerto de los días.

He sometido

al par de altivos leones que te habitan

tan sólo con el brío de mis argucias

exijo la historia me recuerde

como el audaz caballero de tus pechos.

Algunas veces,

me derrumba el molino de tu ausencia

y mi triste figura

recurre a pócimas de marca registrada

que embrutecen los pies y la cabeza.

Es luna llena…

sálveme Dios

del Mago Frestón y sus hechizos

sirvan mejor los polvos de su magia

para convertir los pilares de tus muslos

en alcatraces morenos que florecen,

mientras llego al máximo esplendor de mi locura

en el íntimo lugar de aquella mancha

de cuyo nombre

no puedo olvidarme.

 

 

SEBASTIÁN KIRZNER

 

 

 

Los camiones de basura

 


Pediste que alguien levantara

tu mugre trasnochada,

en susurros me dijiste,

al oído que soñabas

que los camiones de basura

te tragaban dentro

comprimida, preguntaste

¿Cómo comprimen los

camiones de basura?

Me aprietan, dijiste

las costillas cerradas

de sueño y los camiones me

llevan dentro; comprimirse

no es fundirse al acero,

es rotar con la basura, dijiste

coqueteando alrededor,

mezclándose con la sangre

¿Cómo era mi sangre antes

del sueño de los

camiones de basura?

Sangre en el pulmón

de mi costilla ahogada, dijiste

ya no nos coqueteamos,

no jugamos a ser violencia

ni a negar el suspiro del otro.

 

Somos como residuos, bolsas negras;

mis arrebatos, mis

intentos de sanarte en el sueño

son en vano, dije

extiende tus manos sucias para

frenar la moledora,

detener la maquinaria; dijiste

ahora me ahogo del todo

y sos incapaz de escaparle al metal

del sueño, dijiste;

                       un ruido agudo como el fin del aire.

 

 

Los camiones de basura,

son caballos de Troya

con un pueblo, no,

con un nombre en su interior, no,

con un hombre en su interior

pegado a los desechos;

soy el que conduce

el que comprime, dijiste

que me conocías del sueño

de los camiones de basura

que yo transportaba tu desperdicio

que manejaba tu cuerpo desgarrado

hacia el basurero, dedos llagados de conductor,

dijiste, calentaban tus piernas desde dentro

de alguien que las contrae

parada por parada.

 

 

Conducir camiones de basura

desde el interior de uno,

que largo debe hacerse el recorrido

imagino dije, creo que no,

creo, que no hay forma no

de hacerlo solo.

 

La ciudad se recorta en paradas

para recoger basura,

como basquetbolistas de la noche

encestan sus bolsas perfectamente

y corren, casi un triatlón, me dije,

un triatlón de desperdicios,

levantamiento, lanzamiento, maratón,

la ciudad como botín, no,

la ciudad como pista de obstáculos.

Dijiste, ¿qué te pasa pendejo?

y lanzaste dos golpes a mi cara

de conductor gordo y seco,

¿Qué te pasa pendejo? esquive el golpe;

Por un instante se oyó solo el ruido

del motor encendido,

pero evitamos el movimiento.

 

 

Volví a soñar me dijiste,

dije no, silencio, primero la historia

dije te amo, idiota yo, no,

camiones de basura trasportando

camiones de basura, algo nuevo

me dijiste, putas mamushkas de metal

pensé,

pero no produje sonido alguno.

Si oyeras mi voz de nuevo,

por miedo a que…

oyeras mi voz de nuevo.

 

En esta nueva guerra,

no, la del sueño, no, te dije,

los camiones de basura

serán los tanques de guerra

de la prole.

 

¿De la prole?, dijiste

pendejo se te cae el sexo

al suelo y me hablas

de tanques de guerra y metal,

se te cae el sexo

y lo arrastrás por todo

buenos aires,

y me hablas de la guerra

de la prole, pendejo

sos una mierda.

Pienso,

que soy una mierda

¿Cómo era mi sexo

antes del sueño de los

camiones de basura?

Era duro pedazo de metal

pulido,

olía a leche caliente

y galletas,

a labios abrigados;

ahora huele tanto a basura

que si dejara de hablar,

sin duda, no,

dudando, no, sin dudar

me lanzarían

al camión de la basura.

 

Escribir la literatura

gastada de la carne,

llevándome la poesía

fijada al cuerpo, dije

un cuerpo vestido de pobre

interfiere con otro

cuerpo vestido de pobre.

Poética como café negro,

poética del vaso de agua

en mesa de lectura de poetas, dije

invítenme que aun no apesto tanto,

que no tengo tan podrido

el cuerpo, ni se me caen tanto

las tetas al suelo, como para

no poder leerme.

que aun no supuro sangre

ni tengo tan deforme y negra

la cara, para no poder levantar

la mirada de la hoja y recitar, dije,

recitar la boca llena de poesía.

 

Escribir sobre ciudad, no,

escribir con la ciudad a cuestas,

no, escribir sobre tierra.

 

Soñé, nuevamente, dijiste.

Dije no, basta, harto yo de tus sueños,

dije, me niego a oírte de nuevo,

a tratar de comprenderte pitonisa.

Dijiste, camiones… no!

Escuchame…no!

Camiones detenidos en el centro

de cada calle…basta!

Inmóviles.

Luego silencio.

…Y el tránsito?

Pregunté,

el tránsito?, dijiste

El tránsito perece.

 

 

BENJAMÍN MORALES

 

 


 

Éxodo
seremos 40 años de muertos,
madres,
padres,
con el cuello entrelazado en vértebras de arena,
seremos el reflejo de tu nombre
en este desierto que te oculta,
seremos,
como lo has deseado,
la eternidad del canto
y el desgaste del cuerpo,
de abajo a arriba,
como un árbol que se consume por las raíces.

 

 

LEO LOBOS

 

  

Océanos palpitantes

 

 

Al amor solo le basta un corazón que lo palpite
como el mar que ha mordido todas las playas
como el viento
que lo desborda
en el estallido
de todas sus olas